Publicada
por: Redacción Sumarium el 29 octubre, 2016 - 4:26 pm
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¿A qué
personaje de la Roma antigua se parece Donald Trump?
Los últimos
años, Occidente ha visto el renacimiento de un inusitado interés por la Roma
antigua: libros de historia, novelas, películas y hasta series de televisión se
han producido para saciar esa sed.
Ese interés
parece tener una explicación: las coincidencias que muchos encuentran entre
sucesos contemporáneos y algunos que ocurrieron en la época de la República y
el Imperio romanos.
Están, por
ejemplo, el flujo masivo de inmigrantes que recibió Roma en diferentes
períodos, pero también -y quizás sobre todo- la cuestión de si en la decadencia
del Imperio romano se pueden observar signos de un supuesto declive de Estados
Unidos, la “república imperial”, como la denominó el pensador francés Raymond
Aron.
Tom Holland
es uno de los más destacados representantes de la nueva generación de
historiadores británicos.
Mezcla de
académico, excelente narrador y viajero, Holland ha publicado dos elogiadas
obras sobre la Roma antigua: “Rubicón, auge y caída de la República romana” y
“Dynasty: the rise and fall of the house of Caesar” (aún sin traducir al
español).
Con él
hablamos sobre las semejanzas y diferencias de la época actual con la Roma
antigua, el Imperio romano como arquetipo de la superpotencia y acerca de a qué
personaje de esa era se parece Donald Trump.
Tom Holland
ha publicado libros de historia en temas tan diversos como el imperio Persa,
Roma y el Islam.
En los
últimos años ha habido un gran interés por la Antigua Roma, tanto el período de
la República como del Imperio. En parte eso se debe a que muchos observan
semejanzas entre lo que ocurre hoy en Estados Unidos y ese período. Supongo que
hay muchas diferencias, pero ¿cuáles son las semejanzas?
Esencialmente,
las similitudes se derivan del hecho de que los “Padres Fundadores” de EE.UU.
(quienes firmaron la declaración de independencia) eran muy conscientes de la
historia de Roma.
Cuando
establecieron la república, la modelaron en Roma. Es por eso es que hay un
Capitolio y un Senado en Washington.
Sin embargo,
también eran conscientes de los peligros que había en la historia de Roma,
porque, por supuesto, finalmente la República colapsó y dio lugar a una
autocracia (el Imperio).
Su gran temor
era que uno de ellos, un ciudadano estadounidense, se convirtiera en un César.
Por eso fue
que establecieron un número de “checks and balances” (separación de poderes y
controles) para asegurarse de que un presidente no hiciera lo que Augusto:
convertirse en emperador.
Roma es uno
de los arquetipos en Occidente cuando se habla de imperios y superpotencias.
Algo que me
sorprendió leyendo un artículo suyo es que, prácticamente desde que existen
imperios, también ha existido una crítica de ellos. Usted menciona a Heródoto. Están
los grandes estudios dedicados a eso, como “Grandeza y decadencia de los
romanos” de Montesquieu y por supuesto Edward Gibbon con su “Historia de la
decadencia y caída del Imperio romano”. Ambos hablan de un “declive moral y
pérdidas de virtudes cívicas”…
Si, bueno…
Hay dos tipos de decadencias aquí: la decadencia y caída del Imperio, que
Gibbon vio que tenía semejanzas con lo que ocurría con el Imperio Británico, y
la pérdida de EE.UU. (no sospechaba que el Imperio Británico se iba a expandir
mucho más en el siglo XIX).
Creo que lo
que preocupaba a los Padres Fundadores era no tanto eso, como la decadencia de
la República romana, algo muy diferente.
Y ese declive
fue básicamente el proceso por el que, aunque en el último siglo de su
existencia Roma logró grandeza, logró convertirse en una superpotencia en el
Mediterráneo y en el poder militar y económico dominante en el mundo antiguo,
al mismo tiempo los ciudadanos romanos perdieron su libertad.
Esencialmente
-pensaron los Padres Fundadores- eso ocurrió porque se involucraron en
aventuras externas, consiguieron muchas riquezas y eso permitió que personas
como Julio César, Pompeyo y Augusto adquirieran demasiado poder y pusieran al
resto de los romanos bajo su sombra.
