miércoles, 14 de diciembre de 2016

Eduardo Semtei: Un verdadero y aunténtico autosuicidio

Eduardo Semtei: Un verdadero y aunténtico autosuicidio

   
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Es sorprendente, inusitado el SEPPUKU en política, quizás en las artes militares y en la guerra tenga alguna vigencia y pertenencia pero en política nunca se muere definitivamente salvo mediante el uso de ese recurso. Nadie entiende por qué razones quiere el gobierno de Maduro escoger una muerte tal ritual. Tuvo en sus manos todas las oportunidades. Exhibió un poder casi omnímodo.
Las estadísticas y las encuestas lo adornaron una vez con las curvas más altas de aceptación. Pero todo se derrumbó. Todo lo derrumbó. Era tan simple. Sentarse a dialogar. Fijar las elecciones de gobernadores. Fijar las elecciones de alcaldes. El PSUV tiene en sus manos las encuestas de IVAD, HINTERLACES, DATÁNALISIS Y hasta unos estudios de la gente del Centro de Investigaciones Sociológicas de España (recomendación de PODEMOS y el pelúo de Iglesias) donde aparece claramente que el gobierno perdería, frente a la oposición, cualquier confrontación electoral 25% a 75%. Tiene una remota posibilidad de obtener dos gobernaciones: Vargas y Delta. Y en cuanto a la presidencia son minúsculas sus posibilidades, apenas un 9%.
En materia de elecciones para alcaldes obtendrían no más de 30 en todo el país. Seguramente algunos rojos-rojitos dirán que tales datos son un retrato de la actualidad y para nada vaticinan lo que pueda ocurrir en el futuro, siempre se pueden recuperar repiten vanamente, pues amigos todos, los indicadores económicos fundamentales predicen un caos económico, un desabastecimiento atroz, una inflación demoledora, una violencia generalizada, y en ese clima que se nos viene encima, el PSUV empeorará su posición y tenderá obviamente a estallar y desaparecer. Entonces Maduro debería sentarse tranquilo a pactar, a negociar, a dialogar con la oposición, a salvar lo que aún pueda salvar y no a enajenarse la condena del Vaticano, la vergüenza de los expresidentes y la liquidación moral de UNASUR.
Ya el Secretario de Estado del Vaticano a tono con un clamor universal le hizo saber al gobierno su preocupación por los presos políticos, las fechas electorales y equilibrio entre los Poderes Públicos. Ante tal carta de alarma no se le pudo ocurrir otra cosa al anti-héroe de Diosdado Cabello que vituperar al redactor de la misiva y retarlo a pelear públicamente. Los expresidentes no pueden sostener la cara que se les cae de vergüenza ante el mundo, a sabiendas que los han convertidos en testigos mudos y cómplices de los incumplimientos del Gobierno en lo referido a los acuerdos de la Mesa de Negociación y finalmente UNASUR convertida en una guarida de alcahuetas. Y Maduro parece no entender. Tiene ante sí la posibilidad de salvar su presidencia de una derrota aplastante si acepta adelantar 12 meses la elección presidencial.
Al propio tiempo no expone al PSUV a una desaparición forzosa y lo que es más importante se blinda con un sistema de Seguridad Jurídica que evite la persecución política generalizada y radical que podría presentarse de no llegar a ningún acuerdo en la Mesa de Diálogo, tienen años haciendo enemigos, pisando callos y abusando del poder, parecen esperar y hasta anhelar que en el proceso electoral presidencial salgan pulverizados.
Incluso tiene la posibilidad de pactar con la oposición el nombramiento de un vicepresidente que ofrezca objetividad, neutralidad y buena fe para ambos sectores. Si adelantan los acuerdos, si sostienen su palabra, si se sensibilizan frente a los hechos, todos saldríamos ganando, especialmente las grandes mayorías, dado que un cambio de gobierno traería nuevas esperanzas y modificación en las políticas económicas y sociales que sin lugar a duda mejorarían la confianza de los agentes económicos trayendo inversiones, crecimiento, abastecimiento y reducción de la inflación.
Y frente a ese panorama atractivo, desafiante, positivo, el PSUV se empecina en enrarecer el clima y procurar caminos de enfrentamientos, de violencia, de confrontación y batalla.
El PSUV todavía mantiene un porcentaje de aceptación como partido político ciertamente importante, la percepción de la obra de gobierno de Chávez es sorprendentemente alta, el propio Maduro todavía conserva un 19% de aceptación, esa fuerza existe, desconocerla o despreciarla no parece ser una opción inteligente. Maduro debe tomar conciencia de estos números y utilizarlos para curarse en salud, para garantizarse a él mismo y a los suyos una salida honorable del gobierno. Esa fuerza chavistoide, menguada pero viva, puede inutilizar cualquier obra de gobierno que esté en manos de la oposición actual.
El chavismo en oposición abierta, en confrontación generalizada, sin lugar reduciría las posibilidades de un temprano éxito económico y de un reagrupamiento de los venezolanos mediante la reducción drástica de la polarización.
La MUD y sus integrantes deben tener conciencia de esta realidad y tomarla en cuenta para sus estimaciones y cálculos políticos. No creo que ni el chavismo con una oposición concertada y bien dirigida, ni la oposición con un chavismo radicalizado y hasta anárquico puedan por sí solos ofrecer soluciones y alcanzar grandes metas. Pero increíblemente frente a todas estas realidades Maduro y compañía escogieron el SEPPUKO. No al diálogo.
No a la negociación. No al cambio de políticas económicas. No a una salida concertada de la crisis actual. Confrontar con la oposición. Confrontar con MERCASUR. Confrontar con el Vaticano. Confrontar con la OEA. Confrontar con la ONU. Confrontar con la Asamblea Nacional. Confrontar con los negocios de Sabana Grande. Insistir en el control de cambios. Insistir en el control de precios. ¿No es esto entonces un claro ejemplo de SEPPUKO? Lo malo del asunto es que todos los venezolanos estamos obligados a pagar el entierro.
@eduardo_semtei
Eduardo Semtei

