martes, 28 de mayo de 2019

El Mayor Daño Laureano Márquez

El Mayor Daño
Laureano Márquez

Quizá el mayor daño que el régimen ha hecho no es la destrucción de la industria petrolera ni la desaparición del oro ni la quiebra de la agricultura y de la industria; no es ni siquiera el condenar al exilio al 10% de la población, la destrucción del sistema educativo y el haber conseguido que Venezuela tenga la inflación más grande del planeta, que la mortandad de cada día sea solo un dato estadístico, que los niños estén muriendo de desnutrición.

El mayor daño lo ha hecho en la demolición del alma nacional, de la esperanza ciudadana, de la dignidad de un pueblo.
También han sucumbido —en este asalto a la cordura— el sentido común, la bondad, la tolerancia, la compasión y el respeto.
El mayor daño ha sido hecho en nuestros corazones, que se han vuelto incrédulos, desconfiados; que solo ven maldad y traición por todas partes. Ya no confiamos en nada ni en nadie; toda opinión que no sea la nuestra nos parece interesada, despreciable, digna de agresión e insulto.

Estamos en una torre de Babel de sentimientos. La destrucción es, pues, mucho mayor de lo que parece a primera vista. Ya hay momentos en los que dudamos de que Venezuela tenga salvación. Somos una tierra en la que toda maldad tiene su asiento. Estamos cercanos a eso que Hobbes llamaba el “estado de la naturaleza”, es decir, el estado previo al ordenamiento jurídico, a las leyes morales, a las normas de convivencia que hacen de un hombre un ser humano. Estamos —diría Hobbes— “en un estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos”.

Santo Tomás de Aquino decía que un tirano se apropia no solo de los bienes materiales de su pueblo, sino de sus bienes culturales; suprime los valores porque requiere un pueblo que sea lo menos virtuoso posible y promueve la enemistad entre los ciudadanos apelando al viejo principio de “divide y reinarás”. El .tirano “despojado de la razón, se deja arrastrar por el instinto, como la bestia, cuando gobierna”, nos dice el Angélico.
De esta manera logra envilecer a los ciudadanos hasta el extremo, porque sabe que así los somete mejor.
Sin duda, en Venezuela este instinto ha funcionado a la perfección. Los venezolanos hemos sido envilecidos al extremo.

Cómo haremos para volver a creer en nosotros mismos, para considerarnos un pueblo digno de progreso y bienestar, de libertad y democracia; digno de vivir feliz sin necesidad de huir de su tierra. Es una pregunta que nos atañe y nos concierne a todos. En nuestro horizonte hay demasiada hambre, demasiada sangre, demasiado odio. Necesitamos con urgencia volver a creer en algo:
creer que somos posibles, que podemos respetarnos y tolerarnos, que comer es una actividad normal del ser humano, que podemos transitar calles seguras, que los desacuerdos no nos condenan a asesinarnos, que hay esperanza y futuro y que ese futuro puede ser del tamaño del empeño que pongamos en él.
No puede ser que una tierra que es capaz de producir tanto talento, tantas individualidades inteligentes y capaces, esté condenada al fracaso como proyecto común.

Esta lucha comienza en nosotros mismos. Corazón adentro debemos hacer que Venezuela renazca como una aspiración de fe en nuestro espíritu, comprometida con valores, principios e ideas.
La lucha es afuera y es adentro. Volver a creer en nosotros es el primer paso para salir de esto, porque a esa certeza no hay fuerza humana que la someta.
Ese día veremos a la tiranía desvanecerse hasta convertirse en un mal recuerdo, como cuando, mirando un viejo retrato de nosotros mismos, caemos en cuenta de lo feos que fuimos alguna vez.

Laureano Márquez

Así fue el primer día de las negociaciones en Oslo entre delegados de Guaidó y Maduro Por Juan Carlos Zapata

Exclusiva:Así fue el primer día de las negociaciones en Oslo entre delegados de Guaidó y Maduro 

Juan Carlos Zapata (ALN).- Los negociadores de Nicolás Maduro y Juan Guaidó trabajan en Oslo. En la propia capital de Noruega. Ayer la jornada fue intensa, como lo será hoy. Los 7 representantes estarán hasta mañana miércoles debatiendo el punto crucial.
Los negociadores de Guaidó y Maduro trabajan en Oslo / Montaje: ALN

El tema es este: O el régimen de Nicolás Maduro abre el camino para unas elecciones justas y libres o queda en evidencia ante los ojos del mundo y del país civil y militar como el que se niega al cambio y a evitar una tragedia mayor en Venezuela.
El punto es ese. Es lo que se discute. Las elecciones libres y justas bajo vigilancia internacional. Elecciones libres y justas como punto de partida para el cambio democrático, para que se pueda restaurar la democracia, y vuelva la confianza, la confianza para recuperar la economía, la confianza para superar la tragedia social, la tragedia humanitaria.
Por el lado de Guaidó Fernando Martínez Mottola actúa como jefe del equipo, y le acompañan el exdiputado Gerardo BlydeStalin González, segundo Vicepresidente de la Asamblea Nacional; y el exrector del Consejo Nacional Electoral, VicenteDíaz. Por el lado de Maduro está el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez; el gobernador del estado Miranda, HéctorRodríguez; y el canciller, Jorge Arreaza.
Escrito así, parece un punto teórico. Visto allá, en el corazón de la mesa, el punto de la discordia. El punto que lo envuelve todo. El punto que ya se comió toda la jornada de este lunes en Oslo. Y que con seguridad se comerá la jornada de este martes. Y entonces se podrá medir si el régimen de Maduro ha llegado, o llegó, con voluntad de negociar de verdad.
Y el equipo noruego está allí, en calidad de testigos, conduciendo, mediando, precisando, tomando notas para el momento y la historia posterior.
Y no es teoría. Los delegados de Maduro intentan jugar con el tiempo. Con los plazos. ¿Ganar tiempo? Y la respuesta que reciben es que el tiempo se les agota. La crisis los presiona. Los argumentos de la delegación opositora van por esta vía:
-El sufrimiento de la gente. Sensible tema para los noruegos. Que oyen. Y que deben estar al tanto sobre los niños muertos en los últimos días por falta de atención médica.
-La presión internacional. Hay varias reuniones en curso. Ayer ALnavío reveló en exclusiva la que se produjo en el Vaticano entre el enviado especial de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, el secretario de Estado para la Santa Sede, Pietro Parolin, y el cardenal venezolano, Baltazar Porras. Pero también siguen los contactos entre Estados Unidos y CubaEstados Unidos y Rusia. Sigue la actividad del Grupo de Lima y el Grupo de Contacto de Europa, aunque estos más lentos. El mundo está pendiente de la crisis venezolana. Y quiere una solución.