Los primeros
estadounidenses le tenían mucho temor a la riqueza. Esencialmente querían una
república de granjeros.
Temían hacia
dónde podía conducir la riqueza por el ejemplo de Roma. Y los mismos romanos
creían que la República había caído porque se había vuelto muy rica.
Los “Padres
Fundadores” de EE.UU. modelaron el país en la República de Roma.
Mencioné a
Gibbon y a Montesquieu porque uno de los argumentos dentro de Estados Unidos es
que hay una decadencia moral y se han vueltomuy satisfechos de sí mismos.
Sí, esa es
una ansiedad, pero tiene que ver con la parte del Imperio.
Para
Occidente, Roma es el paradigma de una superpotencia, el arquetipo de grandeza
perdida.
El hecho de
que hubo un imperio que comprendía la mayor parte de Europa Occidental y el
Medio Oriente y sin embargo colapsó, sirve como una especie de memento mori
para todos en Occidente, que anticipaban que si los imperios ascendían también
debían caer. Algo que parece comprobarse con todos los imperios europeos, como
los de Carlomagno y Napoleón. O el Imperio Británico.
Creo que esa
sombra persigue a Estados Unidos: la suposición de que el destino de Roma será
el suyo.
Se pueden
pensar en muchas películas de ciencia ficción en las que Washington o Nueva
York son reducidas a ruinas. Y esta idea de ciudades abandonadas, cubiertas en
hierba, viene de la noción de Roma abandonada, con sus columnas y sus arcos.
Esa es una ansiedad muy primaria.
Pero el
ejemplo opuesto, que muestra que los imperios no siempre caen, es China.
El imperio
chino -fundado más o menos al tiempo con Roma-, aunque fue invadido muchas
veces por bárbaros, siempre mantuvo un sentido de identidad. Los chinos no
tienen la percepción de muchos en Occidente de que los imperios están
condenados a derrumbarse.
La suerte de
Roma también ha influido innumerable obras de arte.
Ese temor a
la caída no es exclusivo de Estados Unidos, sino a cada poder europeo
Por ejemplo,
al Imperio Británico, en su momento de apogeo, le halagaba la comparación con
Roma pero al tiempo le preocupaba.
Volviendo a
la época de la República, hay unas semejanzas sorprendentes. Usted en “Rubicón,
auge y caída de la República romana”, describe a Roma como una “ciudad de
inmigrantes”. También habla del enorme deseo del resto de los italianos de
volverse ciudadanos de Roma y del temor que esto generaba en los sectores más
conservadores de la ciudad de ser “inundados” por inmigrantes.
Si miras la
poesía de Juvenal, el gran satírico del siglo II d.C., en ella describe al río
Orontes de Siria derramando todo su suciedad en el río Tíber. Está hablando de
inmigrantes sirios, algo que ahora causa gran consternación en Europa y Estados
Unidos.
Pero
igualmente, desde el principio Roma se vio como una ciudad fundada por
inmigrantes (como Estados Unidos) e incluso se estableció un santuario al que
podía ingresar cualquiera y redimirse de sus crímenes.
La razón por
la cual Roma se expandió como lo hizo es porque tenía una noción muy generosa
de ciudadanía, que incluía a personas de lugares conquistados.
Es por eso
que Esparta, una ciudad también militarmente formidable, desapareció por
completo. Tenían una visión muy restringida de quiénes podían ser ciudadanos.
Ahora, como
en la antigua Roma, los refugiados de Siria son causa de preocupación Y de
estigmatización.
Hablando de
las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos y de esos temores…
¿Hay algún personaje de la historia de Roma que le recuerde a Donald Trump?
Me recuerda a
Calígula y Nerón… No porque vaya a convertir a su caballo en cónsul o matar a
su madre (risas) sino porque representa una línea de opinión política parecida.
En la época
de la República había un estilo de hacer política llamado “populares”. Denotaba
alguien que, aunque no necesariamente pertenecía a la clase popular, le hacía
creer que estaba de su lado. Les divertía, entretenía y halagaba.
Julio Cesar,
por ejemplo, era un “populares”, un patricio bien educado que incluso decía que
descendía de Venus, pero que al mismo tiempo era espléndido con la gente,
gracioso y le proporcionaba entretenimiento.
