martes, 30 de mayo de 2017

Opinión de ADERITO

El problema según mi punto de vista, que tiene Vzla es el egoísmo e indiferencia de la población. En este momento, no se el número exacto pero deben ser mil y pico de chamos a nivel nacional en la resistencia, 500 mil personas marchando y ayudándolos a diario y más de 20 millones de espectadores. Es por eso que la revolución ha durado y permanece en el poder tanto tiempo. Los jóvenes de la resistencia, para los que no han tenido la enseñanza de haber tratado con ellos ( considero me han enseñado muchas cosas) , están pasando hambre, lejos de sus casas y duermen donde los agarre la noche ( si no hay lucha esa noche, sino ni duermen). Heridos, con brazos fracturados, hasta con tutores en miembros, vuelven a salir de nuevo a la  calle, para luchar por un país que no es solo de ellos. Saben que piden? Que no los dejen solos y tienen razón están solos pq de 30 y pico millones de habitantes que tiene el país, ellos y los que estamos con ellos no llegamos ni a 100 mil. Lamentablemente , como la indiferencia no es gratis, va a cobrarnos y duro, en poco tiempo la constituyente será aprobada, y cuando la aprueben aquí nadie será dueño de nada ni podrá salir del país. Quizás en ese momento, se darán cuenta que quien tiene a este país destrozado no es la revolución de 20 años, sino la comodidad de los 30 millones que se mantienen como espectadores, esperando a ver que pasa? Que militar se alza? Que mesías  llega?  Mientras tanto tenemos un grupo de carajitos acompañados por 500 personas que estamos con ellos haciendo el trabajo de 30 millones de espectadores, que cuando esto no se de, gracias a su apatía,  entonces si saldrán a criticar lo que hicieron,  los que por lo menos expusieron su pellejo por este país.....Los chamos de la resistencia les mandan a decir que están de luto, que están matando a sus compañeros, que siguen en la lucha porque quieren una Venezuela mejor, que no se rinden...Pero que necesitan gente en la segunda fila. Feliz tarde Vzla...La constituyente va en camino...No salgan! Que otro resuelve el problema!

