lunes, 31 de agosto de 2020

DESDE EL TACHIRA CARTA ABIERTA A MARÍA CORINA MACHADO

 

domingo, 30 de agosto de 2020

DESDE EL TACHIRA CARTA ABIERTA A MARÍA CORINA MACHADO “No es Guaidó, somos los venezolanos, los que queremos expresar nuestra voluntad.” por Luis "Balo" Farias

Estimada María Corina Machado: Reciba un cordial saludo desde estas tierras andinas. 

Queremos por esta vía pública, dado el vínculo de afecto que a lo largo de estos años se ha creado entre nuestra tierra y su accionar político, invitarle a reflexionar y rectificar con respecto a la respuesta que ayer dio a nuestro presidente (e) Juan Gerardo Guaido Márquez. 



En primer lugar, evocamos en este momento, aquella ocasión, cuando arribó al aeropuerto tachirense y rodilla en tierra nos honró con sus palabras de enaltecimiento “a esta tierra bendita de hombres valientes.” 

Por ese emotivo gesto, que ha dejado huella en el alma regional, con el cariño y el respeto que por Ud. sentimos, nos tomamos la licencia de hacerle estas consideraciones: NO ES GUAIDO, SOMOS LOS TACHIRENSES VALIENTES como Ud., nos califica, quienes, originalmente, desde estas montañas, lanzamos al país la propuesta de “consultar al pueblo” como una manera de contrarrestar la farsa electoral parlamentaria del 6D y la pretensión de imponer una nueva y hasta ahora oculta Constitución. 



Nuestra propuesta se fundamenta en el artículo 5 de la Constitución de la República según el cual “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…” quien es el más llamado a poner cese de inmediato a la usurpación, por cuanto según el mismo artículo, “Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”. Igualmente, según el artículo 70 de la Constitución, la soberanía la ejerce el pueblo de manera directa, “mediante mecanismos de participación política”, entre los cuales se destacan “la CONSULTA POPULAR y las Asambleas de ciudadanos, que tienen carácter vinculante.” 

Somos los pioneros de la CONSULTA POPULAR, que ya ha cogido vuelo propio nacional e internacionalmente, gracias a la advertencia de la Iglesia en el sentido de que “la sola abstención… no basta” y gracias al llamado unitario que hizo el Presidente (E) Juan Gerardo Guaidó de convocar al país a expresar su voluntad a través de un mecanismo nacional e internacional de participación ciudadana masiva. 

En tal sentido, es de observar que ya la Iglesia católica, se había hecho eco de la CONSULTA POPULAR según lo expresado por la CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA (CEV) en su CARTA FRATERNAL A LOS VENEZOLANOS, de fecha 10 de enero de 2020, donde resalta y ratifica en el numeral 5 de su orientadora y exigente exhortación: “Ante la realidad de un gobierno ilegitimo y fallido, Venezuela clama a gritos un cambio de rumbo, una vuelta a la Constitución. Ese cambio exige la salida de quien ejerce el poder de forma ilegítima y la elección en el menor tiempo posible de un nuevo Presidente de la República. Para que sea realmente libre y responda a la voluntad del pueblo soberano, dicha elección postula algunas condiciones indispensables, tales como: un nuevo CNE imparcial, la actualización del Registro electoral, el voto de los venezolanos en el exterior y una supervisión de organismos internacionales…igualmente el cese de la asamblea Nacional constituyente El referido cambio presidencial lo posibilitan los artículos 70 y 71 de la Constitución venezolana.” 
Son reiteradas las exhortaciones del Episcopado Venezolano, referidas a la necesidad de que el pueblo recupere de manera efectiva el derecho de ejercer la Soberanía Popular y su Poder Originario del que es titular y sea sujeto y protagonista principal del cambio urgente y necesario que los venezolanos claman. 


Por eso, nos tomamos el atrevimiento de manifestarle que no entendemos, la inexplicable actitud suya de negarse a participar en la sensata invitación a la unidad para remar todos en la misma dirección. Sentimos que es nuestro deber, de manera respetuosa y con argumentos de peso, rechazar la descalificación de la CONSULTA POPULAR como herramienta constitucional, pacífica y electoral para movilizar a los venezolanos y sacudirnos la anomia social en que nos ha sumido el deliberado secuestro de la libertad merced a los planes de dominación colectiva desarrollados por quienes detentan de facto el poder. 


En tal sentido, a propósito de su respuesta preconcebida aún antes del encuentro con el Presidente (E) Guaidó, le recordamos y citamos la carta de nuestro Libertador Simón Bolívar a Santander en octubre de 1826 en una circunstancia similar: “En una palabra, mi querido general yo no conozco más partido de salud que el de devolver al pueblo su soberanía primitiva para que rehaga su pacto social. Ud., dirá que esto no es legítimo: Y yo, a la verdad no entiendo que delito se comete ben ocurrir a la fuente de las leyes para que remedien un mal que es del pueblo y que solo el pueblo conoce. Digo francamente, que si esto no es legítimo, será necesario a lo menos, y, por lo mismo, superior a toda ley; pero más que todo es eminentemente democrático” 
En esas expresiones del Libertador, hay una lección a tomar en cuenta en estos momentos aciagos que vive lo que queda de república y nos preguntamos parafraseando su mensaje ¿Qué perjuicio existe en consultar a los dueños de la soberanía popular para que sean ellos los que fijen la hoja de ruta en estas horas tan aciagas que vive la patria? 

