miércoles, 28 de febrero de 2018

La Gran Diferencia

La Gran Diferencia

Estaba anoche guardando en mi vehículo las cosas que compré en el Centro Comercial, y un hombre se me acercó, se quedó mirando mi BMW y me dijo: ¿Nunca te preguntaste ¿a cuántas personas se les podría dar de comer con el dinero que usaste para comprar ese aumovil?

Le respondí: "No estoy seguro, pero me imagino que alimentó a un montón de familias en Munich, Alemania donde lo construyeron. Seguramente también alimentó en el Japón a las personas que trabajaron haciendo los neumáticos y seguramente alimentó en la India y en Corea a las personas que trabajaron hiciendo los componentes internos, alimentó en Chile las personas de la mina de cobre que realizan la extracción del mineral para los cables eléctricos, alimentó a las personas que hicieron los camiones que transportan el cobre, alimentó a los camioneros que llevaron el coche desde el puerto al concesionario.

También seguramente alimentó a los ganaderos que vendieron el cuero de los asientos, a los vendedores, expertos en marketing mercadeo, incluso a  las personas encargadas de la limpieza del salón de ventas y hasta el pizzero de la esquina que le vende pizzas a los vendedores de la concesionaria. 

Y con los impuestos anuales que Yo pago por este vehículo seguramente alimenta a varios más.

Pero, la realidad señor, y tengo que serle sincero, creo que realmente 
NO SÉ cuántas personas se han podido alimentar de este auto. Pero, seguramente, muchas más de las que le nombré...

El hombre se quedó mudo. Dio media vuelta y se fue.

Y aunque parezca retórica la respuesta es sin embargo una de las grandes diferencias entre el Capitalismo y el Socialismo.

Cuando usted compra algo, usted pone dinero en el bolsillo de muchas personas y les da Dignidad por haber usado sus habilidades, entonces es cuando éste dinero tiene valor.

Cuando usted da algo a alguien por nada, usted les Roba la dignidad y la autoestima, y éste dinero gratis no tiene valor alguno.

El capitalismo es dar libremente su dinero a cambio de algo que tiene valor para usted.

El socialismo es cuando toman su dinero contra su voluntad 
(lo que se llama robar) 
para dárselo gratis a alguien que, muchas veces, no hizo nada para merecerlo...

¿Así o más claro..?

Paradojas de la acción colectiva


Paradojas de la acción colectiva

La Teoría económica de la acción colectiva se ocupa de la provisión de los bienes públicos (y otros de consumo colectivo) a través de la colaboración de dos o más individuos y del impacto de las externalidades en el comportamiento de grupo. Es más comúnmente conocida como Teoría de la elección pública. El trabajo fundacional sobre la acción colectiva en el ámbito económico es el artículo de 1937 de Ronald Coase: The Nature of the Firm. En él, Coase introduce el concepto de costos de transacción para explicar el tamaño de las compañías y el problema del costo social en su artículo de 1960, The Problem of Social Cost
Como dice Broncano (2000) “la innovación tecnológica es cada vez más sensible a la acción colectiva” y su carácter de bien público no reside en que la tecnología sea intrínsecamente un bien, sino en que la innovación tecnológica es un fenómeno “improbable, contingente, generado por el mutuo refuerzo de esfuerzos innovadores, que solamente se percibe como bien cuando está creada, pero que en los momentos de despegue se observa como un fenómeno inútil y antieconómico” (p. 271).
¿Qué es lo que motiva a un agente a prestarse al trabajo que implica un bien colectivo como la tecnología?. Si lo evaluamos desde un punto de vista racional (ver eleccion_racional) usar y aprovecharse del conocimiento sin pagar el costo de su producción es la motivación más probable. Pero eso no explica qué motiva a alguien a investigar o a invertir en proyectos innovadores de mucho riesgo. Tampoco explica por qué algunos valoran más la creatividad que la satisfacción de intereses.

