lunes, 30 de mayo de 2016

Pensándolo bien, tu cumpleaños no es cada año

Pensándolo bien, tu cumpleaños no es cada año

dumont
Si nos ponemos a ver, la catástrofe latinoamericana ha podido ser peor, aunque no para Venezuela que se la sacó completa. En los veintiséis años que vienen desde 1990, la locura logró su sueño imposible y prácticamente se apoderó del continente, lo que el Brad Pitt de Ecuador llamó “un cambio de era”. En esa fecha Lula da Silva convocó el Foro de Sao Paulo para buscar nuevos caminos revolucionarios en la región y sin duda el plan resultó políticamente exitoso. La izquierda antes insurreccional, de enunciado y acciones violentas, en algunos caso se puso la piel de cordero, en otros se hizo cordero y comenzó a hablar el lenguaje de la democracia. Se tornan hiperdemocráticos y transitan la vía electoral para conseguir lo que, cuando echaban espuma por la boca –ejemplo útil a algunos opositores venezolanos–, se alejaba de sus manos como en el suplicio de Tántalo.
Cuando el hambriento y desgraciado hijo de Zeus estiraba los brazos para tomar un apetecible fruto del árbol, las ramas se elevaban. Pero el nuevo idioma resultó exitoso. Teóricos catalanes, franceses y australianos tenían de moda entonces una vacía y peligrosa retórica neo-republicana (todavía se escucha): democracia verdadera, directa, protagónica, revolución-ciudadana contra las cúpulas que pervertían, la corrupción, la “vieja clase” política y  la “refundación” de la república, soflamas que fascinaron a los demócratas tontos. Así alcanzaron la victoria con-chávez-manda-el-pueblo en 1998, Lula en 2002 y Néstor Kirchner en 2003. Tabaré Vázquez con el Frente Amplio en 2004 en Uruguay, y lo siguió Evo Morales en Bolivia en 2005. Año estelar fue 2006, porque se consagran Michelle Bachelet del Partido Socialista Chileno, Rafael Correa de Alianza País en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua por el Frente Sandinista.
Más bien salió barato
Cristina Kirchner llega en 2007 y gobierna hasta 2015. En 2008 triunfa Fernando Lugo en Paraguay con Alianza Patriótica. En 2009 José Mujica sucede a Tabaré Vázquez en Uruguay, y gana Mauricio Funes del Frente Farabundo Martí en El Salvador. Dilma Rousseff sustituye a Lula en 2010 –repite en 2014–, todo en familia, y Ollanta Humala en Perú en 2011. Nicolás Maduro se impone de manera heterodoxa en 2013, de nuevo Bachelet en 2014 y repite el Frente Farabundo Martí ahora con Salvador Sánchez Cerén. En 2015 regresa Tabaré Vázquez con el Frente Amplio uruguayo. Para bien de este desventurado continente, bastantes de esos camaradas abandonaron las posiciones revolucionarias, populistas o rabiosas y se dedicaron a gobernar civilizadamente. Vázquez tuvo una gestión impecable, igual que Mujica, aunque a éste le importe un adarme que el diablo se lleve a Venezuela, a la que el Cono Sur le debe bastante.
Funes fue un auténtico demócrata. Bachelet es solo una mediocre gobernante, que se salvó en la primera Presidencia porque no se puso creativa, pero después una sardina vallejiana se apoderó de su mente. Ollanta Humala, con cualquier crítica, hace avanzar al Perú y respeta la democracia. Otros sacaron los colmillos autoritarios, pero han mantenido economías dinámicas, como Ortega y Morales que violentaron el Estado de Derecho para perpetuarse ilegítimamente. En adelante, el análisis se complica. Los Kirchner son una mafia y no un partido, de corrupción y el autoritarismo sin bridas. Decidieron no pagar la deuda externa, así fingir bonanza y estafaron miles y miles de tenedores de bonos que confiaron en Argentina. El país fue a la ruina.
“Ladrón o no ladrón, queremos a Perón”
Argentina ha sido incapaz de librarse del fantasma de Juan Domingo Perón, que logró el milagro de destruir una nación floreciente y promisoria en apenas nueve años. A seis décadas ese espectro impide que levanten cabeza. Lula tuvo un buen desempeño cuando el auge de las  materias primas, pero no prosiguió las reformas económicas de Cardoso porque un Estado elefantiásico era requisito para construir la inmensa maquinaria de corrupción que enriqueció a los dirigentes bajo su vista y se llevó a Rousseff y al PT. Dirceu, el hombre de más estrecha confianza de Lula que hubiera sido presidente en vez de ella, preso por el caso mensalao hacía negocios de Petrobras desde el calabozo. Hoy cumple sentencia de 25 años. Correa es de los más patéticos. Mantiene una mentira económica porque la prensa no puede publicar cifras reales y con su “dinero electrónico” ha podido envilecer hasta el dólar.
Destruyó las clases medias y cuando estalle la bomba, se sabrá la verdad de su teatro, al que llama “la década ganada”. Sobre Venezuela nos queda rogar que no se repita en nosotros la maldición faraónica de los argentinos para que las próximas generaciones no vivan escasez, inflación y muerte en las calles, obra de nuestros redentores, y que los dirigentes hayan entendido el reto para evitar que el país perezca en el remolino de los Estados fallidos. Hay que cambiar de raíz y si el desmontaje no es exitoso, el populismo puede regresar. En este momento se ponen a prueba las transiciones brasilera y argentina, que deberán hacer los cambios sin perder el apoyo sustantivo. Este balance latinoamericano de pequeños déspotas, corrupción, incapacidad, intoxicación ideológica, nos ha tocado la parte más grande. También es una enseñanza para el continente. Los revolucionarios no tienen remedio, aunque se vistan de seda.
@CarlosRaulHer