 En el mismo orden de ideas, rechazamos que se descalifique la convocatoria actual con el argumento de que “ya el pueblo fue consultado el 16 de julio de 2017”. Cosa cierta lo de la consulta realizada y cuyo mandato está aún pendiente por parte de una dirigencia que hoy observa confiscados sus partidos, símbolos y tarjetas y esa situación debe hacerles reflexionar profundamente para entender que la palabra del soberano debe respetarse y a estas alturas queremos creer que aprendieron la lección. 
Aunque, haciendo honor a la verdad, no es del todo cierto que el liderazgo opositor convocante en esa oportunidad, haya ignorado totalmente el veredicto popular de entonces, recordemos que se juramentaron órganos del estado que hoy se encuentran en el exilio y nuestro actual presidente encargado, nunca se doblegó ante la espuria Asamblea Nacional Constituyente, así como tampoco el actual Vicepresidente de la Asamblea Nacional Juan Pablo Guanipa, electo gobernador del Estado Zulia quien dignamente no se prestó a la maniobra de juramentarse ante dicha Asamblea desconocida por el veredicto popular. 
También debemos reconocer que el gran apoyo internacional que hoy tenemos, se debe en gran parte a esa gran manifestación cívica del noble pueblo venezolano. 

¿Qué hace distinta de aquella, la presente convocatoria a una CONSULTA POPULAR? 
En primer lugar que la manifestación de la voluntad, por aprobación de la mayoría de los venezolanos donde quiera que se encuentren, sería UN MANDATO CONSTITUCIONAL; en segundo lugar que hoy contamos con el apoyo internacional que antes no teníamos, como el de la OEA y de aquellos países que tienen Embajadas y Legaciones diplomáticas en el país, lo cual permite “certificar los resultados de la CONSULTA POPULAR” y por tanto del MANDATO emitido por “LA VOZ DEL PUEBLO”

Igualmente, observamos con preocupación, el argumento de que al Presidente Guaidó le quedan 120 días para que expire su interinato. 

Esta apreciación jurídica y políticamente es equivocada y hace grave daño a la oposición por lo cual hay que salirle al paso. En efecto, se pretende hacer ver que la consulta persigue cómo fin primordial “colar” una prórroga indefinida de la presidencia interina, declarando la continuidad de la vigencia de la AN después de vencido su lapso constitucional. 

Ese argumento es efectista pero no es válido, ya que los países que reconocen a nuestro Presidente Encargado y aquellos que solo reconocen como único poder legítimo, a la actual Asamblea Nacional, ya se han pronunciado desconociendo la inconstitucional convocatoria a elecciones parlamentarias hecha por la Usurpación y han anunciado que seguirán aceptando la vigencia de dicho ente como el único poder legítimamente constituido en Venezuela, hasta que se efectúen elecciones libres para Presidente y para la renovación de los demás poderes públicos. De manera que no se requiere convocar una consulta popular para tal fin. Además, aun desapareciendo la actual Asamblea Nacional, dada la ausencia absoluta generada por la nulidad de las elecciones de mayo de 2018, Juan Guaidó seguirá encargado de la Presidencia de Venezuela, hasta tanto sea elegido un nuevo presidente según lo establecido en el artículo 233 de nuestra Carta Magna. 

En cuanto a la prédica de que solo por la vía de la intervención multinacional humanitaria se logrará el cese de la usurpación, hemos venido planteando que esa tesis no es contraria a la CONSULTA POPULAR, por el contrario, preguntándole al soberano si autoriza esa vía, en caso de no acatarse su voluntad de cese de la usurpación, se potenciaría esa petición, que ya no sería una solicitud ni una exhortación de un grupo de individualidades sino que será un mandato para autorizar en nuestro territorio la intervención humanitaria multilateral para proteger y liberar a todo un pueblo sometido a un genocidio sin precedentes por su sistematización y crueldad

En tal sentido, pensamos que Ud., en lugar de oponerse a la Consulta debería exigir que se le pregunte al pueblo soberano explícitamente ¿Sí aprueba o no, la aplicación de la OPE? De ser así, tenga la seguridad que todos los venezolanos lo aprobaremos, porque si de algo estamos claros es que solos no podemos, y no podremos salir de las organizaciones terroristas y criminales que ocupan el espacio geográfico nuestro. 

Es por ello, que le proponemos, en virtud de que es de su interés, dinamizar, y activar, al concierto de naciones y sus instituciones organizacionales, OEA, ONU, UE, GRUPO DE LIMA, GRUPO IDEA, GRUPO CONTACTO, para procurar que se ejecuten mecanismos de intervención humanitaria, que en este gran plan unitario convocado, motu propio, dedique a coadyuvar con la actividad diplomática para el logro de los fines y cometidos en ese sentido. 
Usted, es conocedora del patrón de comportamiento y de la línea de los tiempos, que suelen suscitarse en el ritual del derecho público internacional, cuyos plazos, lapsos y términos, no son tan urgentes; pero, consideramos que mediante una labor aguda, agresiva, permanente y continua, por Ud., emprendida, pudiera darse frutos a corto o mediano plazo. 

Le significamos con respecto al TIAR, que fuere denunciado por la satrapía en el 2012, ya reactivado por el Presidente Encargado, que en el mes de septiembre del 2019, en una primera reunión, se propuso en el debate de los 18 países que lo integran, la posibilidad real de la intervención humanitaria con acompañamiento militar. En una segunda reunión en diciembre del 2019, donde no se definió esta medida, si no se optó por mecanismos coercitivos de tipo político, diplomático o económico, como una especie de antesala a la última acción, cual es, la intervención humanitaria con acompañamiento militar, asunto diferido para debatir en el mes de marzo del presente año, dinámica q no se ha realizado, por las razones conocidas y entre otras la pandemia que nos azota. 