jueves, 8 de diciembre de 2016

VENEZUELA

 
DICIEMBRE 7, 2016 6:01 PM

Maduro triunfa en la mesa del diálogo y se afianza en el poder

Maduro se afianza en el poder tras ganar la mesa de diálogo

Maduro se afianza en el poder tras ganar la mesa de diálogo

PUBLICADO EL 8 DICIEMBRE, 2016
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Nicolás Maduro en combinación con su régimen, emergió como el gran ganador del diálogo ante la oposición al poder sortear el costo político de bloquear el referendo revocatorio sin tener que conceder muchos a sus adversarios, quienes ahora enfrentan críticas de que dejaron perder una oportunidad de oro para salir del chavismo.
La oposición perdió confianza y generó desconfianza entre sus huestes y demostró no estar en capacidad de ofrecer una respuesta cónsona con las expectativas de que en un momento había levantado” expresó desde Caracas el ex diputado Nelson Chitty La Roche.
La oposición no sacó nada del proceso de diálogo sostenido bajo auspicio del Vaticano, más allá de la selectiva liberación de un puñado de presos políticos.
En cambio, el gobierno obtuvo casi todo lo que quería pese a haber entrado en este capítulo en una situación de gran desventaja, incluyendo desactivar la presión generada sobre el chavismo por la decisión de suspender el referendo para revocar el poderío de Maduro.
También logró dejar de lado los preparativos para emprender una jornada de masivas manifestaciones en el país y los planes de la Asamblea Nacional de destituir a Maduro.

lunes, 5 de diciembre de 2016

“Carta de Milton Friedman a Nicolas Maduro” por Rubén J. Contreras

“Carta de Milton Friedman a Nicolas Maduro” por Rubén J. Contreras

Dic 5, 2016 6:43 am
Publicado en: Opinión
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En agosto del 2014, tuve el honor de ser invitado por el Profesor Rafael Ávila, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Monte Ávila a un curso de economía dictado por el argentino Adrian Ravier, quien entre otras cosas nos ilustró la experiencia que vivieron en su país por la hiperinflación que vivió su economía durante la crisis económica.
En ese mismo curso, el Doctor Ravier nos habló de la invitación que realizó Augusto Pinochet al economista Milton Friedman a Chile y que derivó en una carta que más adelante les presento con el objeto de seguir demostrando y añadiendo al debate, la inviabilidad del sistema económico planteado por el gobierno venezolano y que se basa en los controles y restricción de las libertades para mantener el poder a través de la dominación y la dependencia.
La carta fue dirigida a Pinochet hace 41 años, pero podrán notar que sus recomendaciones tienen vigencia y aplican al momento histórico que vive Venezuela, obviamente el Presidente Maduro no aplicaría ninguna de las propuestas de Milton Friedman, pero me conformo con que la lea y haga el ejercicio de asumir por un minuto de que si queremos salir de esta crisis, inevitablemente estos son los pasos a seguir:
21 de Abril, 1975.
Personal
Excmo. Sr. Augusto Pinochet Ugarte
Presidente
Edificio Diego Portales
Santiago, Chile

