viernes, 7 de agosto de 2020

EL HOSPITAL ITALIANO La desconcertante historia de una estrategia política

 

miércoles, 5 de agosto de 2020

EL HOSPITAL ITALIANO

La desconcertante historia de una estrategia política – con Covid19 y tácticas de negocios incluidas- que dejó sin prestación del Auxilio de Servicios de Salud a la comunidad italiana en Venezuela.

 

Los italianos residentes en Venezuela -unos 140.000 en total pero en descenso por el efecto migratorio- son afectados por los múltiples problemas que aquejan al otrora boyante país sudamericano.

Cierre de empresas, devaluación de la moneda; inseguridad jurídica y personal, ineficiencia de los servicios públicos, dificultad de acceso (y baja calidad) a los sistemas de salud, pensiones risibles que no superan los US$2,00 mensuales y muchas otras dificultades eran, y son, el pan de cada día. Por si fuera poco un pavoroso proceso  inflacionario -el segundo más alto del mundo- mantiene a la moneda, el Bolívar Soberano, acorralado junto al poder de compra de los ciudadanos, en beneficio de monedas duras, especialmente el dólar americano.  Y de quienes tienen acceso a las divisas.

Ello atenta contra la calidad de vida de toda la población. Y los italianos, por supuesto, no son la excepción.

 

UN POCO DE HISTORIA.

Urgidos por la situación planteada y con aprobación de “La Farnesina” (Ministerio de Asuntos Exteriores) de la época, en 2016 las autoridades de la Embajada y Consulado de Italia en Venezuela decidieron intervenir para paliar la situación provocada por la importante crisis económica local en beneficio de la Comunidad Italiana, especialmente referida al ámbito de la salud.

Para ello se seleccionó una Administradora de Salud Ad-Hoc - B.O. Medical S.A. (*BOMsa) – y se estableció una política de asistencia general que complementaba las funciones de la Oficina de Asistencia Social del Consulado Italiano (*OASCI) que carecía del personal y la funcionalidad operativa suficiente para ocuparse de dicho fin.

Tal convenio  funcionó por más de tres  años. Era sencillo, fácil de aplicar, denominado en moneda oficial (Bs.S) y llegó a atender integralmente a más de 1.100 italianos afectados por la crisis. El procedimiento era expedito: Se hacía la solicitud a la *OASCI, se analizaba el caso y se autorizaba (o no) la asistencia solicitada.

En consecuencia la Comunidad Italiana disfrutó –era vox populi que se mostraban orgullosos de ello- de buenos, amplios, concretos, rápidos, eficaces y comprobables  servicios de salud. Todo ello derivado de la política asistencial del Estado Italiano, aplicada a tiempo y correctamente.

 

2019. EL AÑO DEL CAMBIO.

Con los cambios políticos ocurridos en Italia a partir de las elecciones de marzo de 2018, era casi natural esperar variaciones en la política exterior italiana.  Una de ellas afectó a los programa de asistencia y salud implementados en Venezuela.

De tal forma que empezaron los conflictos entre el Consulado y *BOMsa, con acusaciones de lado y lado que, por su extensión no caben en el presente trabajo. El resultado fue la no renovación del contrato de servicios en su fecha de vencimiento, diciembre de 2019.

Como resultado, la Comunidad Italiana –ajena a todo lo anterior- dejó de recibir, sin aviso previo y de la noche a la mañana, tanto los servicios médico-asistenciales como el auxilio de medicinas y otras ayudas adicionales..

Todo ello sin que el Consulado General, proveyera un sustituto funcional y operativo – aun cuando fuese provisorio-  para evitar las terribles consecuencias  que dicha política trajo tanto  para la salud  como para la propia vida de personas con casos delicados o graves.

Esta realidad, que no ha sido reconocida por quienes conducen los asuntos del Estado Italiano en Venezuela (tal como se aprecia por el errático abordaje del problema), se agravó con la aparición de la pandemia del COVID19.

 

YA VIENE LA SOLUCIÓN, espérela: ¡EL HOSPITAL ITALIANO!