Lo antes expuesto es la gestión que ya está en marcha, a través de la OEA y el Grupo de Lima, a nivel del hemisferio americano; pero, coetáneamente a esta gesta, el 4 de mayo del 2019 se planteó en la ONU, que se discutiera en agenda, la aplicación del R2P, para Venezuela. 

Siendo sometido a votación de la ASAMBLEA de la ONU con un resultado aplastante de 93 a favor contra 16 en contra. Como podrá Ud., apreciar, estas son iniciativas graduales y progresivas que se han venido ejecutando y que seguro bajo su liderazgo y bien coordinados pudiésemos tener resultados sobre este tema. 

Apreciada Líder, el acto comicial de la CONSULTA POPULAR, es imaginable y visible ante el mundo, con una gran masa de ciudadanos participando, expuestos al concierto nacional e internacional, éste último el más importante, cuando se encuentren en los distintos escenarios de los espacios públicos de la geografía nacional, regional, municipal y parroquial, participando en tal evento, es una movilización con sentido organizacional, planificado, que persigue un fin, con amparo constitucional e internacional, que sí tendría efectos vinculantes. 

Creemos firmemente que los líderes de la oposición que cuentan con la admiración y el respeto de todos, deben demostrar en esta menguada hora de la patria, que saben empinarse por encima de los intereses partidistas y las naturales apetencias de poder para unirse en un haz de voluntades por la liberación de la República. 

Estimada y admirada María Corina, finalmente, le anexamos a continuación la inmensa lista de venezolanos que desde diversas ONGs y trincheras cívicas, le hemos solicitado al presidente Guaidó que asuma esta ruta para tomar en cuenta a todos los venezolanos, ya que “SI EL PROBLEMA ES DE TODOS, DEBEMOS CONSULTARLE A TODOS” de manera que cuando usted no apoya a Guaidó en esta propuesta que toma forma rápidamente, nos la está negando, a todos los venezolanos que creemos firmemente, que no solo debemos ser consultados sobre el destino del país, sino también obedecidos por los órganos del poder constituido y por aquellos que quieren ser nuestros dirigentes políticos.

Para reflexión final recomendarle el prestar atención a otro grande de la historia, Winston Churchill, cuya frase al final del discurso que cambió la historia del mundo fue: "Los que nunca cambian de opinión, nunca logran cambiar nada". verlo hasta el final, que son 8 minutos que pueden orientarnos y ayudarnos entre venezolanos: Churchill y la crisis venezolana - lecciones de vida youtu.be/N5zKn1jM1SE vía @YouTube

                                                            Sin otro particular. 

                                                                        Atte. 
                                                    Por la Rebelión de Las Regiones 
                     Drs. Luis “Balo” Farías, Leomagno Flores A., Jesús Alberto Berro

lunes, 24 de agosto de 2020

Morirse (en Venezuela) en estos días Opinión | agosto 24, 2020 | 6:30 am. Alternative Text Carolina Jaimes Branger

 

Morirse (en Venezuela) en estos días

Opinión | agosto 24, 2020 | 6:30 am.

Vivir en Venezuela se ha convertido en un rosario de desgracias. Pero morirse como que es todavía peor. Y morirse en el interior del país, peor que pésimo (querido Alexis Márquez Rodríguez, dondequiera que te encuentres, perdóname este horror de sintaxis), pero es que es así: peor que pésimo.

La mamá de un amigo murió hace un par de semanas en un pueblo del interior. No fue de coronavirus. Tenía cáncer desde hace años y falleció en su casa. Mi amigo salió de Caracas tan pronto le avisaron. Me dice que lo detuvieron –y lo retuvieron- en no menos de veinte puntos de control. Un viaje que usualmente era de tres horas y media, esta vez le tomó casi siete. Me dice que uno de los guardias del pueblo que lo paró le preguntó que cómo le constaba a él que su mamá se había muerto de verdad. Y tal vez ése sea el resultado de que aquí la gente inventa cualquier cosa…

Lo primero que pasó cuando llegó al pueblo es que le informaron que la camioneta de la funeraria no tenía gasolina. Pero eso lo dijeron cuando la señora llevaba más de 12 horas de fallecida, no había electricidad y el calor era insoportable. Mantener un cadáver en esas circunstancias es terrible.

La búsqueda de la gasolina fue toda una odisea: como en el pueblo no había ni una gota en ninguna de las tres bombas de gasolina que tiene, a mi amigo le sugirieron que fuera al comando de la GN, que allí “seguro que tenían”. Para allá se fue, convencido de que lo iban a matraquear, pero jamás pensó que tanto. Terminó “negociando” a $5 por litro y cuando llamó a la funeraria para que llevaran la camioneta, éstos dijeron que la llevaban sólo si les llenaban el tanque. En Venezuela nada debe extrañarnos ya, pero aprovecharse de una situación así, caramba, todavía sorprende. La cuenta final fue de casi $400, que tuvo que reunir entre familiares y amigos. Cuando finalmente llegaron a buscar el cuerpo, éste estaba ya hinchado. La electricidad no había vuelto.

