lunes, 22 de febrero de 2021

EDITORIAL ABC La táctica de tolerar el odio

 EDITORIAL ABC

La táctica de tolerar el odio

Sánchez permite que el radicalismo de Unidas Podemos campe a sus anchas para hacer caja electoral con los votantes de izquierda que rechazan tanto extremismo

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Después de tres jornadas de violencia inusitada en Barcelona, Madrid y otras capitales, el presidente del Gobierno tomó ayer la palabra para proclamar una condena tan previsible como tardía. Tan acostumbrado como está el Gobierno a etiquetar cuanto les molesta con la tacha de ‘fascista’ o ‘franquista’, Sánchez se cuidó mucho de hacer lo mismo con el vandalismo de ultraizquierda, defendido y jaleado por su socio en el Gobierno, Unidas Podemos. Por supuesto, la violencia es incompatible con la democracia, como dijo Sánchez. Pero más grave es que esa violencia esté justificada desde un partido que comparte gobierno con el PSOE. La democracia sabe derrotar la violencia vandálica con la actuación policial, la aplicación de la ley y las sentencias de los tribunales. Pero la democracia es mucho más vulnerable cuando tiene un topo de los violentos entre las filas del Ejecutivo y esto es lo que Sánchez -por puro tacticismo, decidido incluso a sacar rédito político de una grave crisis de orden público- evita reconocer con su silencio sobre Unidas Podemos.

Desde hace muchos años, la única violencia callejera que destruye bienes públicos y privados y lesiona policías es la que practican la ultraizquierda y el separatismo. Lo hacen de forma organizada, sembrando la destrucción cada vez que hay un resultado electoral que no le gusta o se dicta una sentencia judicial que le desagrada. Ayer, Sánchez tenía que haber condenado la apología que Unidas Podemos dedica a la violencia de los suyos, porque es una violencia con nombre y apellidos y paternidad reconocida. Este es el problema político que representa el vandalismo que ha asolado los centros de Madrid y Barcelona: la interacción entre la extrema izquierda política y la extrema izquierda violenta. Añadir a renglón seguido de la condena, como hizo Sánchez, la monserga de la reforma penal para ampliar la libertad de expresión sólo rearma a los violentos, porque les da el argumento que necesitan para sentirse justificados. Además, esa reforma se sustenta en una falacia absoluta. Personajes de tan poca entidad cultural o social como el delincuente Pablo Hasel o el fugado Valtónyc no merecen que se ponga en duda la calidad democrática de la legislación penal española, ni la justicia de las condenas dictadas por tribunales imparciales. España no tiene déficit de libertad de expresión o creación, y si alguno empieza a apuntar es el que dibujan el talibanismo moralista de la izquierda en la cultura, el pensamiento y la Universidad.

La salida de Podemos del Gobierno es un imperativo. Su impunidad envenena las instituciones y envalentona a los violentos. Pedro Sánchez debe ocuparse cuanto antes del daño que causa a España la coalición de gobierno con Unidas Podemos. Suya fue la decisión de abrazar a quien le quitaba el sueño; suya es la responsabilidad de acabar con esta pesadilla. España no puede ser el pasmo de Europa por contar con un Ejecutivo que emite a diario mensajes contra su propia democracia, sus jueces, su Jefatura del Estado y sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Ayer Sánchez perdió otra oportunidad de dignificar el cargo que ocupa, porque la presidencia del Gobierno trasciende las ambiciones personales de quien la ostente. El líder socialista está en una encrucijada que le obliga a elegir entre demostrar que cree en la democracia constitucional o seguir instalado en el ejercicio de un poder que Podemos ensucia a diario. Por lo que dijo y por lo que calló ayer, Sánchez prefiere permitir que el radicalismo de su socio siga campando para hacer caja electoral con los votantes de izquierda que rechazan tanto extremismo. El negocio del líder socialista parece redondo. A costa de España.

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viernes, 12 de febrero de 2021

¿Banderita blanca? Fernando Luis Egaña

 

¿Banderita blanca?

 

Fernando Luis Egaña

 

Quizás el objetivo más importante de un despotismo es la sumisión nacional. No me refiero tanto a la sumisión del conjunto de la nación, sino en especial de sectores   de naturaleza política que se suelen presentar cómo la alternativa formal al poder establecido, y que por ello estarían llamados a representar y encauzar el descontento social.