Con los ánimos caldeados por la ausencia de un sistema de asistencia alternativo, en febrero de 2020 se hizo una reunión en el Centro Ítalo Venezolano de Caracas (*CIV) para oficializar,  con bombos y platillos, la creación y “puesta en marcha” del recién aparecido concepto del Hospital Italiano.

A la cita se presentaron los funcionarios del Cuerpo Diplomático, Consular y  los enviados especiales de la Farnesina, así como empresarios, periodistas, directivos,  socios del Club y público en general.

Allí, entre discursos grandilocuentes, conceptos generales, bocetos, historias y demás fórmulas motivacionales adicionadas con afirmaciones voluntaristas (hubo personas que ofrecieron “dinero y financiamiento inmediato” más otros aderezos efectistas) se presentó el Proyecto. El acto finalizó con el nombramiento de una junta directiva ad-hoc para llevar adelante la idea.

Pero la única verdad era que la Comunidad Italiana beneficiada por el sistema de salud previamente implementado seguiría sin disponer de la asistencia de salud, medicinas y apoyo.

Como las expectativas creadas fueron tan altas, los connacionales afectados sufrieron una decepción:

"Son puras promesas" -me confesó la Sra. Magdalena, una matrona de edad avanzada, desde su silla de ruedas- "Estos señores se parecen al gobierno de aquí; son pura cháchara… ¿Adónde puedo ir mañana si me pasa algo, me puede usted decir?”

 

 

ENTREVISTANDO A LOS RESPONSABLES.

Alarmado por el resultado de la reunión y preocupado por los italianos que tenían como casi único recurso la asistencia prestada por el Consulado (además de las pocas respuestas específicas sobre el tema medular de la reunión y el inevitable largo plazo que significaba la idea del Hospital Italiano), solicité entrevistas urgentes tanto al Embajador y al Cónsul como a otros funcionarios para clarificar los alcances del proyecto en ciernes. Todos, menos el flamante presidente del proyecto, Nello Collevecchio, estuvieron dispuestos a ser entrevistados y exponer sus puntos de vista.

La pandemia del coronavirus empezaba a tomar cuerpo en Italia y casi medio mundo.

El Embajador encargado, Sr. Plácido Vigo, mi primer entrevistado, fue cordial, seco y tajante con un monólogo que permitía pocas preguntas: repitió lo que ya había dicho en el *CIV dos semanas antes: enumeró los potenciales beneficios de un Hospital como el planteado, reiteró que en otros lugares del mundo había dado muy buenos resultados y afirmó que no habría cambios sustanciales. Confirmó que  los italianos “en estado de indigencia” serían atendidos, pero debían hacer una nueva solicitud formal al Consulado y que allí evaluarían cada caso.

En la entrevista - grabada con su consentimiento - el Embajador Vigo nunca contestó con claridad qué pasaría con los italianos con tratamientos vigentes o en estado de necesidad inminente y que apenas dos o tres meses antes habían sido atendidos por *BOMsa y ahora quedaban desprotegidos. En este punto pregunté sobre una versión -casi chisme- según la cual el Hospital San Juan de Dios (una prestigiosa institución médica local) prestaría sus servicios a la comunidad pero el Sr. Vigo respondió que ni él ni la Embajada tenían, aún, definido nada sobre el tema.

El hermetismo mostrado, el enfoque del proyecto “Hospital Italiano” como solución y la ausencia de respuestas concretas sobre qué se haría en ese mismo momento con los italianos y su salud, confirmó mi visión previa: la Embajada no disponía de un plan articulado y operativo para sustituir la prestación de servicios médicos previos; que  la actitud tenía como norte fundamental (y secreto) eliminar las ayudas generales que se prestaban y, finalmente, que en lo adelante la *OASCI se ocuparía exclusivamente de los casos de necesidad extrema o aguda, o lo que ellos denominan “Estado de Indigencia”.

El concepto del Hospital Italiano no era hasta allí, más que una idea vaga, cruda e incipiente sin mayor peso que el hecho de existir (y funcionar) en algunos países del mundo.