viernes, 20 de mayo de 2016

La imposibilidad del cálculo político en Venezuela; por Michael Penfold

La imposibilidad del cálculo político en Venezuela; por Michael Penfold

Por Michael Penfold | 16 de mayo, 2016

Venezuela entró en una nueva fase de un conflicto político que va a ser largo, complejo y probablemente terminará con resultados que nadie pueda anticipar.
Vivimos una verdadera tragedia nacional.
Podemos escarbar infinitamente en las razones que nos llevaron a este punto, pero las causas ya son irrelevantes. El conflicto se anidó entre nosotros y estamos experimentando una nueva escalada autoritaria que promete profundizar aún más el encono político y las heridas sociales. Una escalada que bien puede enterrar definitivamente la viabilidad económica e incluso petrolera del país.
Culpas las hay. Y muchas. Pero ya no importan: las consecuencias seguirán siendo las mismas.
Lo curioso es que la actual situación aún no tiene (ni va a tener) un desenlace definitivo.
Todos piensan que pueden ganar. Todos creen que pueden estimar un cálculo político individual que es exacto y que inevitablemente los va a beneficiar.
Todos piensan que el conflicto será intenso pero breve: “Es cuestión de meses”.
La historia y la gloria los aguarda. Todos están llamados a ser grandes centauros: buenos revolucionarios o demócratas ejemplares.
El gobierno piensa que puede decretar el Estado de Excepción, dilatar o impedir el Referéndum Revocatorio, contener la presión social, desmovilizar las protestas, profundizar los controles económicos, anular la Asamblea Nacional, cerrar cualquier otra salida democrática y constitucional y a pesar de ello sobrevivir políticamente.
El chavismo más moderado piensa que puede y debe posponer cualquier pronunciamiento hasta inicios del 2017, retrasar las elecciones de gobernadores, esperar un mayor desgaste del Presidente y, luego, presentarse como una alternativa viable para restaurar la gobernabilidad, sin necesariamente tener que convocar nuevas elecciones presidenciales. Según esta visión, ellos son un mal menor que el mundo opositor y la comunidad internacional tendrá que apoyar, al menos transitoriamente, y también que son el grupo llamado a restaurar la normalidad económica e institucional en Venezuela.
Los diversos partidos opositores también tienen su calculo político propio.
Unos partidos piensan que si el gobierno se resiste tercamente a activar el Referéndum Revocatorio, la movilización social y política es la única vía para forzar su convocatoria. Esa presión a gran escala debe materializarse antes de finales de año. Una vez activado el revocatorio, se ganará la consulta y se convocará las presidenciales y se obtendrá un triunfo electoral sin mayores inconvenientes.
Adicionalmente, gracias a la mayoría obtenida en las elecciones legislativas del 6-D, el cambio político será relativamente sencillo de conducir con un nuevo presidente opositor electo con un amplio apoyo popular. Incluso, si se materializara este escenario, un plan de estabilización económico, con la anuencia de organismos multilaterales, podría ser implementado sin mucha resistencia.
Otros partidos piensan que si bien es necesario movilizar a la sociedad, no hay que cerrarse a la posibilidad que el Referéndum Revocatorio se active por iniciativa opositora en el 2017; incluso si eso implica dejar que asuma un vice-presidente chavista, y precipitar una negociación política más amplia. En este escenario, la transición constitucional implicaría un acuerdo insospechado con un sector del gobierno.
Finalmente, hay grupos que están convencidos de que la única salida es acelerar la deslegitimación del chavismo en el plano internacional y precipitar un ciclo insurreccional. En sus propias palabras: transición sin transacción.
Todos estos cálculos políticos pueden efectivamente ser correctos. Hay evidencias factuales que los respaldan. Y también pueden existir argumentos ideológicos e incluso morales que lo justifican.
Sin embargo, lo cierto es que el tamaño de la crisis económica y social comienza a ser tan grande y el deterioro institucional tan acentuado que lo que resulta grotesco es que pensemos que cualquiera de estos caminos están garantizados.
La razón es que puede que ya no haya tejido social, sino una nación hundida permanentemente en la más absoluta anarquía y pobreza, para el momento que cualquiera de los actores haya triunfado (gobierno u oposición). Sin embargo, en la medida en que la crisis económica y social se siga extendiendo, la misma mostrará facetas insospechadamente trágicas y la incertidumbre se irá incrementando. Quizás aquellos actores que piensan que pueden ganar no necesariamente van a estar ahí en el futuro para contarlo. Quizás nadie triunfe y el conflicto se extienda. Opciones impensables pueden emerger que nadie siquiera había considerado.
De modo que todos estos cálculos políticos individuales (tanto de los chavistas como de los opositores) pueden estar errados y pueden incluso ser irracionales. Sabemos que el hubris(sobreestimar nuestra propia suerte) es un error cognitivo muy común que también suele acompañar a los políticos. Si supiéramos cuál es el desenlace, algo que no sabremos sino más adelante, quizás todos los actores hubiesen realizado una apuesta diametralmente distinta.
Sin embargo, mi impresión es que las características del conflicto venezolano es estructural (complejizado por el tema petrolero) y es uno que es imposible de resolver sin un acuerdo institucional, que supone reformas constitucionales y pactos programáticos en materia económica y de política social muy amplios, que le otorgue garantías mutuas a todos los actores relevantes tanto chavistas como opositores   (incluyendo los militares, los empresarios, los trabajadores y la sociedad en su conjunto). Sin estos acuerdos es imposible avanzar en ninguna dirección.
