miércoles, 30 de octubre de 2019

Vladimiro Mujica Los pueblos no se equivocan, ¿o sí? 30 octubre, 2019

opinión

Vladimiro Mujica

Los pueblos no se equivocan, ¿o sí?

30 octubre, 2019
Explotan las redes con un artículo que se atribuye a Mario Vargas Llosa sobre Argentina. Digo se le atribuye porque hay denuncias importantes de que se trata de otro caso de “fakenews”. Hace unos años Vargas Llosa escribió un artículo de similar contenido sobre Venezuela, esta vez verificado. La tesis común en ambos textos: Los pueblos de Venezuela y Argentina cavaron sus propias tumbas al elegir gobernantes populistas autoritarios. Nadie se los impuso, venezolanos y argentinos tienen una gran responsabilidad en haber elegido los destinos catastróficos que hoy aquejan a sus naciones.
A la tesis que aboga por la responsabilidad ciudadana en el crucial tema de la democracia se le opone la demagogia comunistoide que afirma que los pueblos nunca se equivocan. Una especie de defensa mística de algo que se describe como la sabiduría popular. Ello con independencia de la sólida evidencia histórica de que algunas de las mayores tragedias de la historia ocurrieron disparadas inicialmente por un acto de voluntad popular: por una elección.
El caso más paradigmático lo constituye la elección alemana del año 1932 que llevó al mariscal Hindenburg a designar a Adolf Hitler como Canciller en 1933, un hecho que tuvo consecuencias nefastas para todo el mundo civilizado y que condujo en última instancia a la ruina de Alemania y a la II Guerra Mundial. Vale la pena sentarse a mirar los estupendos documentales o a leer los valiosos tratados sobre el ascenso de Hitler al poder para maravillarse del poder histriónico, del poderoso carisma de Hitler que lo llevó a convertirse en un auténtico líder de masas. De hecho, es suya la reflexión de que más que imponer el terror de las armas era preferible ganar el corazón de los alemanes. La idea de la Gran Comunidad, sin clases sociales y con un solo liderazgo es también de Hitler y su ministro de Propaganda e Iluminación, Goebbels. Por muchas razones, la democrática y europea Alemania ha optado por tratar de desaparecer su pasado nazi, pero ahí están los hechos tercos, como diría Lenin. Errores similares de juicio del pueblo, se produjeron en Italia y en numerosos países africanos. Más cercanamente están los casos de Argentina y Venezuela. Argentina con el peronismo castrante y sus herederos, y Venezuela con el chavismo.
Que el pueblo se equivoca con H mayúscula, parafraseando a Cortázar, obliga a reflexiones muy complejas sobre la democracia y el bien común. Reflexiones éstas que se remontan a La República de Platón, quien argüía, en traducción moderna, sobre la necesidad de que el gobierno fuese elegido y estuviese en manos de un sector restringido de gente privilegiada, bien por su instrucción, su posición social, o ambas. Esta democracia censitaria, basada en un censo de capacidades, fue la norma, más que la excepción en muchos países hasta comienzos del siglo XX, cuando se fueron extendiendo los movimientos a favor del voto libre y universal. En algún momento se intentó imponer como condición en algunos países el saber leer y escribir, pero inclusive esa restricción desapareció. La realidad que estamos viviendo en nuestros países es que tenemos voto universal, pero un número muy importante de ciudadanos con derecho al voto no lo ejerce, por un conjunto de razones que van desde la carencia de información hasta la apatía, y muchos de quienes lo ejercen, o no tienen ninguna información sobre el significado del voto o son susceptibles a la manipulación, a los “fakenews” y a la manipulación, adelantada por humanos, por robots en Internet, o ambos. A todo ello hay que añadirle la desigualdad social y económica que determina la existencia de una correlación muy profunda entre estos males endémicos en nuestro países y la manipulación populista del voto.
