lunes, 12 de abril de 2021

Enfrentando la guerra híbrida Por José Gregorio Contreras Caraota Digital Hace 2 horas

 Enfrentando la guerra híbrida

Por José Gregorio Contreras

En estos días ha sido muy comentado un hilo que publicó en su cuenta Twitter el analista político Georg Eickhoff (Doctor en Historia Moderna y filosofía española), en el que reflexionando, a partir de las lecciones aprendidas de su experiencia en Ucrania, advierte los riesgos que se corren ante regímenes como estos y a los venezolanos sobre la necesidad de despertar y hacer lo que corresponde ante el tipo particular de guerra que este régimen plantea, un tipo de guerra que nadie sabe definir muy bien, llamada guerra híbrida.

Georg Eickhoff, hizo una serie de recomendaciones y sentenció que  “los chavistas no van a terminar nunca la guerra contra los venezolanos”, es de advertir que Eickhoff no es ajeno a la realidad del país. Actualmente es relator y analista político para Ucrania de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, pero entre 2008-2013 vivió en Venezuela como parte de la delegación de la Fundación Konrad-Adenauer.

De esta guerra híbrida que habla, señala que una parte es visible y la otra no se ve, además señala para ilustrar: Si se gastan millones en la defensa de Saab ¿cómo no se van a gastar dinero en infiltrar a la oposición y países amigos de la paz en Venezuela? Sostiene el analista, “Guerra híbrida” es un concepto muy bien adaptado a la mentalidad de los venezolanos: es la guerra del “como vaya viniendo vamos viendo”. No todo lo que pasa está cien por cien planificado, pero todo lo que pasa es evaluado y aprovechado con criterio de guerra.

Con esta lógica y estrategia de guerra que maneja el régimen busca hacer sentir a los venezolanos culpables de la miseria que se vive y además de que no hay salida a esta desgracia. La usa muy bien el régimen, cuando incita a una parte de la oposición a montarse en barcos de diálogos o elecciones, empleadas por sus agentes como maniobras o celadas para “ingenuos aprendices de la política” que le permiten al régimen seguir “como sea” en el poder, pero responsabilizando de ello a una oposición que no se une, a una oposición que colabora participando, que por lo demás termina en estos procesos haciendo muy bien el papel de oposición desprestigiada y desmoralizada, pero en (indigna) sobrevivencia política y hasta exhibiendo vidas ostentosas (y en ciertos casos, evidentemente envilecidas), que hacen más elementales las inferencias de una ciudadanía a la que la tragedia ha agudizado la inteligencia y el sentido de lo político; formidable y recurrente estrategia del régimen que (in)explicablemente casi siempre alcanza sus objetivos, con un elemento adicional de perversión que hace más eficaz estos objetivos trazados: en esa dinámica de falsas expectativas y polémicas contradicciones que estos procesos generan, se pierde identidad y consciencia, claridad de objetivos y del talante del adversario, visión histórica, de contexto y sentido de la lucha, y entonces algunos suelen olvidar que la ruta electoral no ha dado los resultados y por tanto no cumple los objetivos que tiene asignada en una democracia liberal y competitiva, se olvida además que el régimen no está dispuesto a dejar el poder, y así lo manifiestan sus más altos jerarcas, sin escrúpulos ni complejos, y con exagerada reiteración.

Es que acaso puede olvidarse que en las elecciones de 2015, en las que la oposición gana claramente la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, sacando provecho de una errónea sobre estimación de su fuerza electoral en la que siempre ha estado el chavismo, la distracción en disputas internas y la ausencia de un plan fraudulento para ganar tantos escaños a la vez, error que lamentaron y se prometieron no volver a cometer jamás (pues, en su lógica, las elecciones no deben ganarlas quienes tienen más fuerza electoral sino quienes sacan más votos); y error contra el que pronto reaccionaron anulando la elección de los tres diputados del estado Amazonas, impidiéndole a la Asamblea ejercer las facultades que le hacía posible la mayoría absoluta e inventando el adefesio de una constituyente convocada de manera inconstitucional para tener su “órgano legislativo paralelo”.

Se olvidó también que hubo una “elección” donde participaron algunos y se asignaron cinco gobernaciones que fueron obligadas a juramentarse ante ese adefesio de la Constituyente y solo uno no aceptó hacerlo. Quizá lo obvio de las respuestas le reste sentido a las preguntas, pero por necesarias debo hacerlas: de verdad han podido estos gobernadores opositores hacer algo en sus estados, las condiciones de sus ciudadanos han mejorado y son distintas a la del resto de Venezuela; de verdad la conquista de esas gobernaciones deben ser valoradas como indicios de democratización en la conformación del poder y a la vez constituyen ellas peldaños en la ruta que conduce a la conquista de la libertad de Venezuela.

Me temo que sueñan despiertos quienes presos de esta amnesia, no perciben que eso es lo único que estuvo dispuesto a ceder el régimen por su necesidad de vestir un ropaje democrático para lucirlo a lo interno y sobre todo ante quienes, desde afuera evalúan el cumplimiento de estándares democráticos, en el orden de sus manifestaciones y realizaciones materiales, más allá de declaraciones de principios y de ejercicios de retórica política.