Y la razón es sencilla: la crisis social y económica es tan profunda que sus consecuencias no pueden ser ni controladas ni minimizadas políticamente por ninguno de los grupos de forma individual.
El gobierno viene realizando el peor de todos los recortes externos ante la caída de los ingresos petroleros: una disminución por cantidad de las importaciones sin precedentes en la historia del país y todo ello sin reestablecer un sistema de precios, sin corregir las distorciones cambiarias y sin promover una expansión de la actividad privada.
El resultado de este ajuste por cantidad es desvastador. Y no sólo por lo recesivo: si las expectativas a comienzos de año eran que la contracción económica podía rondar el 8% del PIB, ya a estas alturas las proyecciones se deben haber deteriorado todavía más con la profundización de la crisis eléctrica y con la caída de la producción petrolera de PDVSA. Todo esto en el contexto de una aceleración inflacionaria que viene deteriorando los salarios reales de una forma vertiginosa.
Mientras tanto, en ciudades enteras del país la electricidad es racionada ya no por cuatro horas, como hasta hace unos meses atrás, sino incluso hasta por ocho. Y este dato es demasiado dramático como para ocultarlo.
Lo más preocupante de semejante escenario es que la inacción del gobierno ha terminado de erosionar lo que quedaba del débil tejido industrial y comercial, además de colocar la crisis social y política en el centro de la coyuntura histórica por la que atraviesa la Nación.  Especialmente en el plano social, las características intrínsecas de este tipo de escenario han hecho más complejos los problemas de escasez, los niveles de conflictividad social y la inversión en tiempo, muchas veces infructuosa, que los venezolanos destinan a buscar alimentos y medicinas.
El hecho de que el país entre ahora en una profundización de su conflicto político —que es en sí mismo una lucha existencial de cada uno de los grupos por preservar o acceder al poder y también a las rentas—, hace ver que esta dinámica social va a seguir deteriorándose.
Lo cierto es que Venezuela no tiene forma de promover cambios sin un acuerdo nacional creíble después de haber postergado ajustes estructurales, tanto de su modelo económico como político. Así es imposible promover un cambio que permita enfrentar el dramatismo del colapso social que está en pleno desarrollo.
Varios indicadores muestran la profundización de estos problemas sociales: el 37% de la población está reportando que destina entre 5 y 8 horas diarias en colas para acceder a alimentos; y un 48% dice dedicar entre 1 y 5 horas diarias a esta actividad. Según el CENDAS, la inflación de la canasta alimenticia anualizada para marzo ya sobrepasaba 514%. La escasez de alimentos y medicinas alcanza 75% y 80% respectivamente.
En el fondo, estas cifras revelan la existencia de una población desesperada, expuesta a la brutal erosión que supone una aceleración inflacionaria sin precedentes. Una población que es cada vez más dependiente del acceso a productos regulados, que a su vez son cada vez más escasos. Y, por si fuera poco, esos productos más escasos son controlados por grupos de revendedores, planteando un conflicto de supervivencia entre la población de bajos ingresos y los bachaqueros que es arbitrado diariamente por las fuerzas de seguridad.
El resultado de esto es un aumento considerable, aunque todavía aislado, de saqueos y protestas.
De ahí que la realidad social haya comenzado a sobrepasar las dimensiones constitucionales, políticas y electorales de la coyuntura actual. Al parecer los tiempos sociales se están acelerando irreversiblemente, aunque la dinámica política y también económica se hayan vuelto cada vez más irracionales. Restaurar el orden y el funcionamiento de la infraestructura básica, así como estabilizar la economía y garantizar la inversión privada, se ha vuelto elemental. Pero para eso es indispensable un cambio político.
Un cambio que es particularmente difícil en una economía petrolera donde un grupo político monopoliza las instituciones y el acceso a la renta.
Y, lamentablemente, ninguno de los grupos va a poder proveer ese cambio individualmente. Ni siquiera si piensan que están llamados a salvar la revolución o a restaurar el estado de derecho y la democracia.
Aquí hay una sola salida, pero nadie la quiere aceptar porque confían demasiado en su buena suerte.
Tucídides, el primer historiador del mundo occidental, narra la cruenta pero sobre todo larga guerra entre Esparta y Atenas. Ambos ejércitos deseaban controlar la hermosa ciudad de Atenas. Todos querían el bello trofeo y ninguno la quería compartir. Ambos pensaban que la guerra sería breve, pero el conflicto se prolongó innecesariamente y el resultado fue el debilitamiento de la civilización griega y la destrucción definitiva de Atenas. Ninguno la pudo disfrutar, ni siquiera después de que Esparta ganara el conflicto armado. En uno de sus discursos, Tucídides reflexiona sobre semejante resultado y escribe uno de sus más memorables pasajes:
“Recuerda que en la guerra muchos factores son impredecibles: piénsalo bien antes de optar por ella. Mientras mas larga la guerra, más dependiente eres de algún accidente. Ninguno de nosotros podemos vislumbrar el futuro: somos esclavos de la oscuridad. Cuando se entra en la guerra también uno se entrega a la equivocación. En la guerra lo primero es la acción, pero solo cuando uno ha sufrido es que uno comienza a pensar”
Dejemos de actuar por un instante: pensemos en Venezuela.
Lo que estamos presenciando es la rebatiña que viene al final de la explotación de una mina. Y quienes están dentro del conflicto no pueden detenerse para ver en perspectiva los dilemas que enfrentan. La única forma de forzar una negociacion es con apoyo internacional, quizás con los buenos oficios del Vaticano y la veeduría de dos amigos de cada uno de los bandos en pugna, como Ecuador, Cuba, España o Argentina.