Ante tales dudas, solicité información –vía mail- a la *OASCI, con el objeto de conocer el proceso formal requerido para solicitar asistencia médica o ayudas de cualquier tipo.

La respuesta fue una breve y educada nota más un formulario adjunto para rellenar: cinco (5) páginas tamaño oficio con requerimientos formales de información detallada del solicitante y todo su grupo familiar en el país o el exterior. Bienes, posesiones, cuentas, cartapacios de fotocopias de documentos, declaraciones oficiales y auditorias. Cerca de 45 documentos, además de los informes médicos validados y certificados. Todo ello precedido por una declaración firmada en original donde se asume y declara el “Estado de Indigencia” y se solicita a la *OASCI ayuda médica o de cualquier otro tipo.

Luego supe que, en ciertos casos, se puede sustituir alguno de tales documentos mediante una Declaración Jurada que debe realizar y firmar el solicitante y (o) sus familiares directos.

 

Todo lo anterior en una Venezuela calificada tanto por la Organización de Estados Americanos, (OEA) y la Unión Europea (EU), más unos 53 países –que no incluye a Italia, por cierto- como afectada profundamente por una “emergencia humanitaria compleja”.

 

 

LLEGA EL COVID 19 y la tormenta perfecta.

 

En Wuhan un virus desconocido mató a un médico, las autoridades hicieron poco caso y como consecuencia se desató una pandemia que  empañó las celebraciones del Año Nuevo Chino del 25 de enero. También, dado el inmenso tráfico de viajes, intercambios culturales, sociales y de negocios (más el enorme volumen de exportaciones de China para el mundo) el denominado Covid19 se regó como la pólvora por todas partes.

 

El primer lugar europeo de llegada fue Italia. La virulencia de la enfermedad obligó a una cuarentena parcial desde el 8 de marzo. Le siguieron España (el 15), Estados Unidos y otros 26 países inicialmente.

 

El gobierno de Venezuela, acuciado por problemas de productividad y suministro de bienes,  intenta aprovechar políticamente el tema y declara una cuarentena –casi sin contagios ni decesos- el 16 de marzo. 

 

Medio mundo se ralentiza voluntariamente esperando que la pandemia fuese “una cepa de gripe más” con la esperanza que se obtendría pronto un protocolo de combate a la enfermedad.

Las poblaciones se confinaron y las actividades sociales, deportivas y de negocios normales decayeron en más del 75%. El mundo empieza a paralizarse y no hay tema más importante que el Covid19.

 

La situación no mejoró, la pandemia y consecuente cuarentena arreció y los reclamos de la Comunidad Italiana en Venezuela entraron –obligados por la circunstancia-  en una fase de “time-lapse” o de espera en el tiempo.

 

Pero la idea del Hospital Italiano mantenía su curso, así como la decisión (nunca reconocida abiertamente) de terminar con el programa de ayudas previo.

 

Así las cosas, las conversaciones con el Hospital San Juan De Dios terminaron abruptamente, sin explicaciones. Pero debido a la presión ejercida por los italianos, tanto Embajada como Consulado trabajaron en paralelo sobre una idea transitoria y paliativa que bajara las tensiones existentes con los ciudadanos italianos – muy golpeados por la crisis del Covid19 y el “Efecto Venezuela”- y las nuevas políticas emanadas desde la Farnesina.

 

En ese momento hace su aparición pública el Dr. Javier Soteldo, Médico Cirujano especialista en oncología, Vicepresidente de la Sociedad Anticancerosa, asesor médico de la Embajada, y profesional de amplia y reconocida trayectoria y muy bien relacionado con la comunidad italiana, dados sus años de residencia y estudios en Italia.

El Dr. Soteldo –a quien también entrevisté largamente- presentó un proyecto de salud con un sistema provisional y semiprivado de atención a los nacionales italianos denominado www.saluditalia.com   website donde el lector podrá encontrar mayores detalles.

 

 

UN NUEVO  CÓNSUL. ASES BAJO LA MANGA. Y… ¡EL HOSPITAL ITALIANO!