Estimado señor Presidente:
Durante la visita que le hiciéramos el viernes 21 de Marzo, realizada con el objeto de discutir la situación económica de Chile, Usted me pidió que le transmitiera mi opinión acerca de la situación y políticas económicas chilenas luego de completar mi estancia en su país. Esta carta responde a tal requerimiento.
Permítame primero decirle cuán agradecidos estamos mi esposa y yo de la cálida hospitalidad que nos brindaran tantos chilenos durante nuestra breve visita; nos hicieron sentir como si realmente estuviéramos en casa. Todos los chilenos que conocimos estaban muy conscientes de la seriedad de los problemas que su país enfrenta, dándose cuenta de que el futuro inmediato iba a ser muy difícil. Sin embargo, todos mostraban una firme determinación en aras de superar dichas dificultades y una especial dedicación en el trabajo por un futuro más próspero.
El problema económico fundamental de Chile tiene claramente dos aristas: la inflación y la promoción de una saludable economía social de mercado. Ambos problemas están relacionados: cuánto más efectivamente se fortalezca el sistema de libre mercado, menores serán los costos transicionales de terminar con la inflación. Sin embargo, y pese a estar relacionados, se trata de dos problemas diferentes: el fortalecimiento del libre mercado no culminará con la inflación per se, como tampoco terminar con la inflación derivará automáticamente en un vigoroso e innovador sistema de libre mercado.
La causa de la inflación en Chile es muy clara: el gasto público corresponde, aproximadamente, a un 40% del ingreso nacional. Cerca de un cuarto de este gasto no deriva de impuestos explícitos y, por lo tanto, debe ser financiado emitiendo una mayor cantidad de dinero; en otras palabras, a través del impuesto oculto de la inflación. El impuesto inflación, utilizado para levantar una cantidad de dinero equivalente al 10% del ingreso nacional es, por ende, extremadamente gravoso – una tasa impositiva de 300% a 400% (es decir, la tasa de inflación)- impuesta sobre una estrecha base de cálculo- 3% a 4% del ingreso nacional (es decir, el valor de la cantidad de dinero que circula en Chile como efectivo y depósitos en cuentas corrientes).
Este impuesto inflación genera un enorme daño al inducir a las personas a dedicar un gran esfuerzo por limitar su posesión de dinero en efectivo. Esa es la razón por la cual la base es tan estrecha. En la mayoría de los países, desarrollados y subdesarrollados, la cantidad de dinero es más cercana al 30% del ingreso nacional que al 3% o 4% de éste. Desde la perspectiva del gasto total, que es un múltiplo del ingreso, el dinero en Chile alcanza sólo a algo así como 3 días de gasto, lo que fuerza a realizar nada más que operaciones de subsistencia en el rubro comercio, además de estrangular al mercado de capitales.
Existe solo una manera de terminar con la inflación: reducir drásticamente la tasa de incremento en la cantidad de dinero. En la situación de Chile, el único modo para lograr la disminución de la tasa de incremento en la cantidad de dinero es reducir el déficit fiscal. Por principio, el déficit fiscal puede ser reducido disminuyendo el gasto público, aumentando los impuestos o endeudándose dentro o fuera del país. Exceptuando el endeudamiento externo, los otros tres métodos tendrían los mismos efectos transitorios en el empleo, aunque afectando a diferentes personas -disminuir el gasto público afectaría inicialmente a los empleados públicos, aumentar los impuestos afectaría inicialmente a las personas empleadas por quienes pagan impuestos, y endeudarse afectaría inicialmente a las personas empleadas por los titulares de los créditos o por la las personas que, de otro modo, hubieran conseguido esos fondos prestados.
En la práctica, disminuir el gasto público es, por lejos, la manera más conveniente para reducir el déficit fiscal ya que, simultáneamente, contribuye al fortalecimiento del sector privado y, por ende, a sentar las bases de un saludable crecimiento económico.
La disminución del déficit fiscal es requisito indispensable para terminar con la inflación. Un problema menos claro es cuán rápidamente debe terminarse con ella. Para un país como Estados Unidos, en el cual la inflación es de alrededor del 10%, yo aconsejo una política gradual de eliminación en dos o tres años. Pero para Chile, en que la inflación se mueve entre el 10% y 20% mensual, creo que graduar su eliminación no es viable; conllevaría una tan gravosa operación por un periodo de tiempo tan largo, que temo la paciencia no acompañaría el esfuerzo.