Como si el cuadro no fuese lo suficientemente complejo y desolador, el mal de la corrupción, la ausencia de ética en la función pública y la propensión de muchos dirigentes políticos a dejarse llevar por una visión mediática de la política, controlada por “influencers” y redes sociales, contribuye a agravar dramáticamente el problema de la defensa de la democracia. Líderes débiles, excepto cuando parecen tener detrás su propio carisma y el apoyo de sectores poderosos, o cuando le venden una ilusión populista y demagógica al pueblo, todo ello aunado con una población en buena parte desprotegida y a merced de sus propias carencias, limitaciones y resentimientos. Visto así, pareciera ser un milagro que la democracia haya sobrevivido en muchos países.
Este tipo de reflexiones y preguntas sin aparentes respuestas han llevado a la idea de epistocracia, o gobierno de la gente con conocimiento, adelantada entre otros por Jason Brennan, profesor de la Universidad de Georgetown, en su último libro, Against Democracy (Contra la democracia).
La polémica teoría de Brennan parte de una premisa: “En general, los votantes son unos ignorantes”. En su descripción de la sociedad están los hobbits, gente desinformada que debería abstenerse por responsabilidad; los hooligans, que siguen la información política con la conducta de quien apoya a su equipo de fútbol; y los vulcanos, que estudian la política con objetividad científica, respetan las opiniones opuestas y ajustan cuidadosamente las suyas: “Cuando se trata de información política, algunas personas saben mucho, la mayoría de la gente no sabe nada y mucha gente sabe menos que nada”.
La tentación de las respuestas fáciles, a prueba de idiotas, acerca de qué funciona mal cuando los pueblos se equivocan, es muy grande. En esa dirección van las frases globalizantes y generalizadoras: “los venezolanos nunca han entendido”, “los argentinos no aprenden”, que responden todo y no responden nada, y que separan la inmensa responsabilidad del liderazgo político, con sus errores y aciertos, en inducir respuestas en la población. Lamentos y llorantinas que dejan al populismo irresponsable y corrupto, a la izquierda comunistoide, corrupta y sin principios que mal gobierna Venezuela y Cuba, en una alianza criminal con el terrorismo y el narcotráfico, como señores del campo. La alianza perfecta, dicen algunos, entre la estupidez de los pueblos y la astucia de los bandidos, una versión menos acabada de la frase que reza “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”.
La verdad del asunto es que no hay ningún milagro en el funcionamiento imperfecto de la democracia, el peor sistema político, como diría Churchill, excepto por el resto. Hay instituciones, hay líderes visionarios que entienden que hay que cambiar y conectarse con la gente, hay partidos políticos que garantizan la transducción del poder que reside en la soberanía popular al gobierno, hay constituciones que se renuevan y se mantienen vigentes, y hay un sistema educativo que enseña los valores de la democracia y la libertad. Y estamos nosotros obligados a defenderlos con todas sus complejidades. Sin esperar que venga la epistocracia a imponerse, o que los pueblos aprendan las bondades de la economía de mercado y la libertad de pensamiento. Esa es el verdadero reto del ejercicio consciente de la ciudadanía, el bien más preciado que nos ha dado la civilización occidental y que nos convoca a nunca dar por sentadas la democracia y la libertad.