jueves, 25 de mayo de 2017

Antonio Urdaneta: Necromadurismo

Antonio Urdaneta: Necromadurismo

 
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Venezuela ha sido una especie de caldo de cultivo para las usurpaciones. Casi todo el siglo XIX y parte del siguiente estuvieron plagados de usurpadores. Y el siglo XXI despertó con un usurpador a cuestas. Me refiero al nefasto teniente coronel golpista, quien, con un truculento proyecto político perfectamente concebido para apoderarse del país, estuvo al frente de un poder usurpado durante catorce años.
He afirmado esto desde el mismo momento en que el susodicho, sin facultades constitucionales, convocó un referéndum consultivo, incluso carente de regulaciones, con el propósito de que el pueblo aprobara la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Eso fue lo que el ya usurpador en potencia le hizo creer a la gente. El Consultivo se realizó, y más del 75% de los electores inscritos en el Registro Electoral Permanente le dio la espalda, bien absteniéndose o negando la proposición de aquel malnacido pichón del nacismo.
Sin escrúpulo alguno y con la anuencia de resentidos “constitucionalistas”, convocó la Constituyente, cuyo apoyo tampoco alcanzó ni siquiera el 30% del total nacional de los electores. Pero el degenerado y sanguinario castrense se hizo de un suprapoder en menos de un año. En este infeliz desenlace tuvo mucha culpa el liderazgo político democrático de entonces. Unos porque se abstuvieron de actuar como correspondía, como lo exigía la ruptura del orden constitucional, y otros porque se plegaron calculadamente al usurpador. Hoy todo el pueblo sufre las consecuencias, y hasta paga con su vida las omisiones de la dirigencia política democrática de aquellos días aciagos para la democracia.
El usurpador murió y dejó un “heredero en el trono”, el cual inició sus ilegítimas funciones con un acto de usurpación, precisamente. El 10 de enero de 2013 el usurpador de turno se encontraba gravemente enfermo, y esto le impidió asumir el cargo, también inconstitucional según el artículo 6 de la Carta Magna (violación de la alternabilidad), producto de una segunda reelección. Ante la imposibilidad del dictador con capucha de demócrata, de tomar posesión, le correspondía hacerlo al Presidente de la Asamblea Nacional. Sorpresivamente el Tribunal Supremo de Justicia, en una de sus más flagrantes violaciones constitucionales, cambió el texto de la Constitución para que el Vicepresidente Nicolás Maduro continuara sus funciones. Así se inaugura en el poder el nuevo usurpador, quien sería proclamado Presidente de la República por el Consejo Nacional Electoral, tres meses después. Ese fue el resultado de un proceso electoral fraudulento, salpicado de tantas irregularidades, que desde entonces a Maduro se le considera ilegítimo en el cargo. Es decir, se convirtió en usurpador de una autoridad también usurpada.
Lo demás es historia reciente: inseguridad; desmantelamiento del aparato productivo, tanto en el campo como en la industria; secuestro de todos los poderes públicos y control de las instituciones claves como la Fuerza Armada Nacional y el Banco Central de Venezuela, por ejemplo; hambruna nacional; persecución, cárcel, exilio y muerte a sus opositores; un servicio diplomático desastroso; asedio permanente a los gobernadores y alcaldes que le son adversos; un sistema de salud colapsado y carencia casi total de medicinas. Y para sentirse más cómodo ahora hiere, atropella y asesina a quienes, a pesar de lo sanguinario del régimen, se atreven a protestar por todas las calamidades antes señaladas. Por eso se comenta ampliamente en la calle, que estamos viviendo el período más oscuro de nuestra historia. Ya el pueblo le puso nombre: necromadurismo.
Vale recordar que Maduro sólo tiene cuatro años como usurpador. En ese tiempo jamás ha podido entender lo que lee en la Constitución. ¡Es obvio que así ocurra! Como debe llenar esa laguna, entonces se ha hecho rodear de “constitucionalistas” mercenarios, que interpretan la Carta Magna según las instrucciones del necromadurismo.
ANTONIO URDANETA AGUIRRE
Educador – Escritor
urdaneta.antonio@gmail.com
@UrdanetaAguirre

[El Nuevo Herald] En Venezuela no hay salidas fáciles, advierte experto

El Nuevo Herald]En Venezuela no hay salidas fáciles, advierte experto

El gobierno bolivariano de Venezuela, controlado por individuos implicados en la corrupción y el narcotráfico, debe ser visto más como una cofradía de mafias que como un simple régimen socialista, y en realidad es un nuevo y muy pernicioso fenómeno que es más difícil de eliminar que si fuese solo una dictadura.

“Jamás, en tiempos modernos, hemos tenido una situación donde un grupo de criminales se ha apoderado de todo un Estado del peso de Venezuela”, advirtió Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Army War College de Estados Unidos.

La distinción es importante porque la lucha por recuperar la democracia en Venezuela ha estado dominada por estrategias y paradigmas equivocados.

Lo que se plantea en Venezuela no es solamente una pugna entre una sociedad que desea vivir en libertad bajo un régimen democrático y una élite que insiste en instaurar una dictadura socialista a la fuerza. Hay elementos de eso en la crisis venezolana, pero no es el concepto dominante, advirtió Ellis, quien ha testificado como experto ante el Congreso de Estados Unidos sobre la situación de Venezuela.

La situación es menos ideológica y presenta características más similares a tratar de capturar a un grupo sitiado de delincuentes peligrosos, que sintiéndose rodeados por la fuerza del orden están dispuestos a hacer cualquier cosa para no ir a la cárcel.
👉http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article151837107.html

miércoles, 24 de mayo de 2017

Venezuela Political Transition Question of When, Not If: Eurasia

BLOOMBERG----

Venezuela Political Transition Question of When, Not If: Eurasia

Tuesday, May 23, 2017 08:37 PM
By Jose Orozco

(Bloomberg) --
“President Nicolas Maduro’s refusal to back down from his constituent assembly proposal will provide the opposition with sustained momentum to mobilize protests as the process advances in the coming weeks and months,” Eurasia Group analysts Risa Grais-Targow and Agata Ciesielska write in emailed note.