La otra alternativa es esperar el desenlace y ver si el cálculo político de alguna de las partes realmente se cumple. Quién sabe. Quizás alguien tenga suerte.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Los 8 síntomas por Ángel Oropeza


Los 8 síntomas por Ángel Oropeza


Madurodiosdado
Tanto observadores de la realidad nacional como la mayoría de los ciudadanos parecen coincidir en la percepción de que el gobierno del madurocabellismo no da más, y que su declive luce ya irreversible. ¿Cuánto hay de cierto en esto?
Una revisión de la literatura especializada sobre estos temas permite identificar al menos ocho síntomas de lo que se denomina la fase terminal de dominación de un régimen político. Ellos son:
  1. Quiebre de la autoridad moral para gobernar (desaparición de la “auctoritas”, esa capacidad moral, socialmente reconocida por los ciudadanos, que procede de un saber y un actuar ético, y que le otorga legitimidad a instituciones y personas específicas).
  2. Debilitamiento notable de apoyo popular.
  3. Imagen internacional deteriorada y dificultad para lograr apoyo y comprensión de otros países.
  4. Imposibilidad de garantizar la paz ciudadana, la vida de las personas y el monopolio de la violencia por parte del Estado (lo que se traduce en que cada vez más grupos irregulares –desde hampa común hasta mafias, pranes y paramilitares progobierno– pasen a compartir estas funciones).
  5. Síntomas de ingobernabilidad (entendida esta como la incapacidad para controlar los procesos económicos y sociales de un país).
  6. Fracturas internas y pérdida de la homogeneidad mínima en la clase política gobernante.
  7. Violación sistemática y permanente de la Constitución, con el fin de proteger poder y privilegios particulares.
  8. Recurrencia a la represión, la amenaza y el miedo como último recurso de control social.
De acuerdo con la tipología anterior, no hay duda de que el actual gobierno venezolano ha entrado ya en una etapa agónica de dominio. Ahora bien, el hecho que esto sea así no significa que pueda predecirse su fin, ni siquiera que no pueda mantenerse artificialmente en el tiempo a pesar de su precario estado. El calificativo “terminal” no hace referencia a una realidad cronológica sino a una condición situacional, asociada con los ocho signos anteriores. Su desenlace depende de lo que sea capaz de hacer en ese estado, pero sobre todo de lo que haga la alternativa política a ese régimen y de la respuesta de acompañamiento de la ciudadanía a las estrategias de esa alternativa.
En concordancia con el octavo síntoma, la oligarquía acaba de anunciar un amuleto jurídico llamado “decreto de estado de excepción”, que no es otra cosa que un intento desesperado de refugiarse en el último reducto de poder que les queda, y es la capacidad para reprimir. De hecho, quizás lo único novedoso de este artificio leguleyo en comparación con el anterior “decreto de emergencia económica” es el aumento de la capacidad discrecional de los aparatos represores del Estado para ejercer violencia contra quienes no se arrodillen ante la mediocridad gobernante.
Hay que recordar que la represión y la militarización son los últimos extremos de la cadena de control social. Cuando se recurre a ellos es porque ninguno de los mecanismos que usualmente se usan en democracia, basados en la obediencia social voluntaria y en la auctoritas de los gobernantes, funcionan. Ante la carencia de estos últimos, la única opción para obtener acatamiento es la fuerza bruta.
Esta recurrencia a la amenaza produce ciertamente efectos en algunos sectores de la población, que pueden acrecentar su desesperanza y creer, erróneamente, que los ladridos son evidencia de fortaleza. Hay que recordar que los perros también ladran por miedo.
Lo verdaderamente importante, y que hay que seguir observando de cerca, es que esta represión y la violación constante de la Constitución –actualmente los atributos más característicos y definitorios del madurocabellismo– están provocando repulsión y rechazo no solo en las bases populares del oficialismo, sino en sectores del aparato burocrático y hasta en componentes de la propia Fuerza Armada Nacional, que resienten el triste papel de esbirros represores solo para proteger los intereses económicos y de dominio de una camarilla decadente y enferma de poder.