-Nuevas acciones por parte de la comunidad internacional. ¿Cuáles? Se desconocen. Pero de que están sobre la mesa de muchos gobernantes es una opción cierta. Y con este as bajo la manga, presionan los delegados de Guaidó.
-El descontento civil y militar en Venezuela. Pero el descontento en las filas del propio chavismo y del propio madurismo. La presión militar es real. De los militares que han sostenido a Maduro en el poder. De los militares que estuvieron dispuestos a sacarlo de juego en abril. De los militares que dicen que no quieren verse involucrados en un golpe militar. Y para evitar el golpe, presionan a que haya una negociación con resultados.
-El descontento social. El de todos los días, agravado ahora con la escasez evidente de gasolina. Hablar de las otras estrecheces, es llover sobre mojado. Sin embargo, se acerca otra crisis mayor: la de los Clap. El programa de asistencia alimentaria de Maduro, el que usa como arma de control social, va a entrar en crisis por la falta de recursos financieros. Y en el Ejecutivo de Maduro así lo saben, así lo manifiestan.

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-El liderazgo de Juan Guaidó. Que no amaina. Que se mantiene. Que se sostiene a pesar del tiempo transcurrido. A pesar de la arremetida brutal contra su equipo. A pesar de que le han desmantelado buena parte del equipo. Al propio régimen le puede resultar una incógnita el fenómeno Guaidó, al que subestimaron desde un principio, al que llamaron muchacho, y ahora no pueden llamarlo así. Es el Guaidó que sostiene viva la protesta. Las expectativas. Y las esperanzas de cambio.
Y los noruegos saben todo lo anterior. El equipo mediador sostuvo reuniones por varios meses con representantes de Maduro, con representantes de Guaidó, con personas independientes, con empresarios, con el fin de hacerse una idea de los que estaba ocurriendo en Venezuela. De modo que a estas alturas sabrán medir quién dice y quién no dice la verdad, quién cierra y quién abre las puertas, quién es proclive y no a la solución.
Aun con todo, el asunto no es fácil. Pero los elementos antes citados conforman un cuadro que permite arriesgar que es posible que haya resultados. Que se produzcan resultados para salir de la crisis. Este es el escenario número 1.

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También está el escenario 2. Que el régimen de Maduro se termine de cerrar.
Entonces, se desencadenarán otros eventos – uno de ellos es el militar- que igual terminarán con la salida de Maduro. Ahora, para que el escenario 2 se desencadene, había que pasar por Oslo, había que sentarse a negociar con el fin de que a Maduro se le señale como el problema, como el que cerró las puertas a una solución política. La mejor, que son las elecciones libres y justas.

jueves, 23 de mayo de 2019

23 de mayo de 2019 VERDADES Y RUMORES|Oficialismo: tres bandos pujando por la salvación