lunes, 28 de octubre de 2019

SÍ, LLORO POR TI ARGENTINA... Durísimo artículo de Mario Vargas Llosa

SÍ, LLORO POR TI ARGENTINA...

Durísimo artículo de Mario Vargas Llosa

Argentina, un país que era democrático cuando tres cuartas partes de Europa no lo eran, un país que era uno de los más prósperos de la Tierra cuando América Latina era un continente de hambrientos, de atrasados.
El primer país del mundo que acabó con el analfabetismo no fue Estados Unidos, no fue Francia, fue la Argentina con un sistema educativo que era un ejemplo para todo el mundo. Ese país que era un país de vanguardia ¿Como puede ser que sea el país empobrecido, caótico, subdesarrollado que es hoy? ¿Qué pasó? ¿Alguien lo invadió? ¿Estuvieron enfrascados en alguna guerra terrible?
No, los argentinos se hicieron eso ellos mismos. Los argentinos eligieron a lo largo de medio siglo las peores opciones.
¿Cómo se entiende eso? Un país con gentes cultas, absolutamente privilegiado, una minoría de habitantes en un enorme territorio que concentra todos los recursos naturales. ¿Por qué no son el primer país de la Tierra? ¿Por qué no tienen el mismo nivel de vida que Suecia, que Suiza?
Porque los argentinos no han querido. Han querido en cambio ser pobres. Seguir a “caudillos” de pacotilla, “salvadores” de porquería, locos, desquiciados por su mismo odio a todo lo que sea diferente a su locura. Han querido vivir bajo dictaduras, han querido vivir dentro del mercantilismo más espantoso. Hay en esto una responsabilidad del pueblo argentino.
Para mí es espantoso lo que ha ocurrido en Argentina. La primera vez que fui allí quedé maravillado. Un país de clases medias, donde no había pobres en el sentido latinoamericano de la pobreza. ¿Cómo pudo llegar a la presidencia una pareja tan diabólica, manipuladora, populistas en grado extremo, corruptos de calle como los Kirchner gobernando ese país?. Al menos ya uno no está!.
Sin embargo, a juzgar por sus diabólicas relaciones estrechísimas con el desquiciado, paria, bestia troglodita, de la extinta y queridísima República de Venezuela, todo parece indicar que ahora “Cristinita” se apegará aún más a ese escoria, aprendiz de dictadorzuelo, quien ya bastante le ha financiado su mandato a costa del noble pero incomprensiblemente inerte pueblo Venezolano.
¡Qué degradación política, qué degradación intelectual! Argentina y Venezuela, dos países extraordinarios vueltos pedazos por una sarta de demoníacos desquiciados!!!
Por eso me pregunto ¿Cómo es eso posible?

Mario Vargas Llosa
Madrid, España

¿CAPITULACIÓN UNIVERSAL?


¿CAPITULACIÓN UNIVERSAL?


Por: Alfredo Coronil Hartmann

 PanAm Post

Desde que empecé a leer Historia, supongo que cuando dejé el biberón, porque no recuerdo haber hecho otra cosa en estos excesivos 76 años de existencia, trataba de imaginarme que sentirían los romanos que vivieron el fin del Imperio o los chinos ante las hordas mongolas, es decir ante el colapso final de sus mundos, de sus maneras de vivir, de comunicarse, de amar o de crear belleza, de respirar. Pero nunca intuí que me tocaría vivir algo semejante, el solo pensarlo parecía un juego de guerra o una disquisición intelectual algo ociosa.

 Pero hoy, este sábado lánguido de octubre del 2019, basta extender una mirada, elementalmente lúcida -no se necesita ser politólogo-  por el entorno, no solo continental sino del globo todo, para tener la sensación profunda de que todo se está yendo al basurero, al albañal.

Los vientos de fronda no respetan poderes terrenales o espirituales; un viajero, que estuvo recientemente en Roma, me comentaba que el Sínodo de la Amazonía parecía una reunión del Foro de Sao Paulo; en Washington, el emperador de opereta, drena sus molestias –siempre por twiter- mientras abandona a sus aliados kurdos al arbitrio sangriento de Erdogan, empeñado al parecer en reconstruir  aquel Imperio otomano que por seiscientos años dominó el Asia Menor y buena parte de la Europa Central, remedo muy pobre de Solimán el Magnífico, este aspirante a Sultán de los dos Mundos ya anuncia delirante que llegará a Damasco, y ¿por qué no? tiene un ejército de primera clase, el mayor de la OTAN, después de los Estados Unidos y si nadie se le opone…

 El inefable liderazgo político venezolano –es decir la supuesta oposición democrática-  establece nuevas cotas de torpeza y sumisión, Colombia arriesga deplorablemente sus avances democráticos en un coqueteo insensato con el caos. El ponderado y querido Chile pareciera deseoso de inmolarse pese a los éxitos (impensables para quienes lo conocimos pobre y escéptico de su futuro en la década de los sesenta) y suma ya diez y nueve muertos, en poco más de una semana de locura.

 Bolivia, Perú, Ecuador, la Argentina pobre de cordura política, rica en todo lo demás. México en manos de un estólido y absurdo AMLO, rindiéndole pleitesía al socialismo del siglo XXI, el mismo que destruyó a Venezuela y se lleva en los cachos los menguados restos de Nicaragua y Bolivia.

Hablar de Cuba es una redundancia, sesenta años de vileza destruyen hasta esa bella isla, otrora próspera y vital, hoy convertida en la quintaesencia de la manipulación y la rapacidad, por cierto muy exitosa en su deletérea tarea.