El siguiente paso era obtener la partida de defunción. Otra matraca. El funcionario que expedía las partidas no estaba. La secretaria decía que tenían que esperar, que no sabía a qué hora llegaba. Cuando mi amigo le pidió que lo llamara, ella le preguntó “¿y cómo para qué?”. Mi amigo le respondió “como para que venga, ¿para qué más?”. La señorita se ofendió y le dijo que lo iba a denunciar porque le había “faltado el respeto”. Llamó a un policía que lo amenazó con detenerlo ¡y lo detuvo!

Estaba muy bien versado en lo que concierne a la “Ley sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia”, y lo increpó sobre los dos “delitos” que acababa de cometer: violencia sicológica y violencia “simbólica”. Le leyó los dos primeros apartes del artículo 15 sobre violencia psicológica y el acoso u hostigamiento y le advirtió que podría ser sancionado con prisión de seis a dieciocho meses.

Unos días después mi amigo se enteró de que era una bien montada estafa y que él no había sido ni la primera, ni la única víctima. El hecho es que su hermano tuvo que reunir $150 para llevárselos y que pudieran soltarlo. Al soltarlo apareció el funcionario desaparecido y emitió la partida de defunción. Entre él, la secretaria y el policía, habían ganado $50 cada uno en apenas dos horas y sin trabajar. Cuando uno piensa que los médicos residentes ganan $5 al mes, lo que provoca es llorar.

Y la historia no termina aquí… el cementerio tenía “horario de coronavirus” y por la tardanza con la partida de defunción, la “detención” de mi amigo y la búsqueda de los dólares, tuvieron que esperar hasta el día siguiente para enterrar a su madre.

Si usted cree que vivir en Venezuela es una tortura, es porque todavía no se ha muerto…

@cjaimesb

miércoles, 19 de agosto de 2020

La cuadratura del círculo - Fernando Luis Egaña

 La cuadratura del círculo


Fernando Luis Egaña


Pretender "democratizar" a una hegemonía despótica, depredadora y corrupta, mientras ésta mantenga el control del poder, es como pretender la cuadratura del círculo. Las analogías que se intentan hacer con la transición chilena, la española y al menos un par de transiciones venezolanas, de regímenes dictatoriales hacia aperturas democráticas, son impropias, para decir lo menos.


En algunos casos porque el hegemón de la dictadura había fallecido, en otros porque el dictador fue derrocado antes de que se iniciara el cambio, y en otros, porque si bien eran regímenes autoritarios, se mantenía un esquema básico de Estado de derecho, que permitía espacios efectivos para la oposición política y las relaciones cívicas. 


En Venezuela no hay Estado como tal. No hay un poder público institucionalizado, así sea de carácter autoritario o hasta totalitario. Lo que hay es un poder de hecho que se encuentra en manos de clanes y carteles, tanto de naturaleza política, como militar, financiera y para-militar.


Todos estrechamente imbricados a la criminalidad organizada, de alcance nacional, regional y más allá, que operan de manera absolutamente arbitraria, a contravía del derecho internacional, para no hablar del interno, que fue vuelto añicos hace ya un par de décadas. Una especie de "pranato" con diversas manifestaciones, cada una más peligrosa que la otra.


En otras palabras, el territorio de Venezuela es un santuario para el mundo de lo ilícito, y en ese contexto es imposible que exista un Estado, y mucho menos uno de derecho, como lo estructura la Constitución formalmente vigente. De nuevo, la cuadratura del círculo. 


La hegemonía hace y deshace lo que le da la gana, y sólo desde algún tiempo tiene las limitaciones crecientes de las sanciones internacionales. Pero en cuanto al manejo interno del poder, hasta el presente, ha conseguido salirse con la suya, a pesar de la catástrofe humanitaria que padece la abrumadora mayoría de la población.


Todo ello ha contribuido a suscitar un pronunciamiento muy representativo de la comunidad democrática internacional, en favor de un proceso de transición que tenga por objeto el establecimiento de instituciones, así sean elementales, que permitan la expresión libre de la voluntad popular, y el impulso de cambio sustancial en la vida venezolana, en lo político, económico y social. 


El referido proceso implica que la hegemonía despótica no continúe controlando el poder, con base a las mismas previsiones constitucionales. Y la presión nacional y foránea, de manera intensa, serían los medios esenciales para tal fin. Llama la atención que un hecho tan importante no haya tenido la debida resonancia en Venezuela.


¿Otra oportunidad perdida? Prefiero dejar abierta la pregunta, y que el devenir de los acontecimientos la vayan contestando en el sentido que sea. Pero una cosa debemos insistir. Mientras Maduro y los suyos, incluyendo a los patronos cubanos, sigan donde están, no hay ninguna posibilidad de cambio democrático. Una vez más, la cuadratura del círculo.

domingo, 16 de agosto de 2020

¿Por qué no ha caído la tiranía en Venezuela? Háblame24 Hace 3 horas 0 26 5 minutos de lectura Madrid, 16 ago (Por Antonio Ledezma)

 Venezuela

¿Por qué no ha caído la tiranía en Venezuela?

Madrid, 16 ago (Por Antonio Ledezma). – El problema -la verdad sea dicha- es que siempre estamos de retro, cambiando la estrategia propia por la del dictador de turno, Maduro o Chávez.

Así ocurrió en diciembre de 2005, cuando la estrategia de colocar en alto relieve las truculencias e irregularidades urdidas por el aparato de Chávez que imponía su esquema de manipulaciones en el CNE, se cambió en enero de 2006. ¿Se acuerdan que de la abstención de 2005, con el fin de desequilibrar el régimen chavista, “saltamos en garrocha a Maracaibo”, donde se resolvió que de una encuesta emergería el candidato presidencial entre Rosales, Teodoro y Borges?