23 de mayo de 2019

VERDADES Y RUMORES|Oficialismo: tres bandos pujando por la salvación

PARTE DE GUERRA. Venezuela va rumbo al foso. Los problemas se profundizan en la medida que el llamado “poder dual” limita la capacidad de la oposición de asumir correctivos, mientras que el oficialismo sólo se ocupa de salvarse y sostenerse. Lo político sigue prevaleciendo, aunque lo económico y social muestra retrocesos importantes. En este aspecto es importante destacar que en el régimen hay bandos en pugna. Por un lado, está Maduro y Cuba con su clara intención de lograr un acuerdo con EEUU. Por el otro está el sector radical liderado por Diosdado Cabello, quien busca entregar a Maduro para alcanzar la salvación. Pero hay un tercer bando, que está integrado por los militares que obedecen a sus propios intereses. Esa división se ha profundizado en la medida que los sucesos y revelaciones del 30A abrieron aún más las heridas de la desconfianza y deslealtad. Nadie confía en nadie. Se nota en sus mensajes y gestos. En el oficialismo hay una preocupación transversal y es que saben que una cosa es salvarse del actual capítulo de la lucha y otra distinta es sostenerse en el tiempo ante las dimensiones del deterioro nacional porque sería imposible gobernar a un nación empobrecida, quebrada, colapsada y con una sociedad desmantelada. Mientras tanto, en la oposición los “demonios y demonias” están más o menos calmados en torno al liderazgo de Juan Guaidó. Hay muchas expectativas en torno a los efectos que tendría la reunión de Carlos Vecchio con el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, aunque poco se dijo al finalizar la charla. La intervención militar aún es una opción, aunque falta que sea una realidad. Distinto a lo que piensan verdaderos analistas en la materia, personalmente no descartó una acción como esa en una escala manejable. Ojala aparezca una solución al conflicto antes que la crisis económica y social sea compleja y costosa de superar. Y si es política y pacífica, mejor aún.
MADURISMO. El grupo que lidera Nicolás Maduro y que es aliado de Cuba en sus aspiraciones en relación con la crisis venezolana continúa bastante apurado. Persisten en su intención de alcanzar un acuerdo con EEUU mediante el cual los cubanos entregan a Maduro, cae el régimen y ellos consiguen flexibilizar el embargo que intensificó Donald Trump. Los cubanos saben muy bien que Maduro es la moneda de cambio que evitará que vivan un nuevo “período especial”. Por eso buscan enredar aún más el conflicto, ya que eso hace más urgente un acuerdo que lo desenrede. En ese tenor puede inferirse que el anuncio de Maduro de convocar a elecciones parlamentarias forma parte de ese plan. Esa jugada se parece mucho a la de 2017 cuando convocó a la ANC con la cual desarticularon a la oposición y a la larga apagaron el fuego de las protestas que ocurrían en las calles. Claro está que los momentos son diferentes, porque en este instante hay una cruzada nacional e internacional que busca poner fin al secuestro del poder por parte del oficialismo. En 2017 no estaban cercados, pero hoy si lo están. En 2017 no tenían a un líder único en la oposición, hoy existe Juan Guaidó. En 2017 había plena unidad en el oficialismo, hoy las deslealtades son el pan diario ¿Qué buscan Maduro y los cubanos con esa convocatoria? Pueden tener varios objetivos, pero hay tres que resaltan. El primero, necesitan dividir a la oposición entre participar o no ser parte de ese proceso comicial. Segundo, de pronto lograr un ente que tenga la legitimidad que hoy no tiene la ANC, aunque eso es difícil de lograr partiendo del no reconocimiento nacional e internacional que existe en torno a Maduro. Tercero, que quizás es el más importante, agregar otro elemento de conflicto a la crisis venezolana y así impulsar sus objetivos comunes de alcanzar un acuerdo con Estados Unidos. La bola comenzó a rodar y esperemos las reacciones. Ahora bien, Maduro no ha recuperado su estabilidad emocional. Sigue con apariciones muy esporádicas y controladas por los cubanos. Pocos saben dónde duerme. No está nada bien y eso se palpa cuando 21 días después de los sucesos del 30 de abril fue cuando pidió detener a los traidores en el seno de las FAN y además ordenó activar los sistemas de defensa para repeler cualquier intento de EEUU ¿No lo hizo muy tarde? Considero que sí. Sin duda que pareciera que Maduro y Cuba pisan el acelerador con el fin de cerrar el acuerdo con los gringos.
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LESTER. Nunca pensé que los comentarios sobre las peripecias y malabares irregulares de Lester Toledo generarían tantos mensajes de aprobación, incluso desde Voluntad Popular. Varios me escribieron refiriendo que por fin alguien se dedicó a denunciar a Lester Toledo y la vida de rico que lleva entre Estados Unidos, Europa y Colombia. Lo que más me sorprendió es el eco que han tenido mis comentarios en VP. Muy a sotto voce en el partido naranja disfrutan los detalles que están conociéndose. Es indudable que Lester Toledo no tiene como justificar la vida que lleva, ya que no tiene oficio, ni ingresos legalmente comprobados, para soportar sus viajes en primera clase, el hospedarse en los mejores hoteles y el equipo de acompañantes que viajan con él. Mucho menos tiene como justificar las fiestas que hace en Miami para disfrutar con sus amigos. En la capital floridiana, epicentro del exilio venezolano en esa nación, algunos lo llaman “El Madroñero” de la oposición por sus hábitos ¿Quién paga todo eso? ¿Por qué sus amigos cuidan tanto el acceso a su círculo más íntimo? ¿Qué están escondiendo? Me cuentan que el llamado “Caballo” es el encargado del operativo financiero que permite a Lester Toledo llevar esa vida tan opulenta. Dicen que el tipo parece caballo de paso porque hace muy poco ruido por donde pasa. Su cambio a partir del exilio es gigantesco. Ya era conocido por su arrogancia y por considerar desde hace mucho tiempo que tiene méritos para gobernar al Zulia. Pero desde que está en el exterior no atiende a la gente, se ha cerrado hasta para su dirigencia. Con muy pocos tiene comunicación. A casi todo aquel que le escribe lo deja en visto sin darle respuesta. Un dirigente regional de Voluntad Popular dio en el clavo: “Hermano si se lo hizo a Leo Arteaga, quien era supuestamente su hermano del alma, que nos hará a los demás que nos dedicamos a darle forma a este partido en el Zulia”. Otro dirigente opositor que lo conoce muy bien fue bastante explícito: “Nunca ha sido un líder genuino. Es un producto defectuoso del marketing político. Se dio a conocer por la publicidad en televisión, vallas y redes sociales; pero nunca supo medir sus tiempos. La ambición desmedida lo llevó al fracaso. Eso lo llevó a caer en las garras de Omar Prieto quien financió sus denuncias contra Arias Cárdenas. Y de ese lado oscuro es difícil salir. Lo peor es que si aquí hay un cambio, el pretenderá llegar como el paladín zuliano de la democracia y buscará ser Gobernador del estado a la fuerza. Pobre muchacho. No sabe que el país cambió y que sus show como héroe de la ayuda humanitaria no le servirán de nada”. Me cuentan que hay un colega periodista y editor de varios medios de comunicación que tiene en su poder un amplio y gordo dossier sobre las andanzas de Toledo. Eso en cualquier momento explota. Confieso que mientras más conozco sus andanzas, menos conozco al Lester Toledo en su fugaz paso por el Zulia. La historia sigue.