 

e Julio 2020, con largos ocho meses sin definiciones ni prestación regular de servicios de salud, ni auxilio fuera de la consabida figura oficial de “situación de indigencia” exigida por la *OASCI, la situación se volvía insostenible. 

Los connacionales protestaron por todas las vías: por escrito, por las redes, de forma individual o grupalmente. Varios representantes de partidos políticos de Italia intervinieron. El desagrado era cada vez mayor y más frecuente. Las personas reclamaban que les prestaran atención de inmediato.

 

Con ese panorama, en plena “cuarentena radical” impuesta de nuevo por el gobierno venezolano, el 8 de julio entrevisté al Sr. Nicola Occhipinti, nuevo Cónsul General de Italia.

 

Decidimos hacer la entrevista al “modo antiguo”, conversando, haciendo anotaciones y sin grabaciones. Ambos nos comprometimos al apego estricto de lo conversado.  El Cónsul Occhipinti, conversador, amigable y de español fluido, conocedor del oficio e hijo de diplomáticos, proviene del Consulado en Brasil. También estuvo en Argentina y otros países. Hablamos mucho y de varios temas. Todo lo conversado está, de soporte, en mi libreta de apuntes.

 

Si bien es cierto que Occhipinti fue más amplio en el tratamiento de los temas previstos por la falta de atención a los italianos en Venezuela, mantuvo las líneas maestras explicadas por el Embajador Vigo. Hizo declaraciones de principios: “debemos atender y auxiliar a los connacionales que estén pasando necesidades”. “Reconozco que hubo algunas fallas tanto nuestras pero también y especialmente por parte de *BOMsa”; “este consulado prestará atención a todos aquellos que lo requieran y se registren bajo el formato de la *OASCI, aun en los casos de Covid19”, etc.

 

Volvió a aparecer el “Estado de indigencia” (personas que no tienen recursos para comer) como norma rectora que permitiría las acciones consecuentes de soporte y ayuda del Consulado Italiano.

 

Explicó que él mismo había firmado el 25 de junio,  a escasos días de haber asumido el cargo, un plan de asistencia “gratuita” para la comunidad italiana denominado “Salud Italia” que presentó el Dr. Javier Soteldo.  Insistió que se auxiliaría a todos quienes hicieran la solicitud mediante la página web del Consulado:  https://conscaracas.esteri.it/Consolato_Caracas/it  pero que quienes aspiraran a tales ayudas debían justificarlas. Razonó que “muchos italianos –muy avispados- no requerían de ayudas pero aprovecharon la ausencia de controles anteriores y eso hizo que se asignasen recursos para quienes no los necesitaban, en detrimento de todos los demás”.

 

Recalcó que el plan del “Hospital Italiano” se mantenía, aunque amplió el concepto y el alcance del mismo: se trataba de lograr que un grupo de empresarios y/o filántropos italianos (“ya tengo algunas propuestas de ellos”) aportasen los fondos necesarios para hacerlo realidad, ya mediante la compra de una edificación adecuada existente o la construcción de una nueva. Ellos serían “los fundadores”.

 

Dijo que el hospital prestaría sus servicios a todos los italianos, con modalidades tanto de pago como de planes especiales. También a otras nacionalidades, inclusive a población local, siempre bajo acuerdos específicos de intercambio con los países interesados.

 

Adicionalmente expresó que una de sus misiones era digitalizar toda la información de los italianos en el país así como  actualizar la data que dispone el consulado sobre sus nacionales: “estamos rezagados terriblemente en eso”, así como en el aspecto de modernizar todos los servicios consulares, eliminando las esperas, evitando intermediarios y solucionando los problemas sobre la marcha para lograr la eficiencia requerida por la Comunidad Italiana en Venezuela.

 

No mucho más.

 

LAS CONCLUSIONES

LA ASISTENCIA DE SALUD A LA COMUNIDAD ITALIANA y “EL ESTADO DE INDIGENCIA”.

·         Unos 1.100 pacientes documentados y aprobados por la *OASCI dejaron de recibir asistencia médica real desde enero 2020.  El Consulado italiano, a sabiendas, no tomó acciones –ni siquiera provisionales- para atender a los pacientes mientras se implementaba otro sistema.