“Regardless of the catalyst, a political transition is no longer a question of if, but when”
Alternate scenario is govt staying on “in an overtly authoritarian and highly repressive capacity”
“Persistent and increasingly violent unrest will eventually prompt key stakeholders to abandon Maduro and negotiate a rapid transition that sets a timetable for new elections; the precise timing is impossible to predict, however”
Eurasia sees “unified opposition, acute popular frustration, divided chavismo, and a deepening economic crisis” making Maduro’s leaving office before his term ends at 70% probability
Pro-govt over-representation in Constituent Assembly will deepen crisis by offering rallying cry for opposition
United opposition benefiting from voter frustration at all-time high, unique popular anger, seems emboldened by clear and public divisions in chavismo
“Key stakeholders are maintaining a mostly united front for now, given the fact that exit costs remain very high”
“Social dynamics are becoming more tenuous, suggesting that we are nearing a breaking point”
Army and officer corps strongly prefer to avoid open conflict with civilians
“Should the level and scope of unrest and violence dramatically escalate, it would therefore prompt an imminent transition”
Another scenario is the current conflict lasting multiple months, with divisions in chavismo widening in medium-term, leading to “major defections that prompt a negotiated transition”
Large parts of military will have to join in for transition to succeed
If govt can control protests, Maduro will probably survive until the end of his term, but it will be difficult for him to manipulate rules of the game to stay in power past 2018
Key stakeholders would likely get some guarantees for senior chavista and military officials in exchange for fresh elections and a “rebalancing and restoration of powers at key institutions”
Opposition in good position to win new elections
To contact the reporter on this story:
Jose Orozco in Mexico City at jorozco8@bloomberg.net

To contact the editors responsible for this story:
Giulia Camillo at gcamillo@bloomberg.net
Jonathan Roeder

BASES COMICIALES | CONSTITUYENTE | MADURO Nicolás


Nicolás Maduro entregó este martes al CNE las bases comiciales de su propuesta para elegir a quienes conformarán la Asamblea Nacional Constituyente. El sistema esconde cambios en el modelo tradicional de sufragio en Venezuela y otorga amplias ventajas al oficialismo para asegurar el control mayoritario de la estructura
De los 540 constituyentes que el presidente Nicolás Maduro anunció que conformarían la ANC, 364 –el 67% del total– se elegirán territorialmente: uno por cada municipio del país de forma nominal y 2 escogidos en lista por la municipio capital de estado. En ese número se incluyen siete corredactores en lista por el Distrito Capital.
Este diseño no respeta la densidad poblacional. Zulia, por ejemplo, donde existen 2.404.025 electores, elegiría 22 constituyentistas territoriales; mientras que Trujillo, que solo registra 523.353 electores, escogería 21; o Táchira, donde en el Registro Electoral figuran 828.970 ciudadanos, tendría 30 representantes.
Si se toma el resultado de las elecciones parlamentarias de 2015, en el estado Miranda, por ejemplo, el oficialismo obtendría 12 constituyentes y la oposición 10. Esto, pese a que la MUD en esa oportunidad obtuvo 62% de los votos, y el PSUV apenas 36%.
El voto lista en las capitales de estado y en Distrito Capital –donde se establece “el principio de representación proporcional”– le permite al chavismo resguardar espacios electorales. Un ejemplo de ello: en las elecciones parlamentarias de 2015, en Caracas el oficialismo apenas ganó 4 de las 22 parroquias, pero obtuvo 1 diputado a la Asamblea Nacional, al igual que los opositores, al sumar el 39,7% de la votación lista en toda la entidad.   
Modifica el sistema de elección de los representantes indígenas, tal como se ha empleado habitualmente en los últimos procesos electorales. La propuesta de Maduro contempla que los 8 integrantes indígenas de la ANC “serán elegidos de acuerdo a sus costumbre y prácticas ancestrales”, sin especificar más detalles. No utiliza el modelo de votación por regiones con participación de todos los electores como hasta ahora.
El resto de los constituyentistas, para completar los 540 redactores de la Carta Magna, serán seleccionados de forma sectorial, a través de 8 grupos que citó Maduro: Trabajadores, Campesinos y Pescadores, Estudiantes, Personas con discapacidad, Pensionados, Empresarios, así como Comunas y consejos comunales.
No es claro sobre qué ente determinará el padrón electoral de estos sectores. Aunque Maduro en su propuesta dice que el Consejo Nacional Electoral es quien debe solicitarle la data de estos grupos a las “instituciones pertinentes”, no es taxativo en este aspecto. ¿A qué sindicatos reconocerá el Gobierno? ¿Los agremiados de Fedecámaras contarán? ¿Se utilizará el registro del IVSS para determinar los trabajadores?
La categoría de trabajadores se subdivide discrecionalmente. Se establecen como grupos de trabajadores: Petróleo, Minería, Industria Básica, Comercio, Educación, Salud, Deporte, Transporte, Construcción, Intelectuales, Prensa, Ciencia y Tecnología, y Administración Pública. ¿Si algún ciudadano no figura dentro de estos grupos, pierde su voto sectorial?
Se establecen varios sistemas de votación en paraleloAl menos tres formas de votación figuran en la propuesta de Maduro: La municipal nominal y lista (la más tradicional), un modelo indígena basado en sus “formas ancestrales” y una elección por listas regionales a través de las comunas y los consejos comunales.