RADICALES Y MILITARES. Cabello sigue remando contra la corriente para meterse en la negociación que le permita entregar a Maduro y salvarse él. Por eso persiste en su cacería para demostrar fuerza. Su principal arma es el control del Sebin y la está usando para perseguir a la dirigencia de la oposición. En su estrategia logró captar al presidente del TSJ, Maikel Moreno, quien quedó al descubierto cuando John Bolton lo señaló de haber fallado al acuerdo el 30 de abril. Moreno en la actualidad no puede ni estornudar sin que Cabello lo sepa. No sería descabellado pensar que intensificó sus contactos con EEUU con el fin de ofrecer facilidades para la transición, lo que implica entregar a Maduro, para lograr la salvación. La intempestiva decisión de convocar las elecciones parlamentarias no le favorece, porque podría servir para anular a la Asamblea Nacional Constituyente que el controla. La ANC sólo ha servido como herramienta de presión. Primero en manos de Maduro cuando Delcy la presidía, luego en manos de Diosdado. Sabe que si Maduro tiene un Parlamento a su favor, eso mataría a la ANC a pesar de toda la parafernalia que han lanzado sobre sus plenos poderes, inclusive sobrenaturales. Cabello también pisa el acelerador para lograr sus fines lo antes posible. Pero también hay que vigilar a los militares quienes quizás tienen su propia agenda de intereses y tienen más ventajas que Maduro y Diosdado ¿Por qué? Porque ellos controlan el componente armado y tienen la capacidad de ordenar la cesión del poder, detener a quienes quieran detener o les pidan capturar y apaciguar a los colectivos armados del oficialismo. Esa preocupación existe y por eso la exhortación de Maduro, no creo que tenga actualmente capacidad de ordenar, para detener a los traidores en las FAN.
UNT. Ante la rebeldía interna que hay en Un Nuevo Tiempo, Manuel Rosales, como era de esperarse, tomó la decisión de reestructurar a la directiva regional de esa organización. Rosales convocará, de pronto ya lo hizo, al Consejo Federal Regional con el fin de legitimar a sus designados ¿Designados? Por supuesto que escogidos por él, ya que en UNT no existe democracia, sino la imposición del Rosalismo. No hay postulación de aspirantes y mucho menos votación. Rosales propone los nombres de los dirigentes de su confianza y exige a los asistentes que levanten la mano para aprobar sus caprichos. Me cuentan que está tomando las previsiones para garantizar que los ungidos sean fieles a sus intereses muy personales y omisiones ante la crisis que vive el país. De pronto hasta los hará firmar un pacto de sangre para la lealtad absoluta con el fin de evitar que levanten mucho la cabeza y aspiren lo que no deben aspirar. Eso no calmará los ánimos caldeados en UNT. Eso sólo servirá para llenar fundamentalmente dos o más cargos en la directiva. La renuncia de Elimar Díaz le movió el piso. El aspiraba que la joven diputada soportara las amenazas de sus incondicionales, especialmente de Nora Bracho, quien desde ya aspira a la Alcaldía de Maracaibo. La señora Bracho, al igual que Rosales, no entiende la situación del país y mucho menos que si aquí no hay un cambio político urgente, no hay elecciones verdaderas, ni mucho menos opositores que vayan a votar. Los problemas en UNT seguirán porque no se trata de cargos vacantes en la cúpula, sino del rechazo hacia el Rosalismo y su sectarismo. Manuel Rosales y su séquito se quedaron anclados en el tiempo.
ACCIÓN MILITAR. La posibilidad de una intervención militar liderada por Estados Unidos en Venezuela va y viene como tema de discusión en la opinión pública. Aun no hay consenso, pero eso no quiere decir que no se esté buscando ese consenso. El asunto ha tomado un giro interesante en los últimos días cuando hubo un cambio semántico y se habla de una acción coordinada entre EEUU y el sector democrático de las FAN. De eso llegar a ocurrir no sería la primera vez que se use la figura de la “cooperación”. Si revisamos la historia de las intervenciones militares gringas en América Latina, veremos varios episodios similares en los cuales ellos acuden en auxilio de una fuerza local. Quiero aclarar que no tengo una aspiración en este sentido, porque sólo analizo las posibilidades. En lo personal prefiero una solución política y pacífica. Volvamos al tema inicial. No veo a Trump ordenando una masiva invasión. No veo a miles de tropas de ese país tocando el suelo nacional. Veo más bien una acción quirúrgica para la extracción del mal o un bloqueo naval que ubique a barcos, aviones y tropas frente a las costas venezolanas en apoyo a los militares democráticos venezolanos. Un desenlace como este tendría un moderado costo económico y en vidas ¿Es posible que Donald Trump se incline por esta salida? El Presidente de los Estados Unidos es un político fuera del molde tradicional y lo ha demostrado con su guerra comercial con China. Actúa básicamente por impulsos y emociones. Y Venezuela parece que se convirtió en un punto de honor para él.  No veo a Trump enviando miles de soldados, pero si posiblemente asumiendo una presión que implique mostrar los dientes de otra forma. En todo caso, dudo que los esfínteres de los líderes civiles y militares del régimen aguanten un grupo de tarea naval en las costas venezolanas. Repito, esto sólo es un análisis y no es la precisión de lo que va a ocurrir.
NEGOCIACIÓN. La crisis política en Venezuela da para todo, pero sobre todo para la intolerancia y la ausencia de racionalidad. Es tan complejo el conflicto que los autonombrados como jueces de la moral y la ética en las redes sociales, se han encargado de delinear cuáles son los caminos aceptados por ellos para salir del conflicto y cuáles están prohibidos. Entre lo prohibido están el diálogo y la negociación. Por eso cuando se hizo público que había un intento de negociación entre oficialismo y oposición por iniciativa de Noruega, de inmediato la jauría de las redes salió a descalificar el intento. Se entiende claramente que las urgencias ante el deterioro del país son muchas, pero eso no justifica que sin claridad y mucho menos tranquilidad se descalifique algún esfuerzo por salir de la pesadilla. Usted de pronto argumentará que la oposición ha caído en la trampa en los anteriores diálogos, en lo cual tiene razón, pero eso no quiere decir que siempre van a tener la misma inocencia o inclinación. Las negociaciones son un camino válido siempre y cuando la oposición mantenga sus exigencias de poner fin a la usurpación, se instale de inmediato un gobierno de transición y elecciones verdaderamente libres. Usted de pronto alegará que lo mantuvieron en secreto y eso es engañar al país. En eso no tiene razón porque la confidencialidad de unas reuniones no significa que hay un engaño en marcha. Precisamente la crispación que existe en la opinión pública obliga a ese bajo perfil, con el fin de no abortar la iniciativa sin que ésta se ponga en marcha. Todo indica que las reuniones en Noruega no tuvieron ningún resultado satisfactorio, lo que indica que la oposición mantuvo su postura. Al parecer ni siquiera se vieron las caras y sólo hubo un cruce de ideas con los noruegos como puente. Es bueno aclarar, que si la iniciativa parte de un mediador extranjero, los opositores no podían negarse a participar. No es fácil pedir prudencia y moderación en una Venezuela en ruinas, pero es necesario tener más equilibrio para poder ver los hechos con mayor claridad.