 

La referida  sumisión, desde luego, no es explícita. Al menos no en líneas generales. Pero al alinear "estrategias" con el concepto de una oposición que no haga daño sino que más bien legitime a la hegemonía, entonces se produce la sumisión, aún en medio de una retórica de denuncia y crítica. Me parece que estamos ante un fenómeno de ese  tenor, en esta Venezuela derruida, y en estos mismos tiempos.

 

Hay por lo menos dos factores que no favorecen el que la sumisión política --de variado colorido--, tenga un efecto definitivo para el continuismo indefinido de la hegemonía despótica. Uno es la situación catastrófica del país, sobre todo en lo social y económico. Y su potencial de protesta y conflicto.

 

Otro es la poca credibilidad que los sectores políticos sumisos --abierta o encubiertamente-- suscitan en la población. Maduro y los suyos tienen merecido el masivo rechazo de los venezolanos. Tanto más los que se adhieren o someten al despotismo, de buena o mala fe. Más numerosos, por cierto, los segundos que los primeros.

 

Es necesaria la lucha por elecciones libres y limpias que confirmen un nuevo camino para nuestra nación. Pero las elecciones libres y limpias sólo  podrán ser una realidad en un contexto nacional comprometido al respecto, y apoyado decididamente por la comunidad democrática internacional. La trágica experiencia de tantos años demuestra que el poder de la hegemonía es incompatible con ese objetivo.

 

No queremos banderitas blancas. Para nada. Queremos la bandera tricolor.

viernes, 5 de febrero de 2021

Verdades y Rumores: extractos sobre Plan BIDEN

 

*¿Qué buscó Trump?* Desde un primer momento insistió en la rendición incondicional de los líderes del chavismo, a través de las sanciones y sobre todo de las imputaciones por corrupción, narcotráfico y apoyo al terrorismo. ¿Qué se logró con eso? Nada, pues nadie fue capturado, extraditado y enjuiciado. Todos los imputados siguen como si nada hubiese ocurrido. En esa firme posición los cubanos tuvieron mucho que ver, porque insistieron que por las malas no se podía aceptar el propósito de los gringos. Siempre he sostenido que los cubanos de pendejos no van a morir y ellos sabían y saben que de la crisis venezolana pueden sacar mucho provecho y están tratando de obtener ganancias, como expuse la semana pasada. La rendición incondicional parecía la salida ideal y soñada, pero al final no se logró el objetivo. Aparentemente, *esa falla la tiene bien clara el equipo de Biden, razón por la cual buscan cambiar de enfoque impulsando una salida política, pacífica y electoral que contaría con el supuesto apoyo de Rusia, China y Cuba, a cambio de beneficios, para realizar elecciones presidenciales y parlamentarias este año* ; pero además cediendo en un aspecto fundamental y atractivo para el chavismo: que podrán seguir siendo actores políticos en Venezuela, porque no buscarían desaparecerlos y tampoco les prohibirían participar en las elecciones, sino que lograrían sobrevivir políticamente, aunque eso también es tema de análisis tomando en cuenta que el chavismo se construyó no solo sobre la base del carisma de Chávez, que nadie más tiene dentro del PSUV, sino del uso del poder y los recursos públicos para financiar su aparato político y eso probablemente no lo tendrían en un futuro escenario. Varios son los que coinciden que el chavismo en la medida que vaya perdiendo espacios de poder, irá reduciendo su peso electoral y podría terminar con el eterno % que tuvo la izquierda antes de la irrupción del fallecido comandante, pero eso es un tema para más adelante. Lo interesante es que el giro que aplicaría la gestión de Joe Biden, podría lograr los resultados que Trump no pudo alcanzar en el tema venezolano, al no predicar el extermino chavista y además incluir a aliados confiables y convincentes para el régimen. Esperemos que se logren los objetivos planteados, por ahora.

