martes, 7 de septiembre de 2021

Opositores fallidos, caballos ganadores en los bufetes MARCELINO ABAD RAMÓN

 Opositores fallidos, caballos ganadores en los bufetes

MARCELINO ABAD RAMÓN

Madrid  6 SEP 2021 - 08:20 CEST

Dicen que el verdadero fracaso es aquel del que no se aprende. Por eso, tan importante es luchar por un objetivo como saber retirarse a tiempo. En España más de 4.000 personas se presentaron a las pruebas de acceso a la carrera judicial y fiscal para conseguir una de las 300 plazas convocadas en 2020, según se desprende de la relación de admitidos y excluidos publicada en el BOE. Una lista que deja sin posibilidades a más de 3.700 aspirantes a formar parte del Poder Judicial. Con jornadas de estudio cercanas a las ocho horas diarias de lunes a sábado, sin vacaciones en Navidad, Semana Santa o verano y con poca o ninguna experiencia profesional previa, las oposiciones se convierten en una apuesta por el todo o nada.

Sin embargo, hay salidas profesionales para quienes no logran ejercer estas meritorias profesiones que pueden convertir a los opositores fallidos en caballos ganadores. Tras años de actividad memorística, muchos defienden con éxito los intereses de los justiciables ante los tribunales o fuera de ellos como asesores jurídicos. Porque la oposición, además de servir para conocer al dedillo el ordenamiento jurídico, prepara para hablar en público, desarrollar ideas y conceptos, además de entrenar la inteligencia emocional.

Así lo explica Elena Ordúñez, responsable del Área de Propiedad Intelectual y Derecho Audiovisual de la firma de abogados PONS IP. Tras opositar durante “varios años” a judicatura, encontró su camino profesional en la abogacía. “Soy producto de una oposición, de lo que aprendí a nivel profesional y personal y me ha ido bien”, explica. No en vano, acaba de acompañar legalmente a Santiago Segura en su última película.

Esfuerzo titánico

Pero como les suele pasar a muchos aspirantes mientras preparan las pruebas, no siempre vio el horizonte profesional despejado. Porque el candidato “es alguien muy débil cuando oposita, aunque después se convierte en una persona fuerte”, apunta. La incertidumbre, los nervios, el estrés, el aislamiento social o la falta de retribución son factores con los que tienen que lidiar a diario sin ninguna garantía de obtener plaza.

El esfuerzo que realizan es titánico. A modo de ejemplo, la convocatoria de 2020 a las carreras judicial y fiscal consta de tres ejercicios teóricos de carácter eliminatorio. El primero consiste en un cuestionario de cien preguntas, con cuatro respuestas alternativas de las que solo una es correcta. El segundo y el tercero se realizan en audiencia pública y se basan en la exposición oral ante el tribunal de cinco lecciones extraídas de distintas materias del programa, que está formado por más de 300 temas de Derecho Constitucional, Civil, Penal, Procesal Civil, Procesal Penal, Mercantil, Administrativo y Laboral.

“La oposición es muy traicionera porque como vayas aprobando ejercicios puedes llegar a sentir que la tienes cerca, pero te puedes caer en la siguiente prueba”, explica Ordúñez. Así, muchas personas invierten años de su vida estudiando para alcanzar una meta que puede no llegar nunca. Por eso, también “hay que ser muy inteligente para saber cuándo dejarla y que no te queme” a nivel psicológico, señala. En concreto, el tiempo medio para aprobar estas oposiciones es de cuatro años y cuatro meses, según un análisis realizado por este medio en 2020 con base en fuentes oficiales. Suele ser a partir de entonces “cuando empieza el problema” porque las fuerzas flaquean.

Superar el golpe

Christine Weimann, responsable del departamento de Marcas de ABG Intellectual Property, supo recomponerse a tiempo. Estuvo estudiando dos años y medio para ser letrada de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Cuando empezó a preparar la oposición había cuatro plazas a cubrir, pero cuando se presentó solo se había convocado una y se quedó a las puertas. “Esa fue la última convocatoria para la rama jurídica en bastantes años, por lo que seguir ya no era una opción”, señala.

Superado el golpe emocional inicial, Weimann aprovechó todos los conocimientos adquiridos gracias a la oposición para fundar el área legal que dirige en el despacho. En la actualidad “tenemos una amplia cartera de clientes y contamos con una excelente reputación reconocida en rankings internacionales especializados”, comenta. Además, desde 2015 ella ha sido incluida en el listado de especialistas realizado por World Trademark Review, un prestigioso directorio de reputación internacional especializado en marcas.

Por eso, la abogada explica que hay futuro más allá de la frustración que supone no conseguir una de las plazas en liza. “Todo el estudio, la preparación y la experiencia de enfrentarse al tribunal no ha caído en saco roto. Se adquieren unos conocimientos que van a servir para desempeñar una profesión relacionada con el ámbito de la oposición con mayor agilidad. Además, el tesón y la capacidad de esfuerzo son valores que se tienen en cuenta por los empleadores”, destaca.