No existe ninguna manera de eliminar la inflación que no involucre un periodo temporal de transición de severa dificultad, incluyendo desempleo. Sin embargo, y desafortunadamente, Chile enfrenta una elección entre dos males, un breve periodo de alto desempleo o un largo periodo de alto desempleo, aunque sutilmente inferior al primero. En mi opinión, las experiencias de Alemania y Japón luego de la II Guerra Mundial, de Brasil más recientemente, del reajuste de postguerra en Estados Unidos, cuando el gasto público fue reducido drástica y rápidamente, argumentan en pro de un tratamiento de shock. Todas estas experiencias sugieren que este periodo de severas dificultades transicionales sea breve (medible en meses) para que así la subsecuente recuperación sea rápida.
Para mitigar los costos de la transición y facilitar la recuperación, creo que las medidas fiscales y monetarias debieran ser parte de un paquete que incluya medidas que eliminen los obstáculos a la empresa privada y que alivien la aguda angustia.
Para acotar, haré un bosquejo de los contenidos de un paquete de propuestas específicas. Mi conocimiento de Chile es muy limitado como para permitirme ser tanto preciso como exhaustivo, de modo que estas medidas deben ser consideradas más bien como ilustrativas.
Si este enfoque de shock fuera adoptado, creo que debiera ser anunciado pública, muy detalladamente y, además, entrar en vigor en una fecha muy cercana a dicho anuncio. Cuánto mejor informado se encuentre el público, más contribuirán sus reacciones al ajuste. A continuación propongo una muestra de las medidas que debieran ser tomadas:
1.- Una reforma monetaria que reemplace el escudo por el peso, con 1 peso = 10.000 escudos (o quizás 1.000 escudos). Por sí misma, esta medida no produciría ningún efecto sustancial, pero cumpliría una valiosa función sicológica.
2.- Un compromiso del gobierno de reducir su gasto en 25% dentro de seis meses; reducción que debiera tomar la forma de una disminución transversal del presupuesto de cada repartición en 25%, con los relativos a personal a tomarse cuán pronto como sea posible. Sin embargo, las reducciones de gasto debieran ser escalonadas en base a un periodo de seis meses para permitir el pago de generosas indemnizaciones. (Cualquier intento de ser selectivo o parcial tiene la probabilidad de fracasar debido a las posibles manipulaciones de cada repartición por lograr que la reducción presupuestaria afecte a otra de ellas. Es preferible hacer primero una reducción transversal, para luego reasignar el total ya reducido).
3.- Un crédito nacional de estabilización otorgado por el público para complementar la reducción del gasto durante los seis primeros meses para permitir así una más rápida reducción en la emisión de dinero que en el gasto. Las condiciones debieran incluir un reajuste por inflación para lograr la confianza del público en la determinación del gobierno de terminar con la inflación.
4.- Si fuera posible, un crédito externo de estabilización para el mismo propósito.
5.- Un categórico compromiso del gobierno de que después de seis meses no financiará más gasto alguno a través de la emisión de dinero. (Así como la recuperación económica se vaya dando, la cantidad de dinero deseable en términos reales, esto es, la cantidad consistente con precios estables, aumentará. Sin embargo, este incremento debiera servir como base para la expansión de un mercado de capitales privado en vez de utilizarse para financiar gasto público).
6.- Continuar con vuestra política actual de un tipo de cambio diseñado para aproximarse a un tipo de cambio de libre mercado.
7.- La eliminación de la mayor cantidad posible de obstáculos que, hoy por hoy, entorpecen el desarrollo del libre mercado. Por ejemplo, suspender, en el caso de las personas que van a emplearse, la ley actual que impide el despido de los trabajadores. En la actualidad, esta ley causa desempleo. También, eliminar los obstáculos a la creación de nuevas instituciones financieras. Asimismo, eliminar la mayor cantidad posible de controles sobre los precios y salarios. El control de precios y salarios no sirve como medida para eliminar la inflación; por el contrario, es una de las peores partes de la enfermedad. (Eliminar obstáculos, pero no sustituir subsidios. La empresa privada tendrá la facultad de gozar de las recompensas del éxito sólo si también arriesga soportar los costos del fracaso. Todo hombre de negocios cree en la libre empresa para todos, pero busca también favores especiales para sí mismo. Ningún obstáculo, ningún subsidio; esa debiera ser la regla).