martes, 17 de mayo de 2016

“El Gato” Briceño: La tesis de Fidel continua…

“El Gato” Briceño: La tesis de Fidel continua…


“El Gato” Briceño, La tesis de Fidel continua…

Este gobierno, apuesta
a la destrucción total


 La tesis de Fidel Castro: “Poner a Venezuela de rodillas…”
 He recibido información sorprendente de personas que no se atreven a hablar en Venezuela por miedo a las represalias que pueden tomar algunos gobierneros después.
Hace unos días, una consecuente amiga integrante del más encumbrado cogollo del P.S.U.V y Miraflores, me dio una información que, después de digerir y analizar, decidí compartirla con todo el pueblo de Venezuela. Considero que la información es consistente y su lógica me indica que puede ser una gran verdad.
Me cuenta la informante, que en una reunión realizada en Miraflores con la súper élite del poder público nacional, Nicolás Maduro informaba al reducido aforo que en su último viaje a Cuba, su patrón Fidel le aconsejó no permitir ningún tipo de elecciones hasta después del 2018 a excepción de la del Referéndum Revocatorio, el cual debería alargarse por lo menos hasta el mes de febrero del próximo año. Ello, para aparentar democracia y su trasfondo real sería que después de esta fecha, aunque Maduro resulte revocado, el chavismo seguiría controlando el poder puesto que, según la Constitución, quien asumiría la presidencia hasta el 2019 debe ser el Vicepresidente. El retraso en los procesos electorales permitiría ganar tiempo para intentar levantar la imagen de la Revolución y así sostener el control político por el mayor tiempo posible.
El segundo en tomar la palabra, no podía ser ningún otro sino el verdadero cabecilla de este caos, el narcotraficante internacional Diosdado Cabello Rondón quien respaldó la tesis de Fidel Castro y la subrayó con su toque de manipulador terrorista alegando que no hay más opciones, que de perder el poder todos iban a ir presos ya que serían perseguidos y son pocos los países en el mundo que estarían dispuestos a acogerles o darles refugio. Recordó a los presentes, maniobrando para garantizar lealtades, que todos estaban metidos en el mismo paquete pues todos habían manipulado y transgredido la constitución por lo que, la traición de cualquiera de los esbirros de los poderes “autonomos”, lo pagarían con cárcel. Apuntó que mientras se hace la tramoya desconociendo a la Asamblea Nacional se van fraguando los siguientes garrotazos.
Como todo capo, Cabello continuó su amenazante discurso señalando que el gobierno, por ninguna circunstancia, se podía entregar sin importar la posición de los organismos internacionales, sobre el autoritarismo y la arbitrariedad porque mantener el poder debe ser el único objetivo. Advirtió el capo, que no se podía tener ningún tipo de diálogo con la oposición, porque de hacerlo perderíamos a los radicales que son nuestra carne de cañón ante cualquier eventualidad.
Pero lo verdaderamente doloroso fue la argumentación que dio el capo Cabello para sostener la crisis que vive el país. En tal sentido, dijo el miserable, que Venezuela ya se acostumbró a la penuria y así debe seguir siendo. En su macabro razonamiento, hay que seguir estimulando la necesidad pues así logró Fidel someter al pueblo cubano. La estrategia es la de siempre de los comunistas, la dominación por el hambre y parte del plan es destruir a la POLAR e incrementar la escasez pues con ello aumenta la dependencia del pueblo a las dádivas del gobierno, y por tanto aumenta el control sobre el pueblo. Mi informante me cuenta que en la cúpula del poder están conscientes que el hombre más rico de la Revolución es Diosdado Cabello quien es y será, como lo decidió el Supremo Galáctico, el soporte económico, el tesorero frente a una eventualidad y también, que Maduro, ante su incapacidad, solo obedece a Fidel y no a ningún otro miembro del cogollo.