Luego en abril de 2013 se suspendió la marcha que me correspondió anunciar en rueda de prensa a solicitud de Capriles como candidato vencedor ante Maduro. Esa marcha se canceló abruptamente, tal como fue la puesta en escena a finales de 2016.

Recordemos también que la marcha convocada desde una improvisada tarima frente a La Carlota, en plena autopista, que tendría como punto final llegar a Miraflores, trocó en un penoso diálogo en el Hotel Meliá, con un documento firmado que terminó siendo una rendición de la oposición.

En julio de 2017 más de 7 millones de venezolanos respondimos las tres preguntas formuladas en aquel histórico plebiscito ¿y qué pasó? Pues bien “la gran traición”, porque la misma élite de dirigentes que promovió esa consulta, dos semanas después se metieron en elecciones regionales organizadas por Maduro. Se olvidaron muy rápido de los 137 venezolanos asesinados entre febrero y julio de ese año.

Después vino la parodia de los auto excluidos.

Del frustrado revocatorio de mayo 2016 fuimos a parar a Dominicana. La ciudadanía salió a firmar venciendo todos los obstáculos.

Ancianos viajando en autobús desde La Boyera a Higuerote. Mujeres madrugando para firmar en donde se les diera la gana a los tramposos del CNE, pero firmaban. Esa fue una verdadera epopeya. ¿Y qué pasó? Pues bien, más de lo mismo, los dirigentes que decidían que hacer, dieron un viraje espectacular dejando de lado, una vez más, la estrategia original. Ese neonato revocatorio murió sin pena ni gloria.

Más reciente se produjo “el salto atrás” retomando la pócima diabólica de los diálogos y en consecuencia, la estrategia iniciada el 23 de enero de 2019, con gente protestando en las calles de toda Venezuela  y coreando el estribillo de “cese de la usurpación, gobierno  de transición y elecciones libres”, se cambió cuando se le dio a entender a esa gente que la orden era “todo el mundo para sus casas porque esto se va a resolver en una mesa de diálogos en Barbados”.

Ya sabemos que ha ocurrido: la calle se enfrió, la gente está desconcertada y Maduro, otra vez, logró imponer su estrategia de ganar tiempo a como de lugar. Nunca se admitió que “esos diálogos en Venezuela están en la antípoda de los diálogos de Mandela”.

¿Qué el pueblo ha estado inmovilizado? Falso. Lo ha dado todo y en todos los terrenos. Y dicho sea de paso es gracias a esa tenacidad y a ese arrojo de la ciudadanía que se mantiene viva la esperanza de impedir que esa satrapía se enquiste para siempre usurpando los poderes públicos.

¿Qué además de abstenerse hay que hacer otra cosa? Siempre habido una agenda, una ruta, lo trágico es que ha sido desvirtuada. Porque lo acordado originalmente no se honra.

Por ejemplo, la promesa medular en el marco de la campaña por las parlamentarias de 2015 fue que “designaríamos nuevos poderes públicos”. Eso nunca se hizo. Continuo Tibisay Lucena manipulando el CNE y Maikel Moreno como capo del TSJ irritó.

La dirigencia que secuestró las tomas de decisiones no tolera ni asimilan críticas. Se ha dicho oportunamente que tienen en sus predios unos “criaderos de alacranes”. Que están infiltrados. Que reabrir las puertas del parlamento a los ex diputados del PSUV era un suicidio, que negociar con mafias o dialogar con esa corporación criminal era ceder terreno y no hicieron caso. Más bien respondían con arrogancia y con una prepotencia propia de caudillos de viejo cuño.

Bien se sabe que si siembras papas cosecharas siempre sólo papas. Pues bien, si se prosigue aplicando la misma línea de conducción vamos a escarmentar idénticas consecuencias, así, una y otra vez, sufriremos los desencantos de marchas y contramarchas. De reuniones secretas.

De promocionar un juicio a Maduro para terminar dialogando con él. De sucumbir en las “batallas de Cúcuta, de La Carlota y de Barbados”.

¿Doloroso, verdad? Si, más aún es indignante porque da muchísima rabia calibrar entre las inmensas posibilidades que hemos tenido de barrer con esa basura y la seguidilla de errores cometidos. ¿Ingenuidad? ¿Premeditación? ¿Improvisación? Dios sabrá que hay en medio de esta colección repudiable de traspiés.

Lo cierto es que nunca hemos estado de brazos cruzados porque llevamos más de 20 años haciendo de todo y en todos los terrenos. Con las naturales diferencias entre dirigentes, por aquello que decía Marañón “las antipatías y las simpatías son reciprocas”.

¿Por qué aquellas gloriosas marchas del 2002, que hicieron posible echar de Miraflores al impostor, derivaron en el asombro conqué despertamos los venezolanos el día 13 de abril? Porque hubo jugadas individuales que dieron al traste con esa victoria de lucha ciudadana.

Falló la conducción estratégica, cada quien supuso que tenía derecho a hacer lo que mejor le pareciera y Chávez resucitó, después de haber renunciado, para caracterizar como golpe el vacío de poder que él mismo produjo. Esa es la pura verdad.

No pretendo ahogar el optimismo de la gente en esta oleada de reflexiones, pero es inevitable ver flotar en esa riada, que arrastra tantos fracasos, la piratería conque se ha conducido la nave del Cese de La Usurpación.