Marcur Olson: "Lógica de la acción colectiva"

Sobre la acción colectiva es de importancia el libro de 1965 de Mancur Olson: The Logic of Collective Action: Public Goods and the Theory of Groups. La teoría de Olson explora las fallas de mercado en las cuales la racionalidad del consumidor individual y la búsqueda de ganancias de las compañías no llevan a una provisión eficiente de bienes públicos, i.e. cuando otro nivel de provisión proveería una utilidad a un costo menor. Es necesario destacar, sin embargo, que la teoría no desafía necesariamente el principio de la mano invisible de Adam Smith. Solo limita el dominio en el cual este principio se aplica: a los bienes puramente públicos en mercados competitivos, la búsqueda del interés propio es todavía eficiente. Además de la economía, la teoría ha encontrado muchas aplicaciones en la ciencia política, sociología y antropología.
En el análisis de Olson la causa de que una persona asuma un riesgo en vez de satisfacer un interés se representa de manera abstracta mediante un juego. el “dilema del prisionero”.

El dilema del prisionero

El dilema del prisionero es un problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si en ello va el interés de ambas. S
§  La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrán hacer será encerrarlos durante seis meses por un cargo menor.

Problema del polizón

En economía, negociación colectiva, psicología y ciencias políticas, se llama polizones a aquellos individuos o entes que consumen más que una parte equitativa de un recurso, o no afrontan una parte justa del costo de su producción. El problema del polizón (del inglés free rider problem) se ocupa de cómo hacer para evitar que alguien pueda ser un polizón, o por lo menos limitar sus efectos negativos.
El significado de “equitativo” no está exento de controversia, por lo general se considera al problema del polizón como un “problema” económico cuando se ocupa de la ausencia de producción o producción insuficiente de un bien público, y por ello de una ineficiencia de Pareto, o cuando conduce al uso excesivo de un recurso de propiedad común (véase también el problema de acción colectiva).
Un ejemplo del problema del polizón es el gasto militar: ninguna persona puede ser excluida de ser defendida por las fuerzas militares de un país, y por lo tanto los polizones podrían negarse o evitar pagar por ser defendidos, aún cuando están también defendidos como aquellos individuos que contribuyen a solventar los gastos del Estado. Por lo tanto, es práctica usual que los gobiernos no se financian utilizando donaciones voluntarias, sino que cobran impuestos y en algunos países realizan servicio militar obligatorio. El gobierno es el mecanismo primario mediante el cual las sociedades hacen frente a los problemas de polizones. Además de las medidas fiscales mencionadas previamente, las reglamentaciones son otra forma de acción colectiva tomada por los gobiernos para resolver problemas de polizones tales como impactos sobre el medio ambiente o uso excesivo de recursos.
En el contexto de los sindicatos, un polizón es un empleado que no paga cuota sindical, pero que sin embargo recibe los mismos beneficios conseguidos por la representación sindical para sus asociados que sí abonan su cuota. Según las leyes norteamericanas, los sindicatos están obligados a una responsabilidad de representación equitativa a todos los trabajadores, sin importar si están afiliados o no. Algunos juristas han cuestionado la equitatividad, o legalidad, de este principio.
El dilema del gorrón se produce bajo ciertas condiciones, como señala Broncano (2000):
§  que el bien sea producido necesariamente de manera conjunta (de otro modo no exigiría acción colectiva)
§  que la producción confiera beneficios a todos los miembros, de manera que no puedan ser excluidos del beneficio independientemente de la colaboración que hayan tenido en su producción
§  que la producción exija costes
Esta situación provoca que los agentes consideren que no les interesa colaborar, hagan lo que hagan los demás, pues el agente piensa
1.      si los demás no colaboran pierdo los costes de mi colaboración inútilmente
2.      si los demás colaboran de todas firmas obtengo el bien aunque yo no colabore

Explicación de la colaboración

La existencia de incentivos puede explicar la colaboración (o su ausencia la no colaboración), los cuales pueden haber sido creados por
§  una autoridad externa que regule una forma de premios o castigos, ya sean materiales o de prestigio
§  dinámicas internas del grupo que generen una estructura de incentivos o que influyan en los demás, sea para motivarles a colaborar o a desertar

Garret Hardin: La tragedia de los comunes

La tragedia de los comunes (Tragedy of the commons) es un dilema descrito por Garrett Hardin en un artículo publicado por la revista Science en 1968. En él describe una situación en la cual varios individuos, motivados solo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda.
El argumento de Hardin se ilustra con el ejemplo de varios pastores que comparten los recursos de un pastizal para alimentar a su ganado. Como siempre sobra pasto llevan cada vez más animales al pastizal hasta llegar al punto en el que su capacidad de generar alimento se sobrepasa, y todos los animales perecen por falta de comida. El recurso se ha agotado por sobreexplotación.
El problema, según Hardin, no es que un bien se considere común, sino que no se definan derechos de explotación.
El caso contrario a este sería el de la Tragedia de los anticomunes, en la que individuos racionales, actuando de forma separada, malgastan un recurso por infraexplotado.