Las confesiones de esta amiga son denigrantes. Venezuela está frente al más abominable gobierno jamás tenido. Ni Pérez Jiménez causó tanto daño al país, pues se preocupó de mejorar la infraestructura de la patria. Este gobierno, apuesta a la destrucción total, no le importa su gente, ni el enorme daño moral, el daño patrimonial y mucho menos el daño ecológico; no le importa la imagen del país frente al mundo; ni siquiera podemos alegar en su defensa un estado de locura o una confianza ciega por una creencia o ideología, pues sus actos son premeditados y contradictorios en cuanto al discurso y la realidad. Ellos ricos y el pueblo matándose por un kilo de arroz
Ni siquiera han logrado erigir con orgullo el pabellón nacional porque nos han convertido en una vulgar provincia Cubana, con las mismas penurias de la Isla y otras que allí no se viven. Fidel está arruinando nuestro país mientras ellos siguen creciendo a costillas nuestras. Hace años nos negábamos en creer que Venezuela pudiera convertirse en Cuba, pero se copiaron al caletre todo lo que hizo Fidel con la economía, confiscaciones, destrucción del aparato productivo nacional y mentirle a la población alegando que todo era para defender al pueblo humilde de los terribles oligarcas y del imperio, pero ahora se sientan y negocian con el Imperio mientras nos vende el cuento de la guerra económica y el complot internacional.
Afortunadamente, el pueblo venezolano no ha tardado 50 años en darse cuenta que en Venezuela gobierna una pandilla de malandros y da muestras contundentes de que camina irreversiblemente hacia el rescate de la democracia y la dignidad ciudadana. Ni en 100 años, ni recurriendo a la magia blanca o a la magia negra que es la que les gusta, este gobierno podrá lavar su imagen. El Chavismo tiene sus días contados y en ese momento, necesitaremos las manos de todos los exiliados voluntaria o involuntariamente, para reconstruir una patria fuerte, blindada contra autoritarismos e intolerancias.
Esperando ese día, sigo aquí dando la pelea con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA.
*José Gregorio Briceño Torrealba, apodado “El Gato” (n. Caicara de Maturín, Edo Monagas,1965). Fue Gobernador electo del Edo Monagas en los períodos (2004-2008 y 2008-2012). Inicia su vida política en 1979 como dirigente juvenil de AD. En 1984 es miembro del Buró Juvenil de AD. Al ser expulsado de AD en 1991 crea el Movimiento Independiente Cedeño (MIC). En 1992 gana las elecciones a alcalde del Municipio Cedeño. Es reelegido en ese cargo en 1995. Funda un partido llamado Movimiento Independiente Ganamos Todos (MIGATO) en 1997. En 1998 es derrotado en la competencia por la gobernación de estado Monagas, sin embargo obtiene un escaño como dip. para la AN. En 1999 es electo miembro de la Constituyente. Aspira a ser gobernador en el 2000 con el apoyo del Chavismo, pero al escoger el MVR a Miguel Gómez Briceño decide lanzarse con el respaldo de MIGATO y de otros grupos políticos distintos al MVR. Pierde las elecciones de ese año, pero queda como diputado a la Asamblea Nacional. Después de reconciliarse con el Chavismo, Briceño es elegido gobernador en el 2004. En el 2008 gana nuevamente la gobernación de Monagas. El 21 de marzo de 2012, en la 7.ª memoria y cuenta del estado de Monagas, aclara que se lanzará de manera independiente por la Gobernación de Monagas el próximo mes de diciembre de este mismo año, debido a la expulsión del PSUV por problemas relacionados con el derrame petrolero y la planta potabilizadora del bajo Guarapiche en el Municipio Maturín Estado Monagas.
Su hermano Pedro Briceño también fue elegido alcalde de Caicara de Maturín en dos periodos consecutivos.