 

·         El Hospital Italiano es un proyecto escasamente definido sin mayores concreciones ni estudios de fondo. Bajo las actuales condiciones debe ser analizado en sus alcances y  conveniencia. De hacerse, debe ser explicado amplia y transparentemente a la comunidad.

 

·         Las medicinas se entregaban mediante un convenio distinto al de salud y bajo el control directo del Consulado con las instituciones internacionales donantes por medio de registros telefónicos y con récipe, cantidad y nombre de los beneficiarios. Dicho servicio, por razones desconocidas, dejó de prestarse en enero 2020 y recién se recomenzó a partir de junio 2020, a media marcha. Casi 7 meses más tarde.

 

·         El Estado Italiano por intermedio de La Farnesina, dejó de prestar estos servicios generales de salud mediante una acción planificada y deliberada, amparado en normas internas y decisiones políticas.

La asistencia consular solo se activa “conditio  sinequa” mediante una declaración voluntaria de “Estado de indigencia” por parte del solicitante. Los  documentos a presentar – más de 45 requisitos obligatorios- deben ser firmados y entregados por usuarios y familiares en la oficina de Asistencia Social del Consulado.

 

A todo efecto, la prestación de servicios de salud pasaría a ser una concesión discrecional de la oficina consular y de sus funcionarios, dependiendo de consideraciones aleatorias no explicadas suficientemente.

 

La documentación a ser presentada es ridículamente larga, inútil y limitante además de engorrosa y poco equilibrada para una situación de híper inflación como la venezolana.

Las condiciones socio económicas de pobreza generalizada, tomando en consideración que el sueldo mínimo promedio venezolano no supera los US$4,00 mensuales y la canasta básica alimentaria para una persona rebasa los US$ 35,00 por mes.

Además, los servicios de salud privados, al igual que los medicamentos son extremadamente caros y agravados por la preminencia del COVID19 mas las medidas de confinamiento.

 

EN RESUMEN

La sensación general actual de los italianos en Venezuela es de desamparo por parte de su país de origen y de los funcionarios encargados de gestionar los recursos que se asignan desde la Farnesina. La conclusión final es que el Consulado General de Italia, la Embajada y demás delegaciones oficiales deben revisar con urgencia –y tomar decisiones acordes y  rápidas- sobre el estado general de la situación de la Comunidad Italiana en Venezuela.

 

 

RECOMENDACIONES DE BUENA FE.

Italia, Venezuela y todos los países del mundo –incluyendo aquellos ultras desarrollados- pasan por una pandemia inédita e imprevisible, sin cura eficaz hasta ahora: el Covid19.

Tal situación afecta hoy a todas las personas, ricas o pobres, alrededor del mundo, con impacto atroz sobre la salud, la economía y la generación de ingresos adecuados.

La Comunidad Italiana residente en Venezuela está muy afectada debido a las difíciles condiciones políticas, económicas, sanitarias y de ausencia de servicios básicos por las que atraviesa el país. La encuesta ENCOVI desarrollada por tres importantes universidades nacionales indica que más del 80% de la población está en estado de pobreza y más del 50% en condiciones muy delicadas.

Con base en lo dicho, mi recomendación de buena fe es que tanto la Embajada como el Consulado Italiano en Venezuela haga abstracción de sus planes originarios (elaborados entre 2018/2019 sin pandemia COVID19 en el horizonte) y se dedique con profundidad, ponderación y planes coherentes a prestar soporte y apoyo necesario para  toda la Comunidad Italiana en el país, según sus estados de necesidad. Sin tanto papeleo inútil, con análisis certeros, concretos, rápidos y transparentes. Para ello tienen los recursos, los asesores, los conocimientos y los métodos.

He observado de primera mano la buena disposición y profundo respeto hacia los connacionales por parte de la mayoría del cuerpo diplomático italiano en Venezuela.

Sólo falta entender que estos son tiempos distintos y que hay que actuar rápida y diligentemente.

Yo me pongo a disposición.

 

Carmelo Casale

Periodista.

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