La gestión de la colaboración

Broncano (2000) indica que hay varias estrategias de coordinación de los diversos intereses que confluyen en una acción colectiva o una gestión de un común:

(A) estilo tecnocrático

Basado en la imposición gubernamental y que se fundamenta en
1.      legitimidad de la autoridad
2.      informes de expertos
Esta estrategia considera la participación pública como un mal indeseable que hay que evitar ya que considera a los ciudadanos personas no informadas y que basan sus reacciones en miedos irracionales. Solo los expertos son capaces de evaluar los riesgos. La ciudadanía se acabará acostumbrando a los cambios impuestos.
Los costes sociales de esta estrategia pueden volverse insoportables: el público genera desconfianza hacia la fiabilidad de los expertos y hacia la imparcialidad de las autoridades.

(B) mecanismos de mercado

En esta estrategia el bien público a administrar se divide en bienes privados y la aportación de cada uno se valora y paga por ese mecanismo.
La tragedia de los comunes de Hardin explicada arriba se solucionaría con esta estrategia asignando a cada ciudadano un trozo de pastizal (el bien público) del que sería responsable.
¿Quién garantiza que el mecanismo de mercado es un mecanismo de mercado limpio? Las reglas de competencia pueden romperse mediante prácticas ocultas (por ejemplo, en EE.UU. el sistema de grandes contratos militares es un sistema oculto de financiación fuera del mercado).
Cuando el Estado incentiva mediante premios y castigos actúa en el mercado como parte y genera desconfianza en su papel como mediador.

(C) sistemas de compensación

Tienen el problema de que se genera desconfianza cuando la autoridad determina unilateralmente las compensaciones, ya que se perciben como corrupción y soborno.

(D) participación pública

Se generará desconfianza a menos que se incorpore también a expertos que representen varias opiniones sobre el tema debatido.
El principal problema de esta estrategia es **cómo organizar una discusión racional mediante transmisiones fiables de información.

las controversias en las decisiones tecnológicas

Broncano (2000) considera las controversias no solo formas maduras de desarrollo tecnológico, sino también formas maduras de desarrollo democrático: algunas sociedades en momentos específicos deciden someter a discusión las opciones tecnológicas.
El empleo de métodos de decisión democráticos como referendos que toman la decisión por mayoría tiene la ventaja de estimular la participación y por consiguiente el grado de legitimación social de la decisión, pero no nos garantiza la racionalidad cuando están involucradas decisiones tecnológicas.
Solamente introduciendo formas colectivas de discusión, que tienen el precio, claro, de la dilación de las decisiones, podemos además aumentar simultáneamente el contenido de la racionalidad de la participación colectiva. Esta es precisamente la función de las controversias en tanto que nuevos instrumentos de legitimación de las decisiones tecnológicas.

Bibliografía

Broncano, Fernando Mundos artificiales. Filosofía del cambio tecnológico Paidós. Mexico. 2000