Por: José Gregorio “El Gato” Briceño.

jueves, 12 de mayo de 2016

Revocatorio: este año o nunca, por @TrinoMarquezC

Revocatorio: este año o nunca, por @TrinoMarquezC

Revocatorio: este año o nunca, por @TrinoMarquezC

El CNE tiene que convocar el revocatorio en 2016. Para el año que viene carecería de sentido, pues en el caso improbable que el régimen perdiera, asumiría la presidencia quien Nicolás Maduro haya designado Vicepresidente. No habría un cambio de Gobierno, ni de régimen, sino de mandatario. El  Presidente continuaría siendo un militante del PSUV. Postergar la consulta para el próximo año sería una estafa a los más de cuatro millones de electores que se habrían movilizado para firmar exigiendo el cumplimiento del artículo 72 de la Constitución.
Trasladar la consulta para 2017 se convertiría en un riesgo para Mesa de la Unidad Democrática y en un peligro para el país. En ese momento la MUD no podría concurrir a la cita electoral porque existiría una alta probabilidad de que no se lograra el quórum reglamentario para salir de Maduro. Los ciudadanos perderían todos los incentivos para acudir a los centros de votación. El mayor estímulo actual consiste en sustituir al Gobierno, responsable fundamental de la gigantesca crisis que afecta al país. Si ese atractivo  desaparece, quedando solo el de cambiar el mandatario, los votantes no irán a depositar las papeletas. El régimen se habría anotado un triunfo que lo atornillaría en el poder, mediante un procedimiento que, por añadidura, sería democrático y electoral.En vez de una gracia, se habría hecho una grotesca morisqueta. La desmoralización pesaría como una lápida que resultaría difícil remover. Movilizar al electorado para que concurra a las elecciones de gobernadores o de alcaldes, se convertiría en una tarea titánica.Habrá pérdidaspor donde se le mire.
Si esa eventualidad ocurriese, el régimen se anotaría un triunfo temporal. El problema reside en que la crisis económica y social avanza a un ritmo arrollador. La posibilidad de realizar el referendo revocatorio en 2016 apareció como una esperanza para los millones de venezolanos que sufren la inflación, la escasez de comida y medicamentos, el desabastecimiento, los cortes de luz y de agua, la inseguridad personal y el deterioro global e incontenible de la infraestructura. Esa expectativa de cambio redujo la carga explosiva queportan los venezolanos, quienes cada día viven pequeños estallidos de violencia.Diariamente se producen saqueos o intentos de saqueos en todo el país. Camiones de víveres son asaltados por gente desesperada porque no consigue qué comer. Avenidas, carreteras y autopistas son trancadas por personas cansadas de ser maltratadas porque no reciben luz, ni agua, o porque los hospitales donde se encuentran sus familiares carecen de medicamentos, los aparatos quirúrgicos no funcionan o a los enfermos no se les alimenta.
La velocidad de esta crisis no se reducirá porque el gobierno no sabe cómo resolverla, ni quiere aprender de sus errores y omisiones. Persiste en diagnósticos lunáticos. Habla de disparates como la “guerra económica” o de conspiraciones inexistentes de la ultraderecha en alianza con el imperialismo norteamericano. Jerigonza con olor a naftalina, útil para mantener cohesionado al grupo de fanáticos u oportunistas beneficiarios de los favores que el régimen sigue otorgando, pero ineficaz para diagnosticar y corregir las distorsiones creadas por el socialismo del siglo XXI, nefasta herencia dejada por el Galáctico.
Maduro y sus secuaces, al obstaculizar la posibilidad del referendo en 2016, intentan provocar unadescarga de violencia que permita declarar el estado de conmoción o de emergencia, suspender, ahora con argumentos legales, la realización de esa cita, lo mismo que las elecciones de gobernadores. Este es un riesgo inevitable de correr. Lo otro, caer en la parálisis o la inercia, pensando en que el referendo se realizará sin alta presión popular, resulta de un candor angelical. Es preferible actuar, como ocurrió el miércoles 11 de mayo, y que el régimen se quite la máscara al diferir o suspender la consulta, a quedar como unos ilusos que piensan quitarle el botín a Al Capone con la vana aspiración de que este lo entreguecomplacido.
En medio de este cuadro tan hostil hay noticias alentadoras. Además de la claridad y valentía de la MUD y la tenacidad de los venezolanos, los demócratas contamos con aliados como el papa Francisco, el Secretario General de la OEA y Macri, entre otros presidentes latinoamericanos. Maduro y sus secuaces tampoco la tienen fácil.