CASTIGADOS. Las sanciones de Estados Unidos contra el oficialismo avanzan, pero no solo abarca a los líderes más conocidos, pues también le están dando muy duro a todos aquellos que forman parte de la boliburguesía. Me cuentan que al hijo de un importante empresario zuliano que siempre ha estado repleto de contratos oficiales, sobre todo de PDVSA, los gringos le tenían una sorpresita. El joven boliburgués zuliano estaba hace pocos días en Bogotá listo para viajar a Estados Unidos a bordo de un avión privado, cuando le informaron que no podía despegar hacia su destino ya que el gobierno de EEUU le revocó su visa. Lo bajaron del avión. El muchacho se cayó como Condorito, porque nunca pensó que le hicieran eso. Si al hijo le quitaron su visa, al padre es probable que le hagan lo mismo. Las malas lenguas en el Zulia dicen que es el nuevo “Roberto Rincón” de la enchufadocracia chavista. Por eso lo tienen en la lista de los investigados y sancionados.
CAOS. Si el oficialismo se mantiene en el poder en Venezuela viene el peor caos jamás conocido en la historia de la humanidad. Sus muestras de invenciones y decisiones poco eficientes son más que notorias. Tienen una habilidad tremenda para cometer errores. Una muestra de la nueva plaga que caerá sobre los venezolanos es la primera decisión conjunta del Banco Central de Venezuela  y la Superintendencia de Bancos, en la que obligaban al sistema financiero a crear un nuevo sistema de pago y dejar de utilizar las plataformas de Visa y Master. La locura fue luego corregida por el BCV, al explicar que no había pedido anular los servicios de dichas trasnacionales, sino sólo crear un sistema alterno. Sin embargo, conociendo al oficialismo es muy posible que regresen a la intención inicial. Como dijo oportunamente el economista José Guerra, no tenían ni idea en el problema que estaban metiendo al país. Eso se traduciría en el aislamiento financiero del país. Eso implicaría eliminar todo tipo de transacciones con el exterior. Eso conllevaría a que sus tarjetas de crédito serán reliquias conmemorativas de la nación que fuimos y que desmanteló un grupo de ambiciosos. Eso implicaría la paralización de la escasa intermediación financiera que aún sobrevive. Eso le daría mayor fuerza a la “economía subterránea” lo que implica delito y oscuridad. Si no son capaces de producir gasolina y alimentos, mucho menos serán capaces de crear un nuevo sistema de pagos. Ni siquiera fueron capaces de poner en marcha aquel prometido y cacareado sistema biométrico de pago de la gasolina. Ni siquiera fueron capaces de aprobar y ejecutar el ajuste en los precios de la gasolina. El chavismo es una plaga que sólo trae caos y miseria. Si no hay un cambio, se afianzará el trueque como método de pago y Venezuela terminará siendo el extraño caso de una nación que regresó a la Edad Media en pleno siglo XXI.
ESCASEZ. Tal como estaba anunciado explotó la crisis de la gasolina. Desde PDVSA me informan que en los últimos días no ha entrado ni siquiera un tanquero con combustible. Los inventarios apenas alcanzan para tres semanas mediante un feroz racionamiento y por eso limitaron la venta a 20 litros, o sea nada para una sociedad tan dependiente del petróleo. En el llenadero de Bajo Grande en el Zulia normalmente ingresaban de 10 a 12 tanqueros por semana, pero eso luego cambió a uno sólo y ahora a ninguno. Mientras tanto, la producción nacional casi que no existe. Las sanciones les impiden comprar los diluyentes para el proceso de refinación y la alternativa que consiguieron, expuesta por cierto en esta columna, fue adquirir los químicos a través del socio ruso en Petrozamora, pero estos no sirven porque el sistema de refinación usa tecnología y diluyentes de Estados Unidos. Ya este tema es viejo, porque cuando a Bariven, filial de compras de PDVSA, le prohibieron hacer compras en EEUU, cambiaron la operación a Citgo y ahora esta empresa no puede tener ningún nexo con el oficialismo. En el Zulia las colas van desde dos días en Maracaibo, hasta más de siete en Machiques, por ejemplo. El colapso parece estar cerca.
REFUGIO. El nuevo Hotel Oceanía en Maracaibo se ha convertido en la guarida preferida para los chavistas, principalmente militares. En ese lugar se hospedó con extremas medidas de seguridad Delcy Rodríguez en su reciente visita al Zulia. Un amigo que visita ese lugar con alguna frecuencia me cuenta que es impresionante la cantidad de militares que ahí se hospedan. Los vestidos de verde arman unos bacanales extraordinarios con comida y licor de la mayor calidad y costo. Supe de ese hotel por primera vez, cuando el Alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, le aprobó en tiempo récord los permisos de construcción sin que se hayan cumplido los lapsos y procesos legales correspondientes. Recuerdo que esa aprobación exprés generó un duro enfrentamiento entre Tony Boza (defendía el entuerto) y el entonces presidente del CPU, Pedro Monsalve (defensor de la legalidad). Incluso en los largos apagones que han afectado a la capital zuliana, sobre todo durante el gran blackout nacional de más de 100 horas, Casanova y su comitiva de familiares y amigos se refugiaron en ese hotel cuando los marabinos padecían por la falta de luz ¿Cuál es la relación de Willy Casanova con el o los dueños del Hotel Oceanía? Lo cierto del caso es que los chavistas odian el antiguo Hotel del Lago luego que lo destrozaron y para bien del Hotel Intercontinental ahora lo usan muy poco ¿Qué tiene el Hotel Oceanía que no tienen los demás? ¿Será que su verdadero dueño tiene cuatro estrellas en los hombros?
DELACIÓN. El general Hugo Carvajal, alias “El Pollo” comenzó a cantar fuerte y claro lo que sabe sobre las intimidades más diabólicas del Chavismo. Es pertinente recordar que ese oficial retirado fue director de la DIM que luego pasó a llamarse DGCIM y por eso tiene información clave que servirá a los países en los cuales hay causas judiciales abiertas contra los líderes del oficialismo. En una de sus primeras tonadas, “El Pollo” reveló que el rector suplente del Consejo Nacional Electoral, Carlos Quintero Cuevas, es el brazo ejecutor de los fraudes electorales del oficialismo. Los fraudes electorales no son nada nuevo, pero si es novedoso que haya denunciado a este señor como el operador para tales menesteres. De Carlos Quintero Cuevas se sabía muy poco. Su nombre por si sólo era bastante desconocido. No era un hombre público y actuaba desde las sombras. Vienen más cantos dentro del concierto del “Pollo”. Como el pendejo lo tiene bien lejos, el general sabe que tiene que soltar todo lo que sabe del régimen, con el fin de aliviar las acusaciones en su contra. Rafael Ramírez lo sigue ayudando a conseguir un estatus de soplón oficial con Estados Unidos. Sin entrar a calificar su silencio de tantos años, las delaciones del “Pollo” y las de otros patriotas cooperantes, ayudará a entender estos años tan oscuros de la revolución bolivariana.
GUISO ¿Se acuerdan de las cuatro mil plantas eléctricas que trajo Omar Prieto a través de un guiso con uno de sus socios? Las primeras plantas estaban destinadas a los concesionarios de las estaciones de servicio, pero estos dijeron que estaban muy caras y se negaron a comprarlas. Ante eso, Prieto convenció a Delcy Rodríguez de presionar a los concesionarios ¿Por qué Delcy? Porque tal como denunciamos en VyR, ella es la que tiene el control en PDVSA y usando ese poder obligó a los empresarios a comprar las plantas de Prieto con sobreprecio incluido.
OTRA DE LA GOBERNACIÓN. La falta de controles en el ejecutivo del estado Zulia es más que evidente. Me informan que se acaban de dar cuenta que en el Museo Rafael Urdaneta se han perdido varias armas de gran antigüedad y por eso fueron remitidos al CICPC siete trabajadores de la Gobernación y dos policías regionales. Por cierto Omar Prieto y hablando de cosas robadas, dile a tu ineficaz secretario de Cultura que averigüe por todo lo que desapareció del patrimonio regional en la gestión de Pancho.