La propuesta no reconoce a los partidos políticos y establece límites de postulación. Las bases presentadas por Maduro determinan que sólo podrán ser candidatos a la ANC aquellos que se postulen a través de grupos de electores, por iniciativa propia, y en representante de los sectores. En los dos últimos casos, los aspirantes deben sumar las firmas de 3% de los electores del municipio o el sector, según sea el caso.También se establece que no podrán competir por un cargo a la ANC quienes hoy sean alcaldes, gobernadores o diputados, entre otros cargos. Para postularse deberían separarse de sus funciones. En la historia: Maduro compitió para la elección presidencial siendo Presidente encargado -por "continuidad administrativa"-, mientras que Henrique Capriles debió separarse de la gobernación de Miranda cuando intentó llegar a Miraflores.
Establece que la ANC funcionará en la sede del Palacio Federal Legislativo. Maduro, que no reconoce a la actual Asamblea Nacional, decide que esta nueva instancia ocupará parte de sus instalaciones, lo que eliminaría el monopolio que la oposición tiene sobre esta edificación en el centro de Caracas.
No se establece tiempo de funcionamiento de la ANC, que pudiera ejercer sus poderes plenipotenciarios el tiempo que considere pertinente, y tampoco se define si tras la redacción del nuevo texto constitucional se llamará a un referendo consultivo para aprobar la Carta Magna.