Enrique
Krauze: “Donald Trump se parece mucho más a un fascista que a un populista”
Calígula y
Nerón tienen hoy en día reputaciones terribles, en parte porque los formadores
de opinión pública de élite que escribieron la historia y las biografías
detestaban a los “populares”. Muy similar a la manera en que los formadores de
opinión de élite de hoy en día en Estados Unidos detestan a Trump.
Es posible
que las futuras generaciones leerán sobre Trump sólo en las páginas del New
York Times o los reportes de CNN y creerán que nadie lo quería.
Por supuesto
lo que Trump hace es entretener a la gente. Y descubrió lo que Calígula y
Nerón: que al insultar a las figuras de élite, al decir cosas que no se supone
que digas, te puedes volver increíblemente popular.
La gente
disfruta viendo a la élite humillada.
Por ejemplo,
cuando Trump se burlaba de Jeb Bush diciéndole que era “bajo de energía”,
básicamente se burlaba de su privilegio.
Una de las
muchas maneras en que EE.UU. se asemeja a Roma es que, a pesar de ser una
república, tenía dinastías políticas como los Clinton y los Bush. Y Trump
humilló a un miembro de esa dinastía, algo que le gustó a mucha gente.
Las burlas de
Donald Trump a personajes como Jeb Bush son muy populares.
Y la manera
como el “establishment” estadounidense está reaccionando contra Trump es muy
similar a como, por ejemplo, Cicerón reaccionó contra Catilina.
En la
república romana virtud y responsabilidad se asociaban con la manera como la
élite conducía sus asuntos. Cualquiera que se levantara contra esto era
detestado. Catilina fue destruido, Julio César también hizo eso y provocó una
guerra civil…
No creo que
Trump vaya a hacer algo así, pero se entiende mejor bajo la categoría de
“populares”.
Usted
menciona que cuando el general Sulla marchó hacia Roma y la ocupó, con ese acto
no resquebrajó el sentido de identidad de los romanos porque no afectó sus
instituciones y leyes. Ahora en EE.UU. muchos acusan a Trump de atacar la
identidad misma del país al criticar, por ejemplo, el sistema electoral,
sugerir que es manipulado en su contra y no decir si aceptará lo resultados.
Sí. Creo que
lo está haciendo. Y en ese sentido hay paralelos con Julio César, que era muy
impaciente con la tradición de la República. Él decía: “¿qué es la República
sino una palabra, nada más?”.
No creo que
Trump sea tan inteligente o exitoso como Julio César, pero que un candidato
presidencial diga que puede ignorar la voluntad de la gente incluso antes de
que se realicen las elecciones, es algo sin precedentes. Y muy peligroso,
precisamente por las razones por las que Julio César fue peligroso para la
República.
Por qué no
debe sorprendernos el ascenso de Trump
Un sistema
político por consenso, como es la democracia, depende del respeto de los
candidatos, que operen dentro de ese sistema. Respeto por las convenciones,
tradiciones, leyes y Constitución.
En ese
sentido creo que lo que Trump está haciendo es increíblemente amenazador para
la integridad de la democracia estadounidense.
La caída de
la República y la decadencia del Imperio romano han sido objeto de estudios y
reflexiones durante siglos.
Si Trump gana
las elecciones y se convierte en presidente… ¿podría Estados Unidos estar en
una especie de encrucijada como la que vivió Roma cuando cayó la República y se
convirtió en autocracia?
No lo creo,
porque, como dije antes, los Padres Fundadores tenían el temor de que algo así
ocurriera y por eso instituyeron el sistema de checks and balances.
Uno de los
problemas de eso es, por ejemplo, que el gobierno de Estados Unidos muchas
veces se paraliza porque el Presidente y el congreso no son capaces de salir de
un punto muerto por enfrentamientos.
Con toda
seguridad uno de esos casos se presentará si Trump llega a ser presidente.
Seguramente
trataría de resolverlo por la puerta de atrás y pondría mucha presión en la
Constitución, pero pienso que el sistema resistiría.
Estados
Unidos es una democracia longeva y la Constitución es respetada a lo largo de
todo el sistema político. No creo que el sistema le permita convertirse en una
especie de César.
Julio Cesar
fue quien le dio el golpe de gracia a la República. Su heredero, Augusto, se
convirtó en el primer emperador.