El triunfo de Maduro
15 DE ENERO 2015 - 00:01
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Justice
will overtake fabricators of lies and false witnesses.
Heráclito
Muchos hablan de derrota al discutir sobre el gobierno de Nicolás
Maduro, y están equivocados. Lo que ha hecho él es triunfar de una manera
perfecta al cumplir los designios de una ideología: el socialismo. La
destrucción sistemática de un país y un pueblo es lamagnum opus de
un sistema que busca la servidumbre del individuo frente al Estado. La negación
del progreso de la humanidad y la denuncia de este como objeto no deseado es la
bandera de esta doctrina que ha subyugado la dignidad humana a la miseria del
hombre que ha perdido su libertad y su independencia.
Sería ya poco ilustrativo referirse a ejemplos de naciones
extrañas, porque los ejemplos de la miseria traída por el socialismo en
Venezuela son exageradamente obvios, cruentos y despreciables. El año 2015 ha
empezado con la imagen de un venezolano anónimo, minimizado a un número anotado
en su brazo, haciendo una cola larga, tediosa e indignante para satisfacer sus
necesidades más básicas. Las colas no son artificios de ninguna guerra
económica para emboscar al gobierno. Por el contrario, ha sido el gobierno el
que ha propiciado las colas mediante sus expropiaciones, corrupciones internas,
control de precios, vilipendios al productor privado, dakazos, inseguridad
jurídica, y autoritarismos de toda clase. Es decir, las colas y la escasez es
producto de la aplicación sistemática de la teoría económico-jurídica del
socialismo. Es fácil entonces apreciar de esta manera el triunfo mencionado en
el primer párrafo, ya que se ha impuesto en la realidad, con todas sus
consecuencias, lo que antes solo era discurso amenazante.
Aquí, aparte de todas las inquietudes que pueden surgir
espontáneamente, surge con ella una de naturaleza filosófica-política, la cual
nos lleva a preguntarnos: ¿para qué necesitamos al gobierno? Se supone que el
gobierno, sobre todo uno socialista, está encargado de garantizar que la
maquinaria del Estado funcione y se desarrolle acorde con los principios
expresados en el cuerpo de leyes suscritos por el órgano de representación
popular por excelencia, la Asamblea Nacional. Entonces, si el Estado no cumple
son sus fines y objetivos (artículo 3 de la Constitución: El Estado tiene como
fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su
dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de
una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y
bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos
y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución. La educación y el
trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines.), ¿cuál
sería su razón de ser? ¿Dónde radicaría su legitimidad? ¿Bajo qué argumento se
enviste entonces Maduro de autoridad?
Precisamente, allí radica el quid del asunto: al fallar Maduro en
todas sus obligaciones constitucionales, ¿bajo qué argumento retiene su
autoridad? La respuesta se ha evidenciado a lo largo de su mandato: la
violencia y el terror. Es precisamente a través de estos medios que el
socialismo se mantiene en el poder y por eso esta ideología necesita de los
peores para garantizar su permanencia. Solo los peores son capaces de destruir
a un pueblo de esa manera, porque solo ellos son lo suficientemente inmorales
para perpetrar tanto sufrimiento bajo el cinismo de una argumentación falaz.
Debido a esto, se argumenta que han triunfado por los momentos. El
gobierno de Maduro ha reducido la libertad del venezolano a un mínimo
suficiente para mantenerlo dominado en la forma de colas y otros mecanismos de
sumisión que mantienen al individuo preocupado por subsistir frente a una
realidad atroz.
No obstante, el triunfo de Maduro y sus políticas socialistas se
puede solo mantener mediante la violencia y el terror, ya que el individuo
siempre busca espontáneamente sobrevivir. Quizás sea esta la función biológica
más fundamental del ser humano y la que el socialismo brutalmente y
voluntariamente desconoce. Es su error más fundamental y lo que ha garantizado
su fracaso una y otra vez. Por otro lado, es evidente que Maduro no es una
figura suficientemente fuerte para mantener a través del tiempo un Estado de
terror y eso puede ya verse a través de las vestiduras de su mismo grupo
político, así como en la presencia de continuas protestas espontáneas que
surgen en todo el país promovidas por diferentes grupos descentralizados.
Por otro lado, económicamente hablando, el Estado de violencia y
terror que Maduro necesitaría para mantenerse en el poder es sumamente costoso
y pudo, quizás, haber sido mantenido con un barril de petróleo a 100 dólares,
pero bajo los precios actuales la tarea es manifiestamente imposible, y señal
de la poca confianza que le otorgan a su éxito son los recibimientos en Rusia y
China, así como el acercamiento de Cuba con Estados Unidos. El socialismo es
bueno cuando existe qué robar.
En consecuencia, el triunfo de Maduro consiste en aplicar la
doctrina socialista en Venezuela de manera satisfactoria, pero su éxito lo ha
conllevado a un debilitamiento de las mismas bases que lo sostenían y que lo
han obligado a vagabundear por el mundo en busca de aliados y recursos que ya
no están disponibles por la poca confianza con que ven su permanencia en el
poder.
¡Carajo, qué irónico es el socialismo!
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