martes, 9 de mayo de 2017

Los cuatro escenarios políticos en Venezuela; por Michael Penfold

Los cuatro escenarios políticos en Venezuela; por Michael Penfold

Por Ricardo Penfold | 9 de mayo, 2017
Fotografía de Leo Álvarez
Fotografía de Leo Álvarez
En Venezuela ningún escenario luce aún definitivo: ni los buenos ni los malos. Las posibilidades que distintos factores políticos o sociales aceleren un proceso de cambio, que impliquen restaurar el estado de derecho y la democracia, dependen en estos momentos de dos condiciones que son absolutamente fundamentales. La primera condición es que la movilización ciudadana y la unidad de la oposición se logren consolidar cada vez más tanto en su intensidad como en su alcance social. Tan sólo un aumento de los costos en los que incurre el gobierno por el uso de la represión para tratar de desmovilizar a la sociedad puede obligarlos (sea por presión militar o internacional) a dar concesiones que precipiten un proceso de transformación política que sea irreversible. Esto explica por qué la sociedad venezolana lucha con tanta intensidad en las calles: para los ciudadanos la resolución de la crisis actual es un asunto existencial pues representa su única garantía para poder restablecer sus derechos individuales frente a la vocación autoritaria de un gobierno que suspende elecciones, disuelve los poderes públicos y convoca inconstitucionalmente una Asamblea Nacional Constituyente sin someter la iniciativa y sus bases comiciales a un referendo.
En el marco de esta movilización ciudadana, que también incluye la represión estatal y la violencia paraestatal –que es el cuadro que mejor caracteriza al país en estos momentos–, surge un instante en el que la diferencia entre el costo de reprimir o hacer concesiones significativas, comienza a ser una disyuntiva real tanto para el gobierno como para los militares, frente al riesgo cada vez más alto de perder el poder y ser desplazados por algún tipo de alternativa. Es difícil estimar qué tan próximos estamos de este punto de inflexión, pero hay muchos indicios que sugieren que no estamos tan lejos: la intensidad y continuidad de las protestas, el espectro del descontento social, la crudeza y crueldad del uso de la violencia por parte de los entes de seguridad, el derrumbe de los elementos simbólicos de la revolución, como la estatua de Chávez en Machiques, y la indisposición que muestran algunos oficiales de bajo rango de la Guardia Nacional Bolivariana a la hora de reprimir a la población que reclama sus derechos.
La segunda condición, que está íntimamente vinculada con la primera, es la necesidad de que los conflictos internos dentro del chavismo y aquellos dentro del mundo militar, se hagan cada vez más visibles, sobre todo en torno a qué tipo de concesiones deben realizarse tanto en el frente político como en el económico para poder enfrentar el descontento social. En la medida en que aparezcan grupos muy bien definidos dentro del chavismo que piensen que aun haciendo concesiones significativas a la oposición, ellos pueden llegar a influir en las características y los tiempos de este proceso de cambio, en esa misma medida la influencia de los radicales se verá seriamente cuestionada. Por el contrario, si el chavismo percibe que no hay futuro sin el presidente Maduro, pues no hay quien los proteja, entonces difícilmente surjan estos conflictos, y el chavismo se cohesionará alrededor de su destino. Esto es lo que algunos llaman el costo de salida. Si perciben, en cambio, que estos grupos tienen cómo influir decisivamente en el proceso, inevitablemente apostarán por el mismo. Este cálculo es uno que ya deben estar haciendo no sólo algunos políticos dentro del PSUV sino también muchos actores en las esferas militares. Este es el famoso tema de las garantías. Y no es un tema menor. Es el corazón del dilema del cambio político en Venezuela.
La aparición de este tipo de fracturas tampoco es inevitable. Hasta ahora es el frente que mejor ha resguardado el gobierno tanto a nivel partidista como militar. Los radicales han logrado mantener un férreo dominio sobre todo el proceso de toma de decisiones (tanto en el plano económico y político así como en el de la seguridad). Y este grupo se ha encargado de recordar que cualquier concesión es una traición a la revolución y elevan su credibilidad al incrementar cada vez más los castigos a cualquier facción disidente y al aumentar el uso de la represión hacia la misma oposición. Este fuerte control es lo que impide asegurar que en estos momentos estemos viviendo una transición democrática (como han dicho algunos) cuando la realidad es que estamos presenciando, más bien, un proceso de formalización abiertamente autoritaria del ejercicio del poder.