Nunca es tarde

Precisamente, los juristas que han intentado aprobar una oposición son valorados por muchos despachos de abogados y empresas. Marta Zarco es una de esas letradas. Premio Extraordinario de Fin de Carrera y al mejor expediente por la Universidad Carlos III de Madrid, estuvo opositando al cuerpo de gestión procesal y administrativa al mismo tiempo que preparaba el Máster de Acceso a la Abogacía en la Universidad Francisco de Vitoria. Tras un año y medio combinando ambos estudios, encontró trabajo en un despacho antes de acabar el posgrado, por lo que decidió “probar suerte para ver si le gustaba” el ejercicio profesional.

Y así fue. Especializada en Derecho Procesal Civil y Mercantil, explica que las firmas “valoran a los opositores porque son personas con un nivel de sacrificio y de entrega bastante grande”. Aunque muchos carecen de práctica en la defensa de asuntos, tienen los conceptos jurídicos “estructurados y ordenados” en la cabeza, por lo que pueden “interrelacionar las cosas de una forma que posiblemente le llevaría mucho más tiempo” a un recién colegiado o a un abogado con pocos años de experiencia.

“Nunca es tarde para nada. En el momento en el que te planteas que lo que estás haciendo ya no te hace feliz, debes cambiar”, dice Marta Zarco. Y es que, aunque a veces cueste verla, “siempre hay luz al final del túnel”.

CAMINO INVERSO

Aarón Quintana ha recorrido el camino inverso. Tras ejercer durante casi cuatro años como abogado en diferentes despachos, a finales de 2017 decidió hacer un alto para preparar la oposición al Cuerpo de Gestión de la Administración Civil del Estado, que se encarga de la ordenación de los procedimientos administrativos. Entre los motivos que lo empujaron a estudiar destaca las “precarias condiciones laborales” de ciertos bufetes.

“Estaba ganando 15 mil euros al año como falso autónomo con una jornada diaria de nueve horas”, señala. Sin poderse independizar debido al alto precio del alquiler en Madrid ni conciliar vida profesional y personal, se encerró en su habitación a preparar los cerca de 68 temas que forman el temario. De este periodo destaca “el nivel de esfuerzo” que supone sacar adelante las pruebas.

Aunque reconoce que no se va a hacer “rico” con su oposición, sí le va a dar “estabilidad” laboral, “horarios fijos” y un salario acorde con su nivel de formación. En el peor de los casos, volvería a ejercer como abogado, pero ahora con un conocimiento mucho más profundo del ordenamiento jurídico. Estaría, por tanto, en mejores condiciones para buscarse la vida en despachos capaces de atraer y retener el talento.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Carta a López Obrador sobre aztecas y entrañas humanas.* El Mundo. 25/08/2021

 

*Carta a López Obrador sobre aztecas y entrañas humanas.* El Mundo. 25/08/2021

 

El presidente de México se refirió con desdén a la idea que el historiador argentino Marcelo Gullo expresó en ELMUNDO el 23 de julio: España liberó América de los aztecas. Ésta es la razón histórica:

 

Estimado señor presidente de la República de México don Andrés Manuel López Obrador. El pasado 13 de agosto, en ocasión de cumplirse el 500 aniversario de la liberación -para usted caída- de Tenochtitlán citó textualmente, sin nombrarme, un párrafo de la entrevista que el diario ELMUNDO tuvo a bien realizarme el viernes 23 de julio a raíz de la publicación en España de mi libro Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán.

 

En su discurso usted afirmó: «Hay asuntos que deben aclararse en la medida de lo posible. Por ejemplo, hace unos días un escritor pro-monárquico de nuestro continente afirmaba que España no conquistó a América, sino que España liberó a América, pues Hernán Cortés, cito textualmente, 'aglutinó a 110 naciones mexicanas que vivían oprimidas por la tiranía antropófaga de los aztecas y que lucharon con él'». Usted también me acusó sin ningún tipo de pruebas -y sin haberse tomado siquiera la molestia de ojear mis antecedentes académicos o de recabar información sobre mi trayectoria política antimperialista- de ser un representante del pensamiento colonialista.

 

Coincidiendo con su apreciación de que hay asuntos que deben aclararse quisiera recordarle que, como afirma el arqueólogo mexicano Alfonso Caso, quien fuera rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, «el sacrificio humano era esencial en la religión azteca». Es por ese motivo que en 1487, para festejar la finalización de la construcción del gran templo de Tenochtitlán -del cual usted, el pasado 13 de agosto, inauguró una maqueta monumental- las víctimas del sacrificio formaban cuatro filas que se extendieron a lo largo de la calzada que unían las islas de Tenochtitlán. Se calcula que en esos cuatro días de festejo los aztecas asesinaron entre 20.000 y 24.000 personas.

 

Sin embargo Williams Prescott, poco sospechoso de hispanismo, da una cifra más escalofriante. «Cuando en 1486 se dedicó el gran templo de México a Huitzilopochtli, los sacrificios duraron varios días y perecieron 70.000 víctimas». Juan Zorrilla de San Martín en su libro Historia de América relata que «cuando llevaban los niños a matar, si lloraban y echaban lágrimas, más alegrábanse los que los llevaban porque tomaban pronósticos que habían de tener muchas aguas en aquel año».