@trinomarquezc

miércoles, 11 de mayo de 2016

LAUREANO MARQUEZ: Terapia intensiva

LAUREANO MARQUEZ: Terapia intensiva


LAUREANO MARQUEZ, Terapia intensiva

Humor en serio


 Este es el estado del paciente. Se acerca a la extrema gravedad. La gran diferencia entre un paciente y un país, es que estos pueden empeorar infinitamente. Estamos ya a las puertas de la terapia intensiva, con el agravante de que es de un hospital público, los médicos no tienen insumos y en la emergencia están atracando.
Para que se entienda:
El paciente está mal. Es un fumador crónico, tiene enfisema, hipertensión arterial, arritmia cardíaca y los riñones no están trabajando. El individuo continua fumando y atribuye los cada vez más frecuentes ataques de tos que le ahogan al producto que usa la conserje para limpiar el ascensor. Come chicharrones dos veces al día y se empuja una botella de ron cada 24 horas. Asegura que no está borracho, sino que ese ron viene adulterado por esos negociantes de la caña. No cree que tiene el colesterol alto, sino que en el laboratorio siempre alteran malintencionadamente los valores cuando se lo miden, porque lo que quieren es quitarle plata haciéndose exámenes todas las semanas. Su barriga, desde su punto de vista, no es de grasa acumulada, sino son sus abdominales que están hiperdesarrollados. Según él, no tiene cirrosis, sino rastros de una hepatitis que le dio cuando era joven, antes cuando no se cuidaba.
Los amigos más cercanos le dicen que tiene razón, que siga así que va por buen camino, que se divierta y disfrute la vida. No quiere visitar al médico porque él se siente bien, porque y que cuando uno va al matasanos lo que hace es enfermarse más. Dice que en su casa le tienen declarada una guerrita sanitaria de que si sigue por esa camino va pelar bolas, pero eso es porque le tienen rabia y envidia de lo bien que él lleva la vida con un equilibrio que nadie en su casa valora. Cada vez que alguien le dice algo, el acusa a sus familiares de vendidos. Paso por unos años de bonanza económica, le entró cualquier cantidad de billete, pero se quemó esos reales en caña, juego y mujeres. Invitaba a beber a todos sus amigos y les pagaba las cuentas, esos mismos que hoy, cuando anda arruinado, ni le atienden las llamadas. Ve enemigos por todos lados, según él, todo el mundo lo quiere embromar. No se alimenta de manera balanceada. No quiere hacerse examen de próstata porque él es muy macho para esas cosas. Los valores del antígeno prostático están elevadísimos, pero él no cree en eso, son cifras manipuladas. No hace ejercicio nunca, porque el ejercicio hace daño, cuando en verdad lo que tiene es atrofia muscular del sedentarismo. Los pleitos en la casa son cada vez más frecuentes y el reacciona violentamente insultando y golpeando a todo el que se le enfrenta. Acusa a su esposa de ser la responsable de los golpes que le da, porque ella malintencionadamente coloca su rostro en la trayectoria de su puño.
¿No se ha topado usted, lector, con personajes de estas características del que uno se pregunta cómo puede continuar por este camino suicida, mientras acusa a los que tratan de echarle una mano de querer acabar con él? Irremediablemente, un paciente en este estado colapsará en algún momento y más temprano que tarde terminará en terapia intensiva.
¿Cómo salvar a un paciente cuyo principal enemigo es él mismo?.
Cuando el doctor haga un tratamiento para los riñones, afectará el corazón y cuando trate de medicarle para la tensión, el hígado se va a resentir. Ayudar a un paciente así, requiere de una labor de malabarismo clínico, para restituir su equilibrio. Mientras más tiempo pase llevando la mala vida que defiende como buena, más intenso será el tratamiento que le vendrá, más doloroso. Como suele suceder en estos casos, la que paga es la familia. El hijo tendrá que dejar la universidad porque no hay como pagar la matrícula y la esposa el trabajo para cuidarle. Habrá menos comida en la casa y sobrevendrán dificultades para todos los miembros de la familia.
Este es el estado del paciente. Se acerca a la extrema gravedad. La gran diferencia entre un paciente y un país, es que estos pueden empeorar infinitamente. Estamos ya a las puertas de la terapia intensiva, con el agravante de que es de un hospital público, los médicos no tienen insumos y en la emergencia están atracando.
Gracias a Dios José Gregorio es venezolano.
*LAUREANO MÁRQUEZ, Humorista y Politológo. La única rebelión en la que creo es la democrática.