Sin embargo, las diferencias dentro del chavismo, en especial alrededor de los temas relativos a la suspensión de las elecciones regionales y locales, la írrita convocatoria a la constituyente, el uso de la violencia y el dramatismo de la situación económica y social, comienzan a hacerse cada vez más palpables e irreconciliables. Las declaraciones de Luisa Ortega Díaz denunciando la violación de los derechos ciudadanos durante las protestas así como su pronunciamiento sobre la necesidad de promover un proceso de negociación política para lograr reinstitucionalizar el país; las opiniones de Isaías Rodríguez sobre la obligación de someter a un referendo la iniciativa del Ejecutivo para que sea el pueblo quien convoque directamente a una Asamblea Nacional Constituyente; y la carta de un músico del prestigio internacional de Gustavo Dudamel –una figura simbólica muy importante para el mundo chavista–, en la que condena moralmente la violencia y la falta de apertura democrática, prefiguran la profundidad de este tipo de fracturas. Estas mismas grietas también se deben estar comenzando a observar en el mundo militar.
El cruce de estas dos condiciones dibuja los escenarios futuros para el país. Algunos de estos escenarios son pesimistas pero también hay otros que son luminosos. Creo que todos son probables, unos más que otros, pero confieso que mi percepción es que esa probabilidad de ocurrencia no son significativamente muy diferentes, por lo que me parece ilógico no describirlos e incluso absurdo eliminarlos. Eso hace que el futuro sea muy incierto, lo cual explica parte de la angustia que experimentamos. Muchos piensan que nuestro futuro es binario y sin duda es imposible negarles la razón y también lo creen los jóvenes en la calle: dictadura o democracia. Otros analistas, como mi amigo Luis Vicente León, concuerdan en que los escenarios son igualmente binarios pues las alternativas se reducen sustancialmente debido a los altísimos costos de salida para el chavismo: represión o negociación. Mi impresión es que los escenarios son un poco más variados (incluso algunos vienen en modalidades diferentes) y confieso que todos son inestables (y en todos vamos a tener que comernos algunos sapos y seguramente una culebra).
En este sentido, los escenarios que voy a describir son complejos e inciertos; la sostenibilidad política de ninguno de estos mundos está plenamente garantizada. Es importante aclarar que un ejercicio de esta naturaleza siempre conlleva proyectar en el tiempo futuro una narrativa totalmente ficticia (aunque probable) de los distintos escenarios, todo ello a partir de unas variables críticas que han sido identificadas; en ningún momento los escenarios que describo aspiran predecir los eventos que van a ocurrir en el país (ese es un don del que solo gozan los videntes).
Muchos me preguntan con insistencia si realmente es posible un escenario de cambio democrático porque todos aspiramos tener otro futuro y los que están afuera desean volver a nuestro querido país. Mi respuesta siempre es la misma: el cambio democrático requiere de dos factores: movilización ciudadana y capacidad de negociación para generar acuerdos mínimos. Sin ambos instrumentos es imposible promover un proceso de democratización en Venezuela. En nuestro país, lamentablemente, a veces tendemos a contraponer la calle con los acuerdos y la negociación. Es la triste herencia de octubre pasado al no priorizar y mantener la calle (para complacer al Vaticano en una mediación inoportuna) cuando el gobierno suspendió arbitrariamente el referendo revocatorio. Sin embargo, si aceptamos la utilidad de ambos instrumentos, entonces el futuro de Venezuela es promisorio, pues estaremos abordando el mayor reto del país: su institucionalización política y económica con control ciudadano.
Estos son los escenarios:
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La Negociación: Los militares retiran su apoyo al gobierno ante los altos costos de sostener la represión pero tampoco están dispuestos a aliarse con la oposición para protagonizar una insurrección. Obligan a los más radicales –con apoyo de la comunidad internacional y en especial del Vaticano, pero esta vez sin la presencia de los expresidentes Zapatero, Fernández y Torrijos– a negociar sus condiciones de salida dentro del marco de la Constitución actual. Los militares instrumentalizan la inevitabilidad de la renuncia del Presidente e imponen a un sustituto de mutuo acuerdo –que fue nombrado poco antes como vicepresidente– y que tiene como objetivo conducir un gobierno transitorio. La Constitución se mantiene intacta. Los militares fundamentan esta decisión argumentando que se hace imperativo tener un personaje que sea confiable para ambos bandos para poder hacer la “triangulación”.