 

«El número de las víctimas sacrificadas por año», tiene que reconocer Prescott, uno de los historiadores más críticos de la conquista española y uno de los más fervientes defensores de la civilización azteca, «era inmenso. Casi ningún autor lo computa en menos de 20.000 cada año, y aún hay alguno que lo hace subir hasta 150.000». Marvin Harris en su famosa obra Caníbales y reyes relata: «Los prisioneros de guerra, que ascendían por los escalones de las pirámides, [...] eran cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos boca arriba sobre el altar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho con un cuchillo... Después, el corazón de la víctima -generalmente descripto como todavía palpitante- era arrancado... El cuerpo bajaba rodando los escalones de la pirámide...».

 

¿Dónde eran llevados los cuerpos de los cientos de seres humanos a los cuales, en lo alto de las pirámides, se les había arrancado el corazón? ¿Qué pasaba luego con el cuerpo de la víctima? ¿Qué destino tenían los cuerpos que día a día eran sacrificados a los dioses? Al respecto, Michael Hamer que, ha analizado esta cuestión con más inteligencia y denuedo que el resto de los especialistas, afirma que «en realidad no existe ningún misterio con respecto a lo que ocurría con los cadáveres, ya que todos los relatos de los testigos oculares coinciden en líneas generales: Ias víctimas eran comidas».

 

Los numerosos trabajos científicos -tesis doctorales, libros publicados por prestigiosos académicos de fama mundial- con los que contamos hoy, no dejan lugar a dudas de que en Mesoamérica había una nación opresora, la azteca, y cientos de naciones oprimidas, a las cuales los aztecas no solo le arrebataban sus materias primas -tal y como han hecho todos los imperialismos a lo largo de la historia- sino que les arrebataban a sus hijos, a sus hermanos... para sacrificarlos en sus templos y luego, repartir los cuerpos descuartizados de las víctimas en sus carnicerías, como si fuesen chuletas de cerdo o muslos de pollo para que esos seres humanos descuartizados, sirvieran de sustancioso alimento, a la población azteca.

 

La nobleza se reservaba los muslos y las entrañas se dejaban al populacho. Las evidencias científicas con las que contamos hoy, no dejan lugar a dudas al respecto. Era tal la cantidad de sacrificios humanos que realizaban los aztecas de miembros de los pueblos por ellos esclavizados que con las calaveras construían las paredes de sus edificios y templos.

 

Es por eso que, el 13 de agosto de 1521, los pueblos indios de Mesoamérica oprimidos por los aztecas festejaron la caída de Tenochtitlan. Como usted, señor presidente, tuvo que reconocer en su discurso, a regañadientes y entre líneas, es materialmente imposible pensar que, con apenas 300 hombres, cuatro arcabuces viejos y algunos caballos, Hernán Cortés pudiera derrotar al ejército de Moctezuma integrado por 300.000 soldados disciplinados y valientes. Hubiese sido imposible, aunque los 300 españoles hubiesen tenido fusiles automáticos como los que hoy usa el Ejército español.

 

Miles de indios de las naciones oprimidas lucharon, junto a Cortés, contra los aztecas. Por eso, su compatriota José Vasconcelos afirma que «la conquista la hicieron los indios».

 

¿Y que aconteció después de la conquista, después de esas primeras horas de sangre, dolor y muerte? Todo lo contrario de lo que usted afirma. España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y recordemos que, fueron más los liberados que los vencidos. México se llenó de hospitales, colegios bilingües y universidades. España envió a América a sus mejores profesores y la mejor educación fue dirigida hacia los indios y los mestizos. Permítame recordarle, señor presidente, que tan respetuosos fueron los libertadores españoles -perdón: los conquistadores- de la cultura de los mal llamados pueblos originarios que en 1571 se editó en México el primer libro de gramática de lengua nahualt, es decir 15 años antes de que en Gran Bretaña se publicara el primer libro de gramática de lengua inglesa. Todos los datos demuestran que, al momento de su independencia de España, México era mucho más rico y poderoso que los Estados Unidos.

 

Perdóneme usted, señor presidente, que me vaya un poco por las ramas, pero quisiera sugerirle, con todo respeto, que el próximo 2 de febrero, cuando se cumpla un nuevo aniversario del ignominioso tratado de Guadalupe Hidalgo -por el cual los Estados Unidos arrebataron a México 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio- usted realice un gran acto como el que organizó para el 13 de agosto. Que para realzar el mismo, invite al presidente de los Estados Unidos Joseph Biden y en un gran discurso, cuando esté ante el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona, tierras que fueron indiscutiblemente parte de México.

 

Por último estimado presidente quisiera contarle que, como desde niño siempre me he sentido ligado sentimentalmente a los pueblos oprimidos -quizás por haber nacido en un hogar humilde de la ciudad de Rosario en la República Argentina-, si pudiese viajar en el túnel del tiempo, una y mil veces, me sumaría a los apenas 300 soldados de Hernán Cortés que, con el coraje más grande que conoce la Historia, liberaron a los indios de México del imperialismo antropófago de los aztecas.

 

MARCELO GULLO. Buenos Aires. 25/08/2021