 

*BIDEN Y VENEZUELA (II)*. Paso a contar y analizar los detalles recibidos, hasta ahora, sobre el plan de Biden hacia Venezuela. Lo primero que debo decir es que lo adecuado es hablar de un plan hacia la región, tomando en cuenta el interés del nuevo presidente de estabilizar el continente luego de los estallidos sociales de 2019, pero sobre todo a raíz de las consecuencias que la pandemia está generando en nuestros países.  Se trata de recuperar el liderazgo de EEUU en el continente, pero con un papel de apoyo político y económico con un comportamiento menos agresivo que el ejecutado por Trump. En ese marco, el punto principal para estabilizar la región es resolver el conflicto político en Venezuela, porque de esa forma se atienden los problemas económicos y sociales que se derivan de lo político. Y para lograr tal objetivo han venido conversando con los posibles aliados internacionales que pueden influir en esa salida del conflicto. En ese ámbito, se trata no solo de incorporar a la Unión Europea, sino a otras naciones que tienen mucho que decir sobre Venezuela como consecuencia de sus fuertes intereses económicos, más que ideológicos. ¿Quiénes son esos países? Rusia, Cuba y China serían parte fundamental de la solución, que por cierto no era la que veníamos infiriendo, sino una más interesante. ¿Cuál sería la solución? Paso a contar los detalles claves. Lo primero y principal es que supuestamente no hay ninguna negociación prevista en el plan de Biden, porque estiman que el tema venezolano está suficientemente claro y no hay nada que conversar, sino ir al grano. ¿Cuál es el grano? La realización de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, transparentes, confiables y muy supervisadas este mismo año. Cuando escuchaba la explicación de las fuentes que gentilmente facilitaron los detalles, surgió de inmediato una interrogante y la hice. Si Maduro tiene mayor control territorial y la oposición sigue dividida en varios pedazos, ¿A cuenta de qué el chavismo aceptaría esas elecciones? Aquí viene lo interesante y novedoso, porque Rusia, China y Cuba se encargarían supuestamente de “convencer” a Maduro y el resto de los líderes chavistas de aceptar la propuesta. ¿A cambio de qué esos países lo harían? Ahí entraría en juego la diplomacia y el juego geopolítico. Comienzo con Rusia, porque al parecer sería Vladimir Putin quien tendría el rol protagónico para convencer al chavismo y los rusos recibirían a cambio una flexibilización de las sanciones en su contra, además de que presuntamente EEUU dejaría de boicotear la terminación del gasoducto Nord Stream 2, que permitiría a Rusia alcanzar un suministro de 110.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa, sin tener que cruzar el territorio de países como Ucrania o Polonia. Con China se cambiarían las reglas de juego en materia de comercio, que fueron tema de gran tensión durante la gestión de Donald Trump. Mientras que con Cuba la idea de la administración Biden es retomar el plan que inició Barack Obama de regularización de las relaciones, lo que se traduciría en más turismo, inversiones, suministro de combustible y hasta el restablecimiento del envío de remesas que es fundamental para la población cubana. Adicionalmente, Estados Unidos garantizaría que los intereses de ese trío de países en Venezuela serían respetados por un nuevo gobierno e incluso que las relaciones sigan siendo cordiales, además de tener, sobre todo Rusia y China un papel importante en la recuperación económica. Con la participación de esa coalición internacional se exigiría al chavismo la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias para finales de este año, incluyendo previamente la depuración del sistema electoral para que la población recupere su confianza en el voto. ¿Por qué Maduro y su banda aceptarían? Porque si Rusia, Cuba y China hacen frente común con EEUU y la UE, no tendrían más remedio que aceptar, porque de lo contrario se quedarían sin aliados internacionales y quedarse solos los haría más vulnerables. ¿Y el papel de Irán? Ahí también entraría en juego Rusia, que buscaría que los iraníes aprueben la solución y ellos se podrían beneficiar de una mejoría en las relaciones con EEUU. Si todas las piezas engranan, cosa en la cual ya está trabajando arduamente el equipo designado por Biden, el régimen no tendría más remedio que aceptar. ¿Cuál sería la nueva hoja de ruta? Incluiría estas acciones, por supuesto a partir que el régimen acepte: depuración total del sistema electoral (nuevos rectores, limpieza del registro electoral y nuevo software en las máquinas, además de supervisión internacional en cada etapa), libertad de los presos políticos, devolución de los partidos confiscados por el chavismo y la elección del candidato de la oposición. El punto culminante de la hoja de ruta es la elección presidencial y parlamentaria para el último trimestre, dejando las regionales y municipales para 2022. ¿Cómo será elegido ese abanderado de la democracia? Lo explico a continuación. ¿Maduro podrá ser candidato? También lo analizo en el próximo comentario