Free Riders

Concepto
Free rider es una expresión inglesa utilizada en economía para referirse a aquellos consumidores de bienes o servicios indivisibles, sobre todo públicos, que se benefician de ellos sin pagar contraprestación alguna; así como a la utilización excesiva de algo por el mero hecho de que sea gratuito.
Los bienes o servicios indivisibles se pueden dar tanto en el marco público como en el privado, y el comportamiento free rider dependerá de la posibilidad de excluirle o no del consumo de dicho bien vía precio.
Los bienes y servicios públicos (defensa, sanidad, educación, etc.) cumplen dos características: no hay rivalidad de consumo -el consumo por parte de un ciudadano no afecta, en principio, al consumo por parte de otro-, ni posibilidades de exclusión –dificultad de excluir del aprovechamiento de dicho bien a los individuos que no contribuyen al esfuerzo que cuesta proporcionarlo-. Por tanto, para evitar la existencia de free riders y el hecho de que unos paguen y otros no, se confía la producción de bienes y servicios públicos al Estado y no al mercado, ya que en este último caso, dicha producción sería ineficiente, al no existir suficientes pagadores “voluntarios”, lo que haría imposible seguir con la producción de manera privada.
Free Riders - INEAFOtras acepciones
Traducido del inglés “free rider problem”, podemos encontrarnos en la literatura económica el “problema del polizón” o del “gorrón” que, a su vez, está estrechamente ligado con el “dilema del prisionero”.
Consecuencias en el sistema
El problema básico es cómo surge la cooperación en un mundo en el que cada uno se guía por su interés personal.
En nuestro país, ser un free rider no siempre es considerado como algo negativo, ni es condenado socialmente. La actitud de beneficiarse de bienes o servicios, sin esfuerzo ni contraprestación alguna, es un comportamiento extendido y bastante común.
Un ejemplo de ello lo encontraríamos en aquellas personas que trabajan sin estar dadas de alta, o en algunos casos de servicios profesionales cobrados sin factura y sin IVA.
La economía sumergida lleva a una recaudación menor por parte del Estado pero, sin embargo, ninguno de nosotros estamos dispuestos a conformarnos con una dotación de bienes o servicios públicos de menor calidad.
Otro comportamiento free rider totalmente diferente lo encontraríamos en los sindicatos: su labor beneficia tanto a trabajadores afiliados, como a aquellos sin afiliación sindical, aunque son los primeros los que participan activamente en la negociación y los que financian básicamente al sindicato, mediante sus cuotas.
Todos los trabajadores asalariados del sector o de la empresa se beneficiarán del trabajo de los sindicatos en la negociación de los convenios colectivos o ante modificaciones de condiciones laborales.
El economista y sociólogo Mancur Olson, en su libro “La lógica de la acción colectiva: bienes públicos y la teoría de grupos”, de 1965, considera determinante el tamaño de los grupos en el problema de los free riders.
Comprueba que el nivel de interacción de los grupos pequeños es mucho mayor que el de los grupos grandes, aunque sólo sea, en estos últimos, por la imposibilidad de establecer relaciones con todos los miembros del grupo a partir de un número considerable.
En los grupos pequeños, al poner en marcha una acción, si uno no participa, rápidamente recibirá una respuesta por parte del resto de individuos. Sin embargo, en el gran grupo, es fácil que un gorrón pase inadvertidoya que el esfuerzo que no aporta se reparte entre todos, representando una cantidad menor de trabajo adicional para cada individuo, cuanto mayor sea el grupo. De esta forma, el gorrón o polizón puede llegar a la invisibilidad social.
Olson propone que sólo un beneficio reservado estrictamente a miembros de un grupo motivaría a alguien a unirse y contribuir al grupo. Él llama a estos beneficios “incentivos selectivos”, que son aquellos incentivos que reciben únicamente los individuos que pagan o contribuyen, para diferenciarlos de los que no lo hacen, y que motivaría a éstos últimos a procurar el bien colectivo.
Un ejemplo de incentivo selectivo positivo, que “premia” a los buenos ciudadanos, estaría en un descuento por pronto pago; mientras que un ejemplo de incentivo selectivo negativo, que “castiga” al free rider, sería una sanción en caso de no pagar impuestos.
Hay veces que los bienes o servicios no se aprecian por lo que valen, sino por lo que cuestan.
Por eso, cada vez se impone más la necesidad de activar ciertas normas, tanto a nivel público como privado (llámese cultura corporativa a nivel privado, o civismo a nivel público), para evitar los efectos negativos que la actividad egoísta del consumidor free rider puede producir a la sociedad

¿QUÉ ES UN FREE RIDER (COLADO, VIAJERO SIN BILLETE, GORRÓN, PARÁSITO, POLIZÓN, ETC.)?