Trino Márquez Sin fuerza no hay negociación 23 mayo, 2019

Trino Márquez

Sin fuerza no hay negociación

23 mayo, 2019
La cita en Oslo revivió un viejo debate que aparece y desaparece, según las circunstancias, en la oposición. Se dialoga y negocia con el régimen presidido por Maduro para buscar una salida pacífica y concertada a la crisis; o no se dialoga ni se negocia, sino que se le derrota y derroca. Quienes se pronuncian contra el acercamiento entre el gobierno y la oposición acusan a quienes lo promueven de colaboracionistas, entreguistas y otros calificativos parecidos. Con delincuentes ni se habla ni se llega a acuerdos, se les derrota: este es el santo y seña de quienes se niegan a aproximarse a la cúpula gobernante. Los otros, los dialogantes, tildan a sus detractores de violentos, guerristas y obtusos.
La polémica transcurre en medio de un maniqueísmo tan simplista que bloquea cualquier posibilidad de inteligencia entre ambas partes.
Hasta el más obcecado opositor a Nicolás Maduro y a todo el entramado que representa debería entender que es preferible establecer puentes, conversar y llegar a acuerdos que faciliten la resolución del conflicto actual, antes que propiciar la confrontación irracional. Este sano principio también tendría que asumirlo cualquiera que se identifique con Maduro. Con la violencia nadie gana. Todos perdemos.
Las condiciones objetivas para que se efectúe un acercamiento entre el gobierno y la oposición sobran. El país va camino a la disolución y el Estado se convertió en un Estado fallido. No satisface ninguna de las necesidades primarias de la población. No sirve ni para otorgar una cédula de identidad o un pasaporte. En Caracas, ni los semáforos funcionan. Todos los problemas que se derivan de la ineptitud, la corrupción y la improvisación tienden a agravarse. El Estado se ha retirado de amplias zonas de la nación. En los barrios pobres de las ciudades, no existe; tampoco al sur de Venezuela. En el Arco Minero se mueven funcionarios con uniforme y armados, pero esa circulación no denota la presencia del Estado, sino su distorsión y perversión.
Si el régimen de Maduro estuviese interesado en analizar las dificultades nacionales y buscarles soluciones, en común acuerdo con la oposición, ya lo habría propiciado. ¿Por qué no promueve el entendimiento? ¿Por qué desaprovechó la excepcional oportunidad que significó la presencia del Grupo de Contacto Internacional para promover el acercamiento con los opositores? Las declaraciones de Ricardo Merlo, vice canciller italiano y miembro del GCI, al diario Clarín fueron categóricas: Maduro no está pensando en elecciones presidenciales, aspecto crucial del diálogo y las negociaciones. En ese encuentro, concebido para explorar las posibilidades de acercamiento entre el régimen y sus oponentes, Maduro se dedicó a acusar a Juan Guaidó, a Leopoldo López y a los Estados Unidos. Obvió que estaba frente a un grupo de facilitadores de buena voluntad, sacó el hacha y decapitó a los contrincantes.
Nicolás Maduro no negocia porque aún se siente fuerte.
Porque considera que todavía puede permanecer en Miraflores con el respaldo del Alto Mando, de los rusos, de los colectivos armados y de ese 20% de la población que todavía lo apoya. Lo que decida la oposición en nada lo afecta. La oposición puede compactarse en torno de la iniciativa del diálogo sin que, en las actuales condiciones, esa solidez cambie sus convicciones. Se equivocan quienes creen que el diálogo no se produce porque segmentos de la oposición lo rechazan. También yerran quienes piensan que no se puede entablar ninguna conversación con el régimen. Las negociaciones, en otras palabras, los acuerdos para ir a elecciones transparentes, con otro CNE, supervisadas por la comunidad internacional y con un gobierno sometido a la Constitución, que no esté presidido por Nicolás Maduro, aunque eventualmente pueda ser candidato presidencial, se darán cuando Maduro se sienta incapaz de contener la presión interna y externa, y la oposición haya alcanzado tal nivel de fortaleza con los recursos endógenos y foráneos que posee, que no sea posible detenerla.
La fenomenal crisis nacional, el apoyo de los países democráticos, el descontento en núcleos del chavismo y en sectores de las Fuerzas Armadas, elevan de forma acelerada el costo de la permanencia de Maduro en Miraflores. Este cuadro tiende a agudizarse. Su margen de maniobra es cada vez más reducido. Bastaría un acuerdo entre Trump y Putin, con el apoyo del Alto Mando, para que ese frágil andamiaje se desplome. Las variables en juego son numerosas. Algunas puede manejarlas la oposición. Otras no. En relación con la catástrofe del país, nada puede hacer. La responsabilidad total es de Maduro.
De lo que podemos estar seguro es de que si Maduro percibe ingenua, indecisa y confusa a la oposición, jamás sostendrá una negociación transparente con ella. Solo serán para calmar a la gradería. Esa fue una de las lecciones que le dejó Fidel Castro. Con los débiles, ni a la esquina. La primera tarea consiste en acumular energía abundante en todos los terrenos. Sin fuerza no hay negociación.
@trinomarquezc