Durante la negociación, la oposición se ve obligada a aceptar todo tipo de amnistías y garantías a cambio de un proceso electoral futuro que sea competitivo y transparente. El Tribunal Supremo de Justicia queda en manos del chavismo para garantizar que todos los acuerdos sean efectivamente respetados. También exigen que la Constitución sea reformada para garantizar que estos mismos acuerdos queden incorporados en la carta magna y los militares también obtienen mayores fueros y prebendas. La oposición logra restaurar las prerrogativas de la Asamblea Nacional, institucionalizan la independencia del CNE y logran reducir el periodo presidencial de seis a cinco años sin referendo revocatorio y prohíben la reelección presidencial. Se realizan elecciones regionales y locales. La comunidad internacional presiona exitosamente para que se liberen a los presos políticos y se eliminen sus inhabilitaciones pero todos los candidatos presidenciales postergan sus aspiraciones para permitir la materialización del acuerdo facilitado por la comunidad internacional y ejecutado por el presidente que “triangula”. El nuevo gabinete aborda las reformas para estabilizar la economía e implementar el plan de emergencia social con amplio apoyo multilateral. Las elecciones competitivas y abiertas se pautan en un tiempo prudencial una vez que todos los acuerdos políticos se hayan verificado y las reformas económicas se hayan implementado.
Nuevas Alianzas: Ante la intensificación de la movilización ciudadana y el recrudecimiento de la represión y el intento del Presidente Maduro de insistir con la convocatoria del proceso Constituyente, unos diputados moderados del chavismo deciden rebelarse en la Asamblea Nacional. Un grupo de ocho legisladores del PSUV amenaza al ala más radical con votar conjuntamente con la bancada opositora si Maduro no es obligado a renunciar y sustituido por un nuevo líder del partido. Aquí se abren dos modalidades de cambio: acuerdos dentro del chavismo o acuerdos con la oposición.
En el primer tipo de acuerdos, el chavismo se renueva y los radicales ceden ante la amenaza de los moderados; el chavismo se aglutina nuevamente alrededor de un nuevo líder y deciden abordar la crisis económica con apoyo de los organismos internacionales y los chinos. El nuevo Presidente no negocia con la oposición pero acepta hacer algunas concesiones parciales como liberar a los presos políticos y fijar un cronograma electoral para comicios regionales, locales y de Presidente que favorezca al chavismo, es decir, que les compre suficiente tiempo. Sin embargo, las inhabilitaciones se mantienen. La revolución continúa. El nuevo Presidente mejora sus niveles de aceptación y la elección se hace mucho más pareja pero no es perfectamente competitiva.
En la segunda modalidad de este mismo escenario, la Asamblea Nacional, ahora con una renovada mayoría calificada de las dos terceras partes, gracias a la alianza entre la disidencia chavista y la oposición, y con el apoyo internacional e incluso con la anuencia de los militares, logra cambiar la composición del TSJ y del CNE. También logra remover al Presidente y su vicepresidente. Un nuevo gobierno transitorio es escogido por la misma AN para cubrir el resto del periodo presidencial y reconocido por la comunidad internacional y las fuerzas armadas. Los presos políticos son liberados. La comunidad internacional respalda todas las decisiones del gobierno de amplia base y provee financiamiento para el programa de estabilización y emergencia social. Se mantiene la actual Constitución aunque se prohíbe la reelección presidencial. El programa de estabilización y emergencia social es respaldado por ambas fuerzas políticas, incluyendo los organismos internacionales y también los chinos.
La Imposición: En este escenario el gobierno logra doblegar las protestas a través de un uso desmedido de la represión que es tolerado por las fuerzas militares. La sociedad se desmoviliza gradualmente y las protestas se terminan concentrando tan solo en unos pequeños focos en la ciudad capital. La Rebelión de Abril es virtualmente derrotada. El presidente Maduro avanza con la convocatoria a la Constituyente sin ningún tipo de referendo previo –a pesar de la crítica internacional y de la decisión de la oposición de no participar en ella–, lo que le permite suspender formalmente cualquier tipo de elección y utiliza mecanismos corporativistas para unificar de facto al chavismo alrededor de su figura presidencial. Venezuela materializa su salida de la OEA y Mercosur. La crisis económica se profundiza y el estado comunal se consolida.