8.- Tome las providencias necesarias para aliviar cualquier caso de real dificultad y severa angustia que se de entre las clases más pobres. Tome en cuenta que las medidas tomadas no producirán, por sí mismas, daño en estos grupos. El despido de empleados públicos no reducirá la producción, sino que simplemente eliminará gasto- sus despidos no significarán la producción de un pan o un par de zapatos menos. Pero indirectamente, algunas de las clases menos privilegiadas serán afectadas y, séanlo o no, el programa de medidas será señalado como el culpable de sus angustias. Por lo tanto, sería beneficioso tomar ciertas providencias de este tipo en dicho programa. En este aspecto, mi ignorancia de la situación y acuerdos actuales vigentes en Chile me hacen imposible ser más específico.
Un programa de shock tal como este podría eliminar la inflación en cuestión de meses. También fundaría las bases necesarias para lograr la solución de su segundo problema- la promoción de una efectiva economía social de mercado.
Este no es un problema de reciente origen, sino que surge de tendencias al socialismo que comenzaron hace 40 años y que alcanzaron su lógico, y terrible clímax, durante el régimen de Allende. Ustedes han sido extremadamente sabios en la aplicación de las muchas medidas que ya han tomado para revertir esta tendencia.
La eliminación de la inflación llevará a una rápida expansión del mercado de capitales, lo cual facilitará en gran medida la privatización de empresas y actividades que aún se encuentran en manos del Estado.
El más importante paso en este sentido es la liberalización del comercio internacional para, de este modo, proveer de una efectiva competitividad a las empresas chilenas y promover la expansión tanto de las importaciones como de las exportaciones. Lo anterior no sólo mejorará el bienestar del chileno común al permitirle adquirir todos los bienes al menor costo, sino que también disminuirá la dependencia de Chile en un sola exportación de importancia: el cobre. Quizás la mayor recompensa en esta área se obtendría a través de la liberalización de la importación de vehículos motorizados.
Estoy conciente de que su Gobierno ya ha dado pasos importantes y planea otros futuros en orden a reducir las barreras al comercio internacional y a liberalizarlo, y que, como resultado de ello, la ventaja competitiva real de Chile se refleja mejor en éste hoy que en las décadas pasadas. Este es un gran logro. También veo que en esta área existe un fuerte argumento a favor de una gradualización para entregar a los productores chilenos una oportunidad para ajustarse a las nuevas condiciones. No obstante, gradualismo no debe significar quedarse estancado. En mi opinión personal, creo que un buen consejo para Chile sería dirigirse a la liberalización del comercio a una velocidad y en una extensión mucho mayores de las que hasta ahora han sido propuestas. Un comercio totalmente libre es el objetivo final deseable, aunque no sea posible de alcanzar en el más cercano futuro.
Quisiera concluir esta carta diciendo que estoy seguro que Chile tiene un gran potencial. Ha sido un pueblo capaz, letrado, creativo y lleno de energía, que tiene una larga historia y tradición de orden y paz social. Hace unos cuarenta años atrás, Chile, como muchos otros países, incluyendo el mío, se encausó en la ruta equivocada- por buenas razones y sin maldad, ya que fueron errores de hombres buenos y no malos. El mayor error, en mi opinión, fue concebir al Estado como el solucionador de todos los problemas, de creer que es posible administrar bien el dinero ajeno.
Si Chile toma hoy la senda correcta, creo que puede lograr otro milagro económico: despegar hacia un crecimiento económico sostenido que proveerá una ampliamente compartida prosperidad. Pero para aprovechar esta oportunidad, Chile deberá primero superar un muy dificultoso periodo de transición.
Sinceramente,
Milton Friedman