miércoles, 22 de mayo de 2019

Carlos Blanco La mesa de las opciones no tiene patas 22 mayo, 2019

La mesa de las opciones no tiene patas

22 mayo, 2019
1. ¿Las negociaciones, diálogos o acuerdos con el régimen de Maduro pueden conducir a que el régimen se vaya? Si la respuesta es positiva, desde luego que sería excelente noticia; si la respuesta es negativa, tales tentativas son inútiles y peligrosas.
2. El régimen no cesará porque sus próceres se cansen o se atengan a algún código de honor que los obligue a apartarse si pierden el favor popular o si el mundo los rechaza; para este régimen esos son motivos más contundentes para aferrarse al poder; después no los espera un posible come-back o el disfrute plácido en una dacha estilo Putin sino la furia popular doméstica o la justicia internacional, con las salvedades de quienes faciliten el tránsito a la libertad.
3. Es indispensable entender que lo que gobierna a Venezuela no es sólo la sangrienta dictadura de Maduro sino una Corporación Criminal que integran cubanos y rusos, narcotraficantes, Hezbolá, mafias mineras, FARC, ELN, y todo ese bichaje que ha encontrado madriguera al amparo del chavismo. Aunque algunos del madurismo puedan tener la tentación del salto en el acantilado a ver si allá abajo flotan, sólo lo harán los que estén en los márgenes.
4. En esa Corporación Criminal las acciones de Maduro pueden estar a la baja, pero los otros socios están dispuestos a mantener el control del territorio nacional, indispensable para sus tropelías, beneficios y fechorías particulares; eso explica que ni que Maduro quiera negociar –que no quiere- lo van a dejar.
5. Por eso es una ilusión (ciertamente muy perversa) imaginarse un gobierno de Guaidó, como dicen que algunos pretendían el 30 de abril, flanqueado por Padrino López y Maikel Moreno; es un tipo de gobierno que acabaría con Maduro y Guaidó, al mismo tiempo.
6. Es obvio que los generales del Alto Mando y varios oligarcas rojos envían mensajes cifrados de tiempo en tiempo; pero, a estas alturas, se debería haber aprendido que cuando no son maniobras cubanas de diversión, son seguros contra todo riesgo que tratan de comprar en la acera de acá.
7. Lo nuevo de este proceso es que los intentos de marginar, por ejemplo, a Diosdado Cabello, para dejar a Maduro mayor capacidad de maniobra, se han traducido en que Cabello se coló por el hombrillo, y hecho el tonto, saltando sobre cauchos y haciendo de gordito rampando, se puso al frente de “la solución militar” del régimen, eso sí, con la plegaria diaria por el diálogo que él dice adorar.
8. Los fracasos del 23 de febrero y del 30 de abril, de la controversia sobre el pago de los intereses de los bonos 2020, de la amenaza de invocar el TIAR pasándolo luego a una Comisión, la omisión del llamado a la Responsabilidad de Proteger y al artículo 187.11, cualquier fuerza negociadora que podría haberse necesitado, ha mermado.