Es hora de que la estrategia contemple la moral como un catecismo para que la estrategia que se acuerde se respete en el entendido de que los principios no se pactan jamás.

Es hora de orillar a los tránsfugas, sin reparar en que embarcación han venido participando en esta navegación que no termina de atracar en puerto seguro. Eso hay que hacerlo, porque, al fin y al cabo, según Trosky, “el fin de todo régimen conlleva al fin de la oposición que lo ha sustentado”.

Los fantasmas del pasado persisten en proseguir escamoteando los esfuerzos de la hora actual. Es improbable, por no decir imposible, lograr la transición conveniente a los intereses del país pagando unos peajes colocados de tramo en tramo. El de los dogmas, el del sectarismo y los de la cohabitación.

Finalmente, estamos de nuevo entre dos estrategias: la de Maduro que es montar unas elecciones parlamentarias a su conveniencia y la de nosotros que es lograr el Cese de la usurpación. Es más que evidente que “las parlamentarias a la carta de Maduro” serán tan fraudulentas como las parodias electoralistas de esa naturaleza del 30 de julio de 2017 y del 20 de mayo de 2018 respectivamente.

Te recomendamos leer también: UE rechaza invitación de Maduro para elecciones legislativas

Si avalamos ese nuevo fraude tiraremos al basurero de la historia el colosal e inédito respaldo internacional que ha caracterizado a Maduro como ilegitimo. Y terminara cesando la transitoriedad de Guaidó.

Si resistimos y desarrollamos una campaña desconociendo esa tramoya, retomando con renovados bríos el Cese de La Usurpación, será posible rehabilitar las movilizaciones en todos los ámbitos; eso sí, es menester una dirección política coherente, respetable y creíble, aunado a una agenda que no deje de contemplar la invocación de la Intervención Humanitaria internacional con base a las herramientas legales vigentes a la mano: El Concepto de Responsabilidad de Proteger (R2P/ONU), El TIAR (OEA) o La Convención de Palermo (ONU).

Es imposible ocultar la fragilidad de ese régimen, hoy más débil que nunca. A Maduro le queda la represión que aplica despóticamente con sus brazos armados, plenamente identificados. Le queda ese estropajo del TSJ que está en la mira de la verdadera justicia internacional. Le queda esa alianza con las transnacionales del narcotráfico y del terrorismo internacional que le acarrean más sanciones y la proximidad de una operación jaque mate.

martes, 11 de agosto de 2020

Un Rey se ha ido, viva el Rey, por Fernando Mires Fernando MiresPublicado agosto 9, 2020

 

Un Rey se ha ido, viva el Rey, por Fernando Mires

Un Rey

@FernandoMiresOl


Una amante, elefantes baleados y un maletín con ilícitos dineros. Si hubiera sido un político, nada extraordinario. No hay día en los que la prensa no destape escándalos, corrupciones de todo tipo, aún entre los más conspicuos de ellos (recordemos a Chirac, Zarkosy, entre varios). Pero, aunque su importancia sea política, no estamos hablando esta vez de un político sino de un rey emérito: Un Rey: un representante de lo real, en sentido lacaniano (un poder que está más allá del poder de lo que conocemos como poder), un rey en sentido de lo real de nuestra modesta realidad, un rey representante de la realidad de su propia e histórica realeza. En cierto modo, la suma y síntesis de las tres legitimidades de Max Weber: la tradicional, la legal-racional, y la carismática.

Un columnista de ABC, Ignacio Camacho, resumió el significado de la realeza en un régimen parlamentario de modo más acertado que cualquier politólogo: “La monarquía” – escribió- “no es un ideal ni un mito sin significado, sino un instrumento pragmático, una garantía de arraigo para preservar la cúpula del Estado de tentaciones disruptivas y aventurerismos sectarios”

La definición dice mucho: El Rey juega un papel protector con respecto al Estado, es la idea. Con el ostracismo de Juan Carlos, lo que está teniendo lugar en España no es la decapitación moral de un rey emérito sino – hay que decirlo con todas las letras – un proyecto político cuyo objetivo es destruir la monarquía. O para decirlo aún más claro: estamos hablando de la alianza tácita – aunque a veces explícita – entre los populacheros de Podemos (en el sentido de Laclau el término populista les queda algo grande) y los nacionalistas de territorios que en el pasado nunca fueron nación, como es el caso de Cataluña.

En breve: populistas sin pueblo, nacionalistas sin nación. Y detrás de ellos, una masa desarraigada, furiosa, histérica que en otros países es homofóbica y que en España ha llegado a ser monarquifóbica.

La monarquía ha pasado a ser en estos momentos un chivo expiatorio (en el sentido acordado por René Girard) en una nación desesperada por una pandemia que nunca se va, por una crisis económica (o lo que es lo mismo: turística y hotelera) de proporciones infinitas, y por un gobierno que solo sabe transar y nunca gobernar. Hay que buscar al culpable. Esa es la divisa.

El pobre rey viejo, caído en deslices, pecados y torpezas humanas (demasiado humanas) calzaba perfectamente en el rol del chivo. Es por eso que el gobierno, probablemente en consuno con otros sectores de la clase política, decidieron sacarse el problema de encima lo más rápido posible y mandar al Rey a cualquier parte. La otra alternativa habría sido – calcularon ellos – que en medio de la pandemia, los de siempre: nacionalistas y demagogos, con la audacia que los caracteriza, levanten banderas antimonárquicas como si fueran la réplica post-moderna de la vanguardia jacobina de la revolución francesa.