Pero ante este Nuevo Mundo volcado al desenfreno y al disparate, podríamos pensar recurrir a la sabiduría y el ejemplo de la vieja Europa, a la Madre Patria, a aquella España en cuyos dominios no se ponía el sol  pero, en este caso, no fue que parió la abuela, sino que enloqueció totalmente, empezando por los catalanes que parecían los más serios. La pasión autodestructiva de los españoles, quienes habían realizado el cuasi milagro de una transición , logrando pasar al lado del millón de muertos de la Guerra Civil y de la eterna dictadura de Franco, logrando pasar casi indemnes, gracias a la conjunción de un grupo esclarecido de hombres y mujeres, con sentido de Estado y de Historia. Escogen al peor de sus gobernantes, al que fracasó y destruyó la bonanza económica, al babieca de José Luis Rodríguez Zapatero, como mentor y guía político de un PSOE estítico intelectual, lamentable y torpe y van de idiotez en idiotez labrándose su propia fosa y cometiendo la imbecilidad de intentar revivir a Franco, que si les llega a salir ese muerto la carrera no se va a detener en Gibraltar.

Ah, pero La France, apenas pasar los Pirineos, la Atenas de Europa, el faro cultural de Occidente, la patria de Carlos Martel que derrotó la invasión árabe en Poitiers, la hija primogénita de la Iglesia, gesta Dei per francos y todo aquello, La Marsellesa que todo hombre libre no puede oír sin emocionarse, ahora colonizada, usa babuchas, burkas y un trapero sucio. Gracias a unos cuantos gobiernos socialistas y a un complejo de corrección política  de sus intelectuales de izquierda, que casi les costó la existencia en 1939, paralizándola con un discurso pacifista a ultranza, frente al empuje belicista del nazismo y que además la hizo sorda, frente a aquellos patriotas, como De Gaulle, que se cansaron de advertir el peligro y las deficiencias de un aparato militar obsoleto y una doctrina estratégica arcaica.

Alemania, el “coco” de ayer, purulenta de una inmigración absurda y desbordada, rica en euros e industrias, en el equilibrio precario de un espectro político menguado, la señora Merkel en nada imita a Adenauer y el SPD patina y decrece electoralmente, Billy Brand, Eber y su elenco se desdibujan. La patria de la Reforma, parece resuelta a disolverse en el Islam. Pareciera que pasaron de aquel irritante "Deutschland, Deutschland uber alles, uber alles in der Welt", tan belicoso y tan nazi, a súcubos de las mezquitas.

La estólida y formal Inglaterra, tan seriecita, también posesa de locura, da traspiés y se enreda lastimosamente, pareciera que su única imagen coherente, es la de la anciana reina, sin Isabel II el Reino Unido parecería hoy un pub anarquizado ¡God save the Queen!

Rusia, en manos de sus mafias formadas por la KGB y China indetenible, en el rumbo fijado por Deng Siao Ping pero hipertrofiado en el más salvaje capitalismo.

Ante este panorama ¿que queda? cuales son o es, la alternativa o mejor 10dicho ¿hay alternativas? Yo no logro verlas, hay que reinventar un mundo, uno que sea vivible, abierto, tolerable y si no les parece frívolo, hasta con algo de buen gusto. Esa reconstrucción tomará tiempo, vidas, esfuerzos, le tocará hacerla a los hoy muy jóvenes y haciéndole una concesión al uso, será una tarea de la “derecha”; la “izquierda” sirve para romper, pero no saben pegar dos ladrillos.

No he mencionado a Brasil, allí podría darse la génesis de ese movimiento de salvamento, dependerá de muchas cosas, entre ellas de la consistencia y proyección de sus actuales gobernantes; ser estadistas es mucho más difícil que ganar elecciones, Dios los ayude. Confío en las reservas morales y profesionales del Ejército chileno, en el buen juicio de la clase dirigente colombiana, en que en los Estados Unidos surja una dirigencia seria y digna de la gravitación histórica de ese gran país, con una dirigencia política tan gris, plúmbea por decir lo menos.

No voy a decir nada de Venezuela, entre otras razones, porque no sé si existe aún o qué queda de ella. Dios le dio en exceso el más rico subsuelo de la tierra, un pueblo generoso y abierto, inteligente, pero repito no estoy seguro de que aún exista como nación.