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martes, 21 de mayo de 2019

La lección final de ‘Juego de tronos’ Por JORGE CARRIÓN 20 de mayo de 2019



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Emilia Clarke como Daenerys Targaryen en el final de "Juego de tronos" CreditHelen Sloan/HBO
Si tuviera que escoger una única imagen de esta última temporada de Juego de tronos sería un primer plano del capítulo quinto: el de la cara magullada y cenicienta de Arya Stark, atravesada por diagonales de gris y de sangre, superviviente de la aniquilación de Desembarco del Rey.
Su cara mirándome, superpuesta a la mía, en un juego de abismos, porque la fotografía oscura que ha caracterizado los seis episodios finales ha transformado por momentos la pantalla en un espejo negro.
Tras esa máscara un cerebro modelado durante años por la venganza —adivinamos— toma la decisión de cambiar en su lista negra a Cersei por Daenerys, una ira por otra. Me recuerda aquel momento de La ilíada en que, tras descubrir que Patroclo ha muerto, Aquiles “con ambas manos el requemado hollín” y “la negra ceniza” se derrama “sobre la cabeza”. El héroe enmascarado decidirá luchar finalmente en la guerra de Troya y consumar su destino.
Tres mil años después, la discípula de los Hombres sin Rostro toma una decisión muchísimo más polémica. Y no es la única: en una serie marcada por el conflicto y la multiperspectiva, por una vez se impone el consenso entre linajes enemigos. Tyrion Lannister y Arya Stark —rápidamente— y Jon Targaryen —siempre más lento— coinciden en que la iluminada y draconiana Daenerys, a quien Benioff y Weiss (escritores y directores del capítulo final) nos presentan en lo alto de una escalinata, entre Drogon y un enorme estandarte rojinegro con el escudo Targaryen, es decir, en una clara escenografía fascista, es una genocida que no cesará de masacrar hasta que hinquen la rodilla todos y cada uno de los habitantes de los Siete Reinos.
En la épica homérica no encontramos el maniqueísmo de las epopeyas medievales ni del cine bélico del Hollywood clásico. Sí encontramos, en cambio, los dioses que Shakespeare eliminó del horizonte moral de sus tragedias. Juego de tronos ha construido una impresionante y compleja épica teleshakespeariana que con el paso de las temporadas ha ido tendiendo hacia la simplificación. Sobre todo a causa del protagonismo que han ido adquiriendo algunos personajes, de modo que la red inicial se ha ido licuando en un polígono de pocos rostros.
[Lee aquí toda nuestra cobertura de Juego de tronos]
En la serie nunca ha sido válida una lectura de buenos y malos. Pero, en esa deriva de la complejidad de la colmena a la centralidad de media docena de individuos decisivos, hemos pasado del parricidio y el relevo generacional de las primeras temporadas a una defensa a ultranza de los lazos de la hermandad.
Por un lado tenemos a Daenerys Targaryen, que perdió a su odioso hermano, a sus dos maridos, a su más fiel consejero y a dos de sus tres hijos dragones; por el otro, a los hermanos Sansa, Bran y Arya Stark, huérfanos también, pero con vínculos familiares muy vivos. Y en medio se encuentran Tyrion, cuyos hermanos han muerto, y Jon Snow, el bastardo, el hijo secreto, que en el momento decisivo decide traicionar a su amante y tía Targaryen y reforzar su identidad autobiográfica, su hermandad infantil. Esa decisión provoca la ira de Daenerys, su ataque despiadado y desproporcionado.
Robert Veban ha estudiado en La destrucción de la memoria la historia de los asedios, ataques y bombardeos que desde siempre han atentado contra los habitantes de las ciudades y contra sus edificios emblemáticos: “La arquitectura se ha convertido en un campo de batalla en el cual todavía hoy se dirimen otras luchas de tipo ideológico, étnico o identitario”.
Cuando Daenerys —secuestrada por la rabia y la venganza— reduce la capital de los Siete Reinos a un cementerio de escombros no solamente derriba a Cersei, también se carga el Antiguo Régimen, con una mitología que une con lazos míticos a todas las dinastías de Poniente. Ella destruye con la artillería bestial del único hijo dragón que le queda la arquitectura de su propia infancia, de su mismísima genealogía. Se queda así completamente sola.
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Los creadores de la adaptación David Benioff y Dan Weiss dirigieron el episodio, con algunos momentos obvios aunque también potentes. CreditHBO
Los Stark, en cambio, ostentan una hermandad a prueba de acero valyrio. Y la de los Lannister revive —post mortem— en el último momento: de las cuatro imágenes imborrables que nos regalan Weiss y Benioff en los primeros cuarenta minutos de metraje de “El Trono de Hierro”, la única que no es sobrenatural nos muestra a Tyrion desenterrando las caras de Cersei y de Jaime (y su mano de metal). Las otras tres tienen que ver, precisamente, con la única familia que le queda a Daenerys: ella con las alas de Drogo a sus espaldas, ángel oscuro; Drogo surgiendo de la nieve, cancerbero; y el Trono de Hierro derritiéndose bajo las llamas.
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Una escena del episodio final de "Juego de tronos" CreditHBO
La importancia de los hermanos en esta última temporada ha sido subrayada una y otra vez. El más feroz de todos los combates de “Las Campanas” lo encarnan los hermanos Clegane. Las dos escenas más tiernas de ese mismo episodio las protagoniza Jaime con cada uno de sus hermanos: su despedida de Tyrion y su abrazo suicida con Cersei bajo la lluvia de escombros.
También en la retórica cinematográfica encontramos esos paralelismos. Los planos de “La batalla de los bastardos” en que Jon trata de salir de una montaña de cadáveres son gemelos de los que el mismo director, Miguel Sapochnik, dedica a su hermana Arya en “Las Campanas”, cuando intenta sobrevivir a la multitud que la pisotea presa del pavor. Y en los minutos finales de la serie unos planos encadenados nos muestran solamente los destinos de Arya, Sansa y Jon.
Daenerys, en cambio, es condenada a aparecer una única vez durante la destrucción de Desembarco del Rey, como si se hubiera convertido en su dragón. Y se nos niega la posibilidad de despedirnos de ella y de Drogo, para que su soledad sea también la nuestra. Justo antes de morir se refugia en un recuerdo de la infancia, al igual que Tyrion le dio las gracias a Jaime por haberlo protegido de niño. Pero ni un solo personaje vivo la conoció de niña. Y sus enemigos, en cambio, son fieles a la alianza que forjaron cuando Robert Baratheon ocupaba el Trono de Hierro.
En el monólogo clave del capítulo, Tyrion le dice a Jon: “Cuando asesinó a los esclavistas de Astapor, seguro que solo se quejaron ellos, al fin y al cabo, eran malvados; cuando crucificó a cientos de nobles merinos, ¿quién iba a discutirlo?, eran malvados; ¿y los khals dothrakique quemó vivos?, ellos le hubieran hecho algo mucho peor; allí donde va, los malvados mueren y la aclamamos por ello”.
¿Habla solo de los habitantes de Poniente? ¿No se está refiriendo también a nosotros, los espectadores frente a nuestros espejos negros? El poder de Daenerys creció gracias a los inmaculados y los dothrakis y los consejeros y los dragones, sí; pero también porque nosotros la apoyamos, seducidos y acríticos.
En sus últimas temporadas, los fanes que habían leído los libros han tenido que aprender a aceptar —o no— que los personajes televisivos cobraran vida propia, emancipados del papel. En nuestra época de audiencias hiperactivas y a menudo cocreadoras, millones de seguidores han visto defraudadas sus predicciones y se han creído en su derecho de protestar, exigir, incluso llorar.
Quienes aceptamos el pacto con todas sus consecuencias, en cambio, nos hemos visto arrastrados por una avalancha de avalanchas sucesivas, que casi siempre nos han sorprendido, porque atentaban contra nuestro horizonte de expectativas. ¿No es esa una de las virtudes principales de los mejores relatos? ¿No es, por eso, un gran acierto que haya sido la daga de Jon y no Aguja la autora del regicidio? ¿Quién se imaginaba que el símbolo central de la serie, el Trono de Hierro, se derretiría y que su lugar lo ocuparía una silla de ruedas de madera?
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Sophie Turner como Sansa Stark en el episodio final de "Juego de tronos" CreditHelen Sloan/HBO
Bran el Roto, pero también el memorioso, es nuestro hermano: el espectador que se encuentra en el interior de la ficción, pero que lo observa todo con distancia panóptica. Tanto para los convencidos como los escépticos, Juego de tronos ha sido una experiencia memorable, porque la emoción, el amor, el odio, la sorpresa, la crítica y la indignación constituyen la materia de la memoria.  De la de Bran y sobre todo de la nuestra.
Como todas las series, Juego de tronos ha sido en su temporada final retromaníaca: adicta a su propio pasado. Desde el primer capítulo, “Invernalia”, en que los personajes entran en el castillo norteño en un orden que evoca directamente a “Se acerca el invierno”, el episodio piloto; hasta el último, “El Trono de Hierro”, en que las discusiones sobre burdeles de los nuevos consejeros del nuevo rey nos recuerdan las de los viejos consejeros de los reyes anteriores (y nos hacen imaginar qué hubiera pasado si Daenerys hubiera seguido con su plan utópico, si el futuro hubiera sido peor).
Recordaremos durante mucho tiempo dónde y con quién estábamos cuando nos pusimos en pie ante la muerte homérica de Hodor; cómo nos conmovió o nos sublevó la masacre de la Boda Roja, los terribles y maquiavélicos juegos de Ramsay, la batalla contra los muertos o el exterminio de Desembarco del Rey; y hasta qué punto apoyamos a Daenerys o a quienes la traicionaron.
Juego de tronos nos ha enfrentado con nuestras contradicciones. Tal vez esa haya sido la esencia del fenómeno. Quisimos seguir teniendo acceso a los destinos de Cersei, Jon o Tyrion pese a que George R. R. Martin no hubiera acabado la siguiente novela. Pensamos que podía ser feminista una ficción que, al tiempo que daba poder a algunas de sus protagonistas, mostraba pornográfica y gratuitamente cuerpos femeninos. Nos emocionamos con una obra en que la mayoría de los personajes han sido torturados y que han aceptado esa tortura como parte de su destino. Nos horrorizamos cuando morían los protagonistas y nos quejamos cuando dejaban de morir. Quisimos que Arya matara a Daenerys, como si una fuera mejor persona que la otra, como si ambas no hubieran perpetrado masacres con absoluta sangre fría, como si las dos no hubieran convertido ciegamente su visión en una misión que no podía ser compartida.
Benioff y Weiss han logrado que cada uno de nosotros creemos un pacto de amor y odio, es decir, de hermandad —tan fuerte como el que ha unido a los Lannister y sobre todo a los Stark hasta el final, tan poderoso como el que ha salvado a Arya y cuya ausencia ha condenado a Daenerys— con su relato sin precedentes de fantasía medieval en clave política contemporánea. Y al final nos han quitado nuestras máscaras de ceniza y píxeles y han hecho que regresara desde el más allá y con toda su verdad el verso de Baudelaire que se encuentra en las puertas de la modernidad (como “Abandonad toda esperanza” se encuentra en las puertas del Infierno): “—Hipócrita lector —mi semejante—, ¡mi hermano!”.