¿No se han dado cuenta del crimen histórico que están cometiendo? El incisivo Arturo Pérez Reverte ha formulado la misma pregunta de un modo aún más dramático: “De verdad ¿nos creemos que el emérito se ha ido por su gusto, sin presión del gobierno ni de nadie, por iniciativa propia o de su hijo? ¿De verdad no nos damos cuenta de lo que está ocurriendo y va a ocurrir? ¿Y de verdad a los que se dan cuenta les parece bien o no les importa?”

¿Y a quién le importa la suerte de un rey decrépito? preguntarán los neo-anti-monárquicos. ¿No son las monarquías dinastías parásitas que viven de nuestro erario, simples fósiles históricos? ¿No ha llegado la hora de sacárselas de una vez por todas de encima?

Preguntas bien acogidas no solo por el vulgo sino también por politólogos y analistas que miden la realidad política con reglas de cálculo. Ni se les ocurre pensar que en Europa hay otras naciones – algunas bastante más modernas y avanzadas que España – con racionales servicios de seguridad social e incluso con fuertes partidos socialistas – que no solo se rigen por los principios de la monarquía parlamentaria sino, además, rinden a sus monarcas los honores correspondientes: Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda, y otras aldeas tercermundistas.

Tampoco han observado que las naciones en donde no existe una figura monárquica, o en su defecto, una instancia que ocupe el lugar simbólico que otrora ocupaba el Rey, están peligrando en su condición democrática de un modo mucho más notorio que las monarquías parlamentarias.

El Rey es un sobreviviente del feudalismo en plena sociedad industrial dicen los que aprendieron ese marxismo-leninismo de silabario propagado por Monedero, Iglesias y Montero desde sus chalets. Por supuesto, desconocen el hecho, ampliamente probado por historiadores como Helmut Georg Koenigsberger y John Elliot, quienes en sus estudios sobre las llamadas “monarquías compuestas” demostraron que las emergentes monarquías europeas del siglo Xlll crearon las bases políticas para que comenzara el desmoronamiento del feudalismo, e incluso que las primeras formas de organización deliberativa, o pre-parlamentos, surgieran en Escandinavia, Polonia, Gran Bretaña e incluso en la España de las Juntas. Todas bajo el amparo de la monarquía. Incluso, la propia primera Convención de los franceses, la misma que proclamó los Derechos del Hombre, surgió con el visto bueno de la monarquía.

¿No mostró el revisionismo histórico francés (Michelet, Quinet, Tocqueville entre otros) con datos y hechos que la revolución después del asesinato de Luis XVl no dio origen a una democracia sino a formas de dominación anti-parlamentarias a las que sin problemas podríamos calificar de pre-totalitarias como fueron las de Robespierre y Napoleón? La democracia llegaría a Francia mucho después, influida antes que nada por la democracia parlamentaria de los ingleses más que por su propia y sangrienta revolución.

No, definitivamente no. Las democracias no son la antítesis de la monarquía. Todo lo contrario, la monarquía ha sido el manto protector del lugar donde surgieron.

Claude Lefort lo ha explicado mejor que nadie: “En la monarquía, el poder se incorporaba en la persona del príncipe (o Rey). El príncipe era un mediador entre los hombres y los dioses. O bien, bajo el efecto de la secularización de la actividad política, un mediador entre los hombres y las instancias trascendentes de la justicia soberana y la razón soberana. Sometido a la Ley y por encima de las leyes, condensaba en su cuerpo, a la vez mortal e inmortal, el principio de la generación y orden del reino” 1991: 26). O también: “el poder en tanto era encarnador, en tanto estaba incorporado en la persona del príncipe, daba cuerpo a la sociedad. Había un saber de lo que era el uno para el otro, saber latente pero eficaz, que resistía a las transformaciones de hecho, económicas y técnicas” (Lefort, 1990: 189)

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Siguiendo a Lefort, la desaparición de la monarquía (Lefort escribe desde una perpectiva muy francesa) dejaría detrás de sí un trono vacío. En ese trono vacío no debería sentarse nadie para siempre. Ese trono vacío, creía Lefort, es la condición de la democracia. Pero como advirtiera el mismo, ese trono vacío será eterna tentación para que, en nombre de la democracia se sienten políticos con pretensiones mesiánicas reclamando para sí las atribuciones que ayer correspondieron a la potestad del absolutismo real: son las llamadas dictaduras y autocracias de nuestro tiempo.

¿Cómo proteger al trono vacío con algo que sea más seguro que la voluntad siempre veleidosa y casquivana de los ciudadanos cuándo se dejan encandilar por las promesas de los anti-demócratas? La respuesta no nos la da Lefort. Pero podemos obtenerla mirando la historia de las democracias modernas.

En diversas naciones, políticos conscientes de los peligros que encierra una democracia librada al humor de la ciudadanía, han optado por crear organismos de protección.

En los EE UU el lugar de la soberanía del Rey, por ejemplo, ha sido ocupado por un libro puesto en el trono. Ese libro se llama Constitución.

La Constitución es allí el primer mandatario de la nación, hasta el punto que no son pocos quienes afirman que en los EE UU impera una dictadura de la Constitución. Una Constitución que está más allá del poder circunstancial de los partidos. Una que no es solo la letra de la Ley. Es el libro-rey que “constituye” a la nación como tal. Motivo que explica por qué en los EE UU es tan difícil modificar la Constitución. De acuerdo a la cuasi religión constitucionalista que allí prima, es preferible una Constitución anticuada a una Constitución alterada.