Quienes hayan olvidado esto y pretendan venir a engatusarnos nuevamente con la idea de una nueva estrategia “opositora” (que de paso no tiene nada de nueva y menos de estratégica, y además sigue su misma lógica revolucionaria y guión político) de “negociar un desenlace electoral lo más confiable posible”, la verdad, forzado estoy a señalar, que no han entendido la naturaleza del régimen como bien lo ha definido el analista Georg Eickhoff. Y que políticos que superan los treinta años de carrera política, solo por establecer un promedio etario, y mantengan intactas sus facultades mentales, no hayan entendido esto, choca contra el sentido común y las máximas de experiencia.

No se crea que desconozco las capacidades con las que se cuenta para racionalizar estas jugadas, con argumentos y hasta con datos estadísticos de otros contextos, que esgrimen, como vendedores de feria, todos los que se anotan en estas aventuras. Las racionalizan, más con vehemencia que con la desgastada e inoficiosa narrativa del derecho al voto, y poder del voto, en un contexto de ausencia total de derechos que aniquila el pretendido poder del voto, porque obligados están a justificar políticamente, ante un auditorio que cada vez más los percibe con menos confianza, porque insisten en repetir prácticas en las que solo han encontrado fracaso y dolor.

Peco de elemental, pero debo señalar que a mi mascota (una pinscher doberman) le bastó golpearse solo una vez, con una puerta que se trancó por el viento, para saber que no debe pararse más junto al marco de la puerta. Seguramente me dirían con cara seria y circunspecta, estos señores de avezados conocimientos y experiencia, máxima prudencia e inteligencia política, que los cánones de la política no son necesariamente los del sentido común.

El primer paso para cambiar la realidad que se vive en Venezuela es definirla, como condición necesaria más no suficiente, para reconocerla y afrontarla. Y es aquí donde hay que reconocerle a María Corina Machado que ya ha hecho este diagnóstico y lo dijo mucho antes que el analista Eickhoff y lo ha reiterado en un video público donde señala:“(…) Tenemos que poner los pies en la tierra: este régimen nos ha declarado la guerra a los venezolanos; han entregado a Venezuela a sus cómplices para avanzar en un programa de dominación que tiene en la mira a los demás países de la región. Son criminales de lesa humanidad que utilizan el sufrimiento de los venezolanos como un arma de control social y de negociación en sus falsos diálogos. Por eso, nuestro propósito no es una elección; es la liberación de Venezuela.”

Sin duda, que el papel de un político es saber leer el signo de los tiempos, por tal razón, de las tres cualidades indispensables que le exige Weber al político, quiero destacar, en esta ocasión, la de tener “perspectiva”: la que le impone procurar un distanciamiento respecto a las cosas y las personas, dándole al político la facultad de tomar en cuenta la realidad tal como es, esto es, lo que exige la situación, en este caso lo que está exigiendo la situación actual venezolana a los políticos y a muchos analistas.

Se puede, pues, preguntar aquí si ya no es hora y se está lo suficientemente claro para hacer valer la verdad acerca de las reales posibilidades de la oposición en un marco de diálogo o electoral, en lugar de confundir; si ya no es hora de asumir nuestras tareas históricas recobrando nuestra verdadera identidad y consciencia política, que solo son de índole democrática, con un espíritu auténticamente republicano y de desprendimiento político, con sentido político realista de nuestras posibilidades y una moral insobornable, y con una  alta dosis de honestidad intelectual, definan, en esfuerzos colectivos y conjuntos, con absoluta claridad y la crudeza que sea necesaria, la naturaleza del régimen y de nuestra realidad política, sin llamarnos a engaños, como condiciones indispensables para hacer un diagnóstico sincero, apegado a la realidad, capaz de generar las estrategias adecuadas que nos coloquen en la ruta real que nos permitirá salir de esta desgracia; una definición y una visión diferentes y auténticas que haga de la oposición un espacio político diferente, que permita relaciones interpersonales entre quienes la conforman en lugar de vivir en la insinceridad y acomodación oportunista; que el motor de la voluntad política llamada a construir reales posibilidades sea una incesante búsqueda de la verdad y el deseo de crear un mundo diferente a esta parodia de “patria revolucionaria y humanista”, cuyas bondades han hecho emigrar a más de seis millones de venezolanos y tiene sufriendo penurias que deben cesar al resto de la población; actores comprometidos y animados por la férrea e incorruptible voluntad de la sinceridad que aniquile y sustituya la difusión de medias verdades o de posiciones sesgadas; se impone servir a la verdad para poder lograr el objetivo, toda conducta contraria nos mantendrá lejos de estos, viendo como sigue degenerándose y destruyéndose nuestro país; este, es el papel de los verdaderos políticos actualmente en Venezuela, así lo impone el momento que se vive.

José Gregorio Contreras, politólogo, Dr. en Ciencias Políticas, exdiputado de la Asamblea Nacional y profesor de la Universidad Central de Venezuela.

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