El Colapso: El gobierno de Maduro logra desmovilizar la Rebelión de Abril gracias a la incondicionalidad de los militares pero a un costo político interno muy alto. Los focos de protestas se mantienen. La convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente tampoco genera suficientes consensos dentro del gobierno. Todos los factores de poder coinciden en que la mejor Constitución es la de Chávez. La popularidad de Maduro se desploma y los moderados se rebelan pero tampoco pueden imponerse. El presidente Maduro logra sostenerse pero mucho más debilitado. Tampoco hay elecciones (el chavismo promete de forma poco creíble alguna elección presidencial en el 2019 pues el TSJ validó que el inicio del periodo fue a partir de su juramentación en abril de 2013). La represión a los partidos opositores y el uso de inhabilitaciones se intensifica. El gobierno continúa posponiendo las reformas económicas y se mantiene aferrado a los controles cambiarios y de precios. La producción petrolera acelera dramáticamente su caída ante la falta de inversión.
A mediados del 2018, a pesar de su voluntad de mantener los pagos de deuda, el gobierno hace default debido a su incapacidad para mantener los desembolsos frente a la caída de la producción petrolera y debido al tamaño de los compromisos financieros. El país descubre que lo que resta de las reservas internacionales en oro no son tan líquidas pues ya han sido pignoradas. La emergencia social se intensifica. La inflación se acelera. El país se anarquiza. La emigración aumenta y la violencia organizada toma pleno control de las calles. El país termina de colapsar.
Transición sin Transacción: La sociedad intensifica su movilización y amplía la conexión con diversos sectores sociales en todo el territorio nacional. Los militares encuentran que el costo de sostener la represión es demasiado alto y le solicitan al presidente Maduro que negocie algunas concesiones sustanciales con la oposición. El chavismo se mantiene unido alrededor de los más radicales –los moderados chavistas han sido silenciados– y deciden que no van a negociar otorgando condiciones previas y amenazan con ampliar aún más el despliegue de las milicias y los colectivos. Los militares se rebelan ante la incapacidad del chavismo de otorgar algunas concesiones sustantivas y optan por aliarse con la oposición para darle la estocada final al gobierno. Triunfa la Rebelión de Abril y se convoca a elecciones generales. Es la transición sin transacción. El nuevo gobierno afronta algunas reformas estructurales en la economía, a través de un programa de estabilización con el apoyo de diversas organizaciones multilaterales, pero con ciertas dificultades ante lo convulsionado del ambiente político, pues una parte del chavismo ahora está en la resistencia y denuncia que ha sido víctima de un golpe de Estado. Los partidos políticos pactan una reforma constitucional. Los colectivos inician una nueva ola de violencia.
***
Me gustaría culminar con algunas conclusiones que deben ser resaltadas. En todos los escenarios los militares son actores fundamentales, incluso en aquellos en los que las nuevas alianzas o la negociación, el asunto parece una transacción estrictamente política. Otra conclusión que surge del ejercicio, es que muchos expertos internacionales y nacionales enfatizan la importancia que juegan los moderados de ambos bandos para garantizar un cambio democrático. Mi impresión es que esta enseñanza para el caso venezolano es mucho más compleja y debe ser precisada: lo importante es que la oposición se mantenga unida más allá de la distinción entre moderados y radicales. El cambio democrático es virtualmente imposible sin unidad. Más bien, lo fundamental es que los moderados surjan del lado del chavismo y jueguen un papel preponderante en la resolución de la crisis, especialmente en una ruta que involucre un papel protagónico que puede llegar a tener la Asamblea Nacional con el apoyo de la comunidad internacional.
Si la oposición luce dividida entre distintas etiquetas, entonces los incentivos para los chavistas disidentes de transar con la bancada opositora se van a ver seriamente afectada por una simple razón, que es que su amenaza frente a los radicales del gobierno se vuelve muy poco creíble y por lo tanto muy poco efectiva. Finalmente, los militares siempre van a preferir una salida de la coyuntura actual a través de una negociación o un acuerdo entre chavistas o incluso un acuerdo en la Asamblea Nacional –por eso el afán del gobierno de insistir con la constituyente porque es la mejor manera de frenar cualquiera de estas otras alternativas (salvo la negociación)–. De modo que si los militares irrumpen en la escena política venezolana, no será porque fueron convencidos por la oposición, lo cual me luce muy poco factible, sino porque los radicales chavistas ante la presión de calle y su ceguera política optaron por no negociar de una forma sincera, es decir, aceptando algunas condiciones previas como liberar a los presos políticos y abrir el canal humanitario. Es evidente que los dilemas del país son complejísimos, pero también es cierto que tampoco son irresolubles, pues no hay una sola hoja de ruta sino varias.