El ser humano ama las simplificaciones, quizá por flojera, pero -por lo pronto- sabemos que el planeta, de la mano de un Santo y de un actor de westerns, San Juan Pablo II y Ronald Reagan, dió un paso decisivo hacia la democracia y la paz. ¿Cual será el legado de Francisco Iº y de Donald Trump... Está por saberse.
Ítaca 26 de octubre de 2019.

DANTE BOBADILLA Lo que queda de Chile Chilenos protestan como si vivieran en Cuba o Venezuela


DANTE BOBADILLA

Lo que queda de Chile

Chilenos protestan como si vivieran en Cuba o Venezuela

Lo que queda de Chile
 DANTE BOBADILLA
 23 DE OCTUBRE DEL 2019
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Ver a los niños bien de Chile destruyendo su propio país por el alza de pasajes del metro, es lo más patético que nos ha tocado vivir en la región. Lo de Venezuela se comprende y se sabía que iba a suceder, pero lo de Chile ha sido impredecible y es incomprensible. Lo más parecido que yo he visto a las imágenes que la televisión chilena nos muestran es una película de invasión 
zombie. Ahora más que nunca estoy convencido de que el socialismo es una enfermedad mental. No hay otra explicación para lo que ocurre en Chile.
Las turbas salvajes de la izquierda chilena aprovechan las libertades y garantías que les ofrece la democracia para perpetrar su vandalismo, convencidos de que no les van a disparar, como sucede en Venezuela o Cuba. Para colmo, esa prensa basura que hoy parece ser el patrón de la prensa en todas partes, apoya los desmanes y cuestiona la presencia de las FF.AA. en las calles. Y como siempre, los defensores de los DD.HH. están de lado de los violentistas. Chile es hoy un mundo al revés. Es el país más próspero de la región, pero la gente protesta como si viviera en Cuba o Venezuela. Y lo peor es que esta gente admira esos modelos.
Los mismos charlatanes de siempre han vuelto a llenarse la boca con las típicas frases de cliché con que condenan lo que llaman “neoliberalismo” y “desigualdad”. Esos que ven en cada indigente de Nueva York “el fracaso del capitalismo”, alaban a la dictadura cubana, donde más de la mitad de la población vive debajo del umbral de la pobreza. Quienes dicen que las protestas en Caracas son promovidas por la CIA, hoy alaban el “despertar del pueblo chileno”. Los que callan ante la crisis humanitaria en Venezuela, apoyan las “justas demandas sociales del pueblo chileno”, que vive en la sociedad más opulenta de la región. Nadie explica cómo es que una banda de desadaptados juveniles puede ser capaz de incendiar 76 estaciones del metro de manera coordinada. ¿Quién los organiza y financia? 
Me aburre oír a mequetrefes de medio pelo explicando con aires de gurú que esto se debe a las “profundas desigualdades” y a las “contradicciones del sistema” que obliga a la gente a tener una tarjeta de crédito, a comprarse el celular más caro, a endeudarse más allá de sus posibilidades, etc. Todo es culpa del sistema. Los individuos solo son inocentes víctimas de un “perverso sistema consumista”. Seguramente estarían mejor utilizando una tarjeta de racionamiento provista por el Estado para hacer colas desde la madrugada por dos tarros de leche y un kilo de azúcar al mes, como ocurre en los paraísos socialistas donde prima la igualdad social. Y es que la única manera de lograr la tan cacareada igualdad en una sociedad es empobreciendo a todos y esclavizándolos. No hay otra manera.
Lo ocurrido en Chile es un reto para las ciencias sociales. Las de verdad, no las que venden el humo de la igualdad social. Habría que recurrir a la psicología de masas y hasta a la psiquiatría cultural. Sin duda acá hay una patología cultural que ya debería ser claramente señalada. Yo lo llamaría socialismo, a secas. No hay más explicación que una patología cultural. Que haya malestar en ciertos sectores no es nada raro. ¿En qué sociedad no hay algún tipo de malestar y reclamo? Pero nada de esto explica ni justifica lo ocurrido. De alguna manera se vincula con los fenómenos políticos y sociales que vive toda la región en estos días, como una especie de renacer maldito del socialismo del siglo XXI, al que creíamos derrotado y en retirada.
En Chile pasó algo similar al Perú después de Fujimori. La izquierda gobernó la mayor parte de la era post Pinochet y se fortaleció en todos los frentes. Como en el Perú, los intelectuales usaron la condena a la dictadura para sobresalir como demócratas cabales, adoctrinando a los jóvenes en el odio a esa era y a todo lo que se heredó de Pinochet. Obviamente eso incluye a todo lo que es hoy Chile como país. El segundo gobierno de la señora Bachelet puso el freno a la economía, que dejó de crecer al ritmo que necesita Chile. Para colmo, Piñera en su segunda gestión adoptó un programa progresista, comprometiéndose de lleno con la agenda climática. Las alzas de las que tanto se quejan son producto del giro hacia energías más limpias.
Lo más penoso ha sido ver a un Piñera derrotado, agachando la cabeza ante la turba salvaje y pidiendo perdón por algo que no ha hecho, para luego anunciar una serie de medidas populistas, incluyendo la confiscación del 40% del salario de los que más ganan, una medida que sí justifica salir a protestar con pleno derecho. Piñera ha caído en el error de creer que puede negociar con la turba salvaje y con la izquierda promotora de la violencia. Después del mensaje, los violentos piden más. Quieren la cabeza de Piñera. De hecho es un golpe de Estado perpetrado por las turbas salvajes alentadas por la izquierda. No podían tolerar un modelo de éxito que era un ejemplo de la región para el mundo. Había que destruirlo todo para probar que el liberalismo no funciona. Porque la izquierda no soporta el éxito. Eso es todo.

jueves, 24 de octubre de 2019

Williams Caballero López Doble moral 24 octubre, 2019


Doble moral

24 octubre, 2019
Por un lado, el usurpador del Palacio de Miraflores dice: “quienes retomen a las protestas de calle en el país, serán castigados con la cárcel”, y por el otro asevera que “el pueblo ecuatoriano salió a la calle a defenderse ante unas políticas inhumanas”.
Cuando se trata de movimientos de calle en contra de gobiernos como el que encabezan Lenín Moreno en Ecuador o Sebastián Piñera en Chile, las manifestaciones son calificadas como “expresiones populares”, sin embargo cuando se trata del pueblo venezolano movilizado, entonces, la posición es diametralmente opuesta.
El caradurismo de aquellos que tienen secuestrado el Estado nacional sale a flote en su máxima expresión, Maduro amenaza a los venezolanos para evitar que las convocatorias a manifestaciones de calles realizadas por el presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó, tengan una acogida masiva entre la población.
Él aplaude lo que ocurre en Ecuador y Chile, pero repudia el reclamo popular de millones de bolivianos que denuncian fraude electoral tras los comicios que misteriosamente le dan el triunfo a su amigo de contubernios, Evo Morales. Y, sobre todo, le da urticaria saber que millones de venezolanos saldrán a las calles con Guaidó.
Para quienes se encuentran en el usufructo ilegítimo del poder, las manifestaciones de calle contra el régimen son simples guarimbas financiadas por el imperialismo yanqui, pero cuando se trata de los defensores del socialismo del siglo XXI, entonces son demostraciones populares de cambio.
¡Ya basta! Es hora de hablar sin pepitas en la lengua. No me cabe duda, que lo vivido en América Latina es el resultado de un plan orquestado desde La Habana y financiado desde Caracas, es una acción política destinada a desestabilizar el continente, allanando el camino para el retorno de gobiernos socialistas autoritarios al poder.
Quieren influir en los pueblos generando pánico entre millones de ciudadanos de toda Sudamérica. Esta acción política responde a los intereses ideológicos del triángulo La Habana-Caracas-Ciudad de México, y con la complicidad de los herederos de los Castros, Nicolás Maduro y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Esta situación gravísima que se vive en el continente debe llamarnos a la acción inmediata. Todos los demócratas de América, e inclusive del mundo, tenemos que cohesionarnos y defendernos ante la política de agresión continental esbozada y ejecutada desde los predios de eso que llaman el Foro de Sao Paulo.
Y, debemos desenmascarar a los hipócritas autoritarios de aquí, en Venezuela, como de todas partes. Tenemos que demostrarles a nuestros ciudadanos que los únicos responsables de las crisis políticas y económicas de nuestras naciones, son aquellos que se dan golpes de pecho y dicen hablar en nombre de ese mismo pueblo que dañan con sus tesis de hambre y muerte.
@wcaballerolopez