 

*BIDEN Y VENEZUELA (yIII)*. Ahora bien, explicado los detalles conocidos hasta ahora, quedan otros cabos sueltos que debo explicar. Lo primero, ¿Qué recibiría el chavismo a cambio? Lo primero es una salida política y pacífica que les garantiza lo segundo, que es seguir existiendo como actor político y mientras eso sea posible la aspiración de mantener cuotas de poder alcanzadas por medio del voto, es absolutamente viable. Nos guste o no el chavismo es una realidad política, más allá de sus errores y atrocidades. ¿Y cómo queda la justicia? Eso también vendrá y tendrán las instituciones nacionales e internacionales que actuar para castigar a quienes hayan cometido delitos de corrupción y de lesa humanidad. *¿Maduro podrá ser candidato?*  De eso no me informaron nada, porque pareciera que no existe una posición definida. A mi criterio muy personal no deben colocar obstáculos para que sea candidato en las presidenciales, porque de esa forma se le deja ese “paquete” al chavismo que tendrá que resolver internamente. En este punto es bueno recordar que, a pesar de que Maduro exhibe mayor poder territorial y control dentro del PSUV, es el líder con mayor rechazo en Venezuela y eso también toca al chavismo. Dejando ese “paquete” al oficialismo ellos tendrán que decidir internamente si corren el riesgo con Maduro o lanzan a otro candidato como Jorge Rodríguez o Héctor Rodríguez, por solo nombrar a dos. Si el chavismo pisa el peine y deja a Maduro como candidato, eso sería un aliciente para la ciudadanía democrática ir a las urnas y castigar a Maduro. ¿Y la oposición? El beneficio sería poder cumplir con la vieja y añejada promesa del cambio, por lo que lo resaltante es destacar las tareas que tendrían pendientes en esta hoja de ruta. Al parecer, EEUU va a insistir en una depuración de la oposición para alejar a todos aquellos que han incurrido en actos de corrupción e irregularidades. Los gringos saben muy bien quién es quién y podrían pedir que los bandidos sean excluidos, para evitar ruidos innecesarios. Y la otra tarea es organizar unas primarias para elegir el candidato presidencial que se presentaría en las elecciones de diciembre. Los cálculos que han hecho en el equipo de Biden, con la participación de opositores serios, es que hay tiempo para organizar esas primarias antes de octubre y que el pueblo elija entre los que tienen aspiraciones, quien sería el adversario del chavismo. ¿Y Guaidó? A pesar de que la administración Biden lo reconoce, eso no lo faculta para ser directamente el candidato. Si el quiere medirse en las primarias, pues sería bienvenido como también lo serían Maria Corina Machado, Henrique Capriles, Antonio Ledezma y cualquier otro que se sienta en la capacidad de dirigir la reconstrucción de Venezuela. Es pertinente acotar que, si todo se cumple como está planeado, el chavismo no tendría ninguna oportunidad de ganar esas presidenciales porque sería una avalancha de votantes opositores que llenarían los centros de votación en Venezuela y en el mundo. A pesar de la derrota, el chavismo seguiría siendo un actor político y seguramente lograría algunas gobernaciones, alcaldías, diputados, legisladores y concejales en los procesos que vengan a posteriori. Seguramente este plan tendrá tropiezos y se podrían agregar otros elementos. Pero lo cierto es que Venezuela si es una prioridad para Joe Biden en el marco de su plan de estabilizar la región. ¿Se lograrán los resultados? Eso va a depender del nivel de compromiso de las naciones involucradas y de la capacidad de convencimiento que tengan los aliados del chavismo, con el chavismo. De corazón espero que sí, porque Venezuela y los venezolanos no soportan más el peso de la tragedia. Esto al parecer es lo que se está trabajando desde hace varias semanas, pero admito que un cambio en el enfoque es perfectamente posible. Nada está escrito en piedra y los escenarios pueden variar. Esperemos los anuncios y acciones oficiales en este sentido. Casi se me olvidaba algo importante y es que una vez se ponga en marcha el plan, comenzaría el apoyo humanitario para atender a los venezolanos, sobre todo a quienes están en situación de vulnerabilidad