En países europeos en donde no rige la monarquía parlamentaria, ha sido inventada la figura del Presidente no ejecutivo, vale decir, la de un humano honorable que actúa más allá de los partidos. Un humano, dicho de modo terminante, cuya función es simular el poder del Rey. En muchas ocasiones dicha simulación ha funcionado.

Recientemente, en países como Austria e Italia, sus respectivos presidentes han actuado como diques de protección en contra del avance de los nacional-populistas del mismo modo como ayer Juan Carlos, el vilipendiado, lo hizo frente a los franquistas.

No obstante, la figura del Presidente no-ejecutivo también puede ser alterada. Lo estamos viendo en el caso de Polonia, donde su presidente Duda no pasa de ser un empleado al servicio del populismo nacional dirigido por Kacksinsky. Este último, a su vez, no ha hecho más que seguir el ejemplo de Putin cuando gobernaba como ventrílocuo detrás de esa marioneta llamada Medvédev.

El Rey en la Monarquía Parlamentaria – ese es el punto – es una figura más fuerte que la del Presidente no ejecutivo. Por de pronto, representa a la nación en su presente pero además en su pasado, en su historia. Gracias a ese Rey que no reina, la nación vive situada en el tiempo. Pues la monarquía parlamentaria, antes que monarquía, fue y es parlamentaria.

El Rey actúa en ella como un poder-símbolo, o como la presencia de un ser que, por el solo hecho de estar ahí, nos dice que el poder no termina en el estado o, lo que es parecido, que hay un poder sobre el poder. En ese sentido, en las monarquías parlamentarias, la monarquía no ha sido suprimida sino incorporada al estado en su doble papel. “El doble cuerpo del rey” lo llaman algunos historiadores (Gloel, 2014). Por una parte, un cuerpo sometido al poder terrenal. Por otra, un cuerpo simbólico situado más allá de las leyes. Un cuerpo dentro de la Ley y a la vez más allá de la Ley. Pero nunca fuera de la Ley, como confundió el desdichado Juan Carlos en España.

España necesitó de su Rey en un momento existencial de la historia reciente. Todos, algunos a regañadientes, lo reconocen. Probablemente lo volverá a necesitar en el futuro. Los demagogos de Podemos y los pseudonacionalistas vascos y catalanes así lo han comprendido. Por eso van en contra del Rey.

Luego irán en contra del Parlamento, como ocurrió en la Francia de 1789 y en la Rusia de 1917. Pues ellos no solo están en contra de la monarquía, sino en contra de la monarquía parlamentaria, vale decir, en contra de la simbiosis entre Monarquía y Parlamento. El Rey, como símbolo de integración nacional es para ellos un eje del sistema parlamentario en un parlamento que hace escuchar la voz de una sola nación, de un solo pueblo político. Un tema muy serio: Monarquía y Parlamento son los pilares del Estado español. Sin esos dos pilares el Estado se derrumba.

La monarquía parlamentaria supone la supresión del poder político del Rey en aras de su poder simbólico. Supresión dialéctica, en el sentido que confiriera Hegel al concepto de Auhebung. De acuerdo a esa concepción, las representaciones del pasado son incorporadas como figuras simbólicas en el presente. No deja de ser un procedimiento importante pues así como los individuos que reniegan de su pasado sin reincorporarlo al presente caen en las sombras de las más profundas depresiones, las naciones que han destruido su pasado – pienso también en la Alemania hitleriana- caen bajo las sombras del terror más despiadado.

El Parlamento Nacional es el enemigo principal del nacional-populismo español. El Rey, para sus seguidores, es solo una de las piezas de la integración nacional. Si el nacional-populismo logra zafarse de la monarquía, y España como nación única y unitaria desaparece para transformarse en la España Invertebrada que temía Ortega y Gasset, el populismo nacional tendrá el camino libre para avanzar hacia el centro vital de toda democracia: el Parlamento Nacional.

Quien quiera defender la unidad del estado tiene que defender en España a la monarquía parlamentaria. Pablo Iglesias ya lo entendió: eliminado Juan Carlos acorralará a Felipe. En los mismos momentos en que escribo estas líneas, intenta llevarlo a la silla de la justicia, acusado de encubrir los delitos de su padre.

¿Qué peor humillación para una monarquía que ser enjuiciada por un saltimbanqui de la política? Si es que podemitas y nacionalismos regionales logran sus propósitos, terminarán por llevar al Estado al banquillo de los acusados. Al fin eso es lo que buscan. Eso es lo que quieren. Hay que ser necio para no entenderlo.

No hay otra alternativa entonces: la obligación de todo demócrata español en estos momentos es la e proteger a su Rey para que, cuando llegue otro momento, el Rey los proteja a ellos.

Juan Carlos se ha ido. Políticamente está muerto. Pero el Rey no. Viva el Rey.

 

Referencias:

Elliot, John Imperial Spain 1469-1716. London 2002.

Gloel, Matthias, Las monarquías compuestas en la época moderna: conceptos y ejemplos, Universum 2014, Universidad de Talca

Koenigsberger, Hemuth, Monarchies and parliaments in early moderne Europa, Theorie and Society 5/2 Ansterdam 1978

Lefort, Claude, La invención democrática. Buenos Aires 1990

Lefort, Claude, Ensayos sobre lo político. Guadalajara, 1991

Weber, Max, Politik als Beruf, Stuttgart 1999-