Escrito el 24 enero 2007 por Rafael Pampillón en Diccionario de Economía

Un free rider es una persona que recibe un beneficio por utilizar un bien o un servicio pero evita pagar por él. De ahí, que los ingleses le denominen también “viajero sin billete”. En una estructura de interacción colectiva los free riders son aquellos jugadores o actores que bajo diversas circunstancias, se ven beneficiados por las acciones de los demás, sin ellos mismos cargar con el coste de esas acciones. En economía pública un free rider es aquel individuo que tiene interés en beneficiarse de un bien público, el ejército, la policía, el alumbrado público, pero no está dispuesto a pagar por él.
Los bienes público se definen como aquellos bienes en que nadie puede quedar excluido. Precisamente y debido a esta propiedad de no exclusión, los bienes públicos generan el problema del free rider. Para evitar la existencia free-riders y los agravios comparativos que generan el que unos paguen (por ejemplo el cuerpo diplomático) y otros no, los bienes públicos deben ser siempre provistos por el gobierno ¿por qué? Porque de un bien público nadie puede quedar excluido y si el gobierno no provee ese bien, el mercado no lo produciría o, si lo hiciera, sería a niveles sub-óptimos.
Es decir, la existencia de free riders hace que la provisión privada de un bien público sea ineficiente por que al no haber suficientes “pagadores voluntarios” los productores no podrían continuar ofreciéndolo. Por tanto la existencia de free riders hace que la provisión privada origine una provisión subóptima del bien público.
Si trasladamos esta dinámica al caso particular de la evasión impositiva, tendremos una situación de free rider cuando los evasores se aprovechen de los servicios y bienes públicos financiados por los que efectivamente cumplen con sus obligaciones tributarias (pagan sus impuestos). Aunque la calidad de los servicios (autobús urbano) se deteriore por el incumplimiento de los free riders (que por definición no pagan billete), para éstos el resultado final no es ineficiente porque el perjuicio que les genera el deterioro del servicio público (autobús urbano), casi con seguridad no muy significativo, es menor que el beneficio que obtienen evadiendo el pago de la tarifa. Posiblemente puedas encontrar una explicación mejor en Gregory Mankiw. Principios de Economía, 3ª edición. Edit.: Mc Graw Hill. Capítulo 11 “Los bienes públicos y los recursos comunes”.

El problema del polizón


El problema del polizón
Por: Pedro Linares * / Clemente Álvarez | 07 de mayo de 2010

¿Qué es mejor para reducir la contaminación: concienciar al ciudadano para que utilice de forma voluntaria el transporte público o cerrar el centro de las ciudades a los coches privados? Estas dos opciones representan dos estrategias muy diferentes para intentar algo tan complicado como cambiar hábitos de conducta dentro de la sociedad: los enfoques voluntarios o los obligatorios. Unos y otros tienen ventajas e inconvenientes, aunque no se puede abordar esta cuestión sin incidir en el llamado "problema del polizón”.
¿En qué se parecen los atascos de tráfico, la deforestación de las selvas o el turismo de observación de cetáceos? Pues que todos están relacionados con la existencia de bienes públicos. En teoría económica los bienes públicos son no-excluibles y no-rivales, lo que quiere decir que no se puede excluir a nadie de su uso y que el que una persona los utilice no influye en la utilización de los demás.
El que haya menos coches en las calles mejora la calidad del aire que van a respirar todos los ciudadanos, el que no se destruyan los bosques va a beneficiar a toda la humanidad y el que no se moleste a las ballenas permite que sigamos emocionándonos con sus increíbles saltos en el mar. Lo mismo ocurrirá si se mejora la calidad del agua de los ríos o si aumenta la generación con energías renovables: son acciones que beneficiarán a todo el mundo.
Sin embargo, todos los ciudadanos van a verse favorecidos por igual de ese bien colectivo independientemente de lo que hagan, lo que para los economistas significa que no hay ningún incentivo para tomar una decisión determinada. Y aquí es donde aparece el denominado problema del polizón (free-rider effect): el pasajero que viaja con el resto del mundo sin pagar billete. Si el resultado va a ser el mismo, resulta tentador dejar que sean los demás los que realicen el esfuerzo.
Esto tiene una importante contrapartida y es que si son muchos los polizones, se corre el riesgo de que al final no se produzca suficiente de ese bien (reducción de emisiones, aire más limpio, renovables…).
En general, en Europa estamos más acostumbrados a los enfoques obligatorios; alguien nos dice qué hay que hacer, o nos incentiva (mediante premios o subvenciones) o desincentiva (mediante multas