Opositores fallidos, caballos ganadores en los bufetes
Madrid 6 SEP
2021 - 08:20 CEST
Dicen que el verdadero fracaso es aquel del que no
se aprende. Por eso, tan importante es luchar por un objetivo como saber
retirarse a tiempo. En España más de 4.000 personas se presentaron a las
pruebas de acceso a la carrera judicial y fiscal para conseguir una de las 300
plazas convocadas en 2020, según se desprende de la relación de admitidos y
excluidos publicada en el BOE. Una lista que deja sin posibilidades a más de
3.700 aspirantes a formar parte del Poder Judicial. Con jornadas de estudio
cercanas a las ocho horas diarias de lunes a sábado, sin vacaciones en Navidad,
Semana Santa o verano y con poca o ninguna experiencia profesional previa, las
oposiciones se convierten en una apuesta por el todo o nada.
Sin embargo, hay salidas profesionales para quienes
no logran ejercer estas meritorias profesiones que pueden convertir a los
opositores fallidos en caballos ganadores. Tras años de actividad memorística,
muchos defienden con éxito los intereses de los justiciables ante los
tribunales o fuera de ellos como asesores jurídicos. Porque la oposición,
además de servir para conocer al dedillo el ordenamiento jurídico, prepara para
hablar en público, desarrollar ideas y conceptos, además de entrenar la
inteligencia emocional.
Así lo explica Elena Ordúñez, responsable del Área
de Propiedad Intelectual y Derecho Audiovisual de la firma de abogados PONS IP.
Tras opositar durante “varios años” a judicatura, encontró su camino
profesional en la abogacía. “Soy producto de una oposición, de lo que aprendí a
nivel profesional y personal y me ha ido bien”, explica. No en vano, acaba de
acompañar legalmente a Santiago Segura en su última película.
Esfuerzo titánico
Pero como les suele pasar a muchos aspirantes
mientras preparan las pruebas, no siempre vio el horizonte profesional
despejado. Porque el candidato “es alguien muy débil cuando oposita, aunque
después se convierte en una persona fuerte”, apunta. La incertidumbre, los
nervios, el estrés, el aislamiento social o la falta de retribución son
factores con los que tienen que lidiar a diario sin ninguna garantía de obtener
plaza.
El esfuerzo que realizan es titánico. A modo de
ejemplo, la convocatoria de 2020 a las carreras judicial y fiscal consta de
tres ejercicios teóricos de carácter eliminatorio. El primero consiste en un
cuestionario de cien preguntas, con cuatro respuestas alternativas de las que
solo una es correcta. El segundo y el tercero se realizan en audiencia pública
y se basan en la exposición oral ante el tribunal de cinco lecciones extraídas
de distintas materias del programa, que está formado por más de 300 temas de
Derecho Constitucional, Civil, Penal, Procesal Civil, Procesal Penal,
Mercantil, Administrativo y Laboral.
“La oposición es muy traicionera porque como vayas
aprobando ejercicios puedes llegar a sentir que la tienes cerca, pero te puedes
caer en la siguiente prueba”, explica Ordúñez. Así, muchas personas invierten
años de su vida estudiando para alcanzar una meta que puede no llegar nunca.
Por eso, también “hay que ser muy inteligente para saber cuándo dejarla y que
no te queme” a nivel psicológico, señala. En concreto, el tiempo medio para
aprobar estas oposiciones es de cuatro años y cuatro meses, según un análisis realizado por este medio
en 2020 con base en fuentes oficiales. Suele ser a partir de
entonces “cuando empieza el problema” porque las fuerzas flaquean.
Superar el golpe
Christine Weimann, responsable del departamento de
Marcas de ABG Intellectual Property, supo recomponerse a tiempo. Estuvo
estudiando dos años y medio para ser letrada de la Oficina Española de Patentes
y Marcas. Cuando empezó a preparar la oposición había cuatro plazas a cubrir,
pero cuando se presentó solo se había convocado una y se quedó a las puertas.
“Esa fue la última convocatoria para la rama jurídica en bastantes años, por lo
que seguir ya no era una opción”, señala.
Superado el golpe emocional inicial, Weimann
aprovechó todos los conocimientos adquiridos gracias a la oposición para fundar
el área legal que dirige en el despacho. En la actualidad “tenemos una amplia
cartera de clientes y contamos con una excelente reputación reconocida en
rankings internacionales especializados”, comenta. Además, desde 2015 ella ha
sido incluida en el listado de especialistas realizado por World
Trademark Review, un prestigioso directorio de reputación internacional
especializado en marcas.
Por eso, la abogada explica que hay futuro más allá
de la frustración que supone no conseguir una de las plazas en liza. “Todo el
estudio, la preparación y la experiencia de enfrentarse al tribunal no ha caído
en saco roto. Se adquieren unos conocimientos que van a servir para desempeñar
una profesión relacionada con el ámbito de la oposición con mayor agilidad.
Además, el tesón y la capacidad de esfuerzo son valores que se tienen en cuenta
por los empleadores”, destaca.
Nunca es tarde
Precisamente, los juristas que han intentado
aprobar una oposición son valorados por muchos despachos de abogados y
empresas. Marta Zarco es una de esas letradas. Premio Extraordinario de Fin de
Carrera y al mejor expediente por la Universidad Carlos III de Madrid, estuvo
opositando al cuerpo de gestión procesal y administrativa al mismo tiempo que
preparaba el Máster de Acceso a la Abogacía en la Universidad Francisco de
Vitoria. Tras un año y medio combinando ambos estudios, encontró trabajo en un
despacho antes de acabar el posgrado, por lo que decidió “probar suerte para
ver si le gustaba” el ejercicio profesional.
Y así fue. Especializada en Derecho Procesal Civil y
Mercantil, explica que las firmas “valoran a los opositores porque son personas
con un nivel de sacrificio y de entrega bastante grande”. Aunque muchos carecen
de práctica en la defensa de asuntos, tienen los conceptos jurídicos
“estructurados y ordenados” en la cabeza, por lo que pueden “interrelacionar
las cosas de una forma que posiblemente le llevaría mucho más tiempo” a un
recién colegiado o a un abogado con pocos años de experiencia.
“Nunca es tarde para nada. En el momento en el que
te planteas que lo que estás haciendo ya no te hace feliz, debes cambiar”, dice
Marta Zarco. Y es que, aunque a veces cueste verla, “siempre hay luz al final
del túnel”.
Aarón Quintana ha recorrido el camino inverso. Tras
ejercer durante casi cuatro años como abogado en diferentes despachos, a
finales de 2017 decidió hacer un alto para preparar la oposición al Cuerpo de
Gestión de la Administración Civil del Estado, que se encarga de la ordenación
de los procedimientos administrativos. Entre los motivos que lo empujaron a
estudiar destaca las “precarias condiciones laborales” de ciertos bufetes.
“Estaba ganando 15 mil euros al año como falso
autónomo con una jornada diaria de nueve horas”, señala. Sin poderse
independizar debido al alto precio del alquiler en Madrid ni conciliar vida
profesional y personal, se encerró en su habitación a preparar los cerca de 68
temas que forman el temario. De este periodo destaca “el nivel de esfuerzo” que
supone sacar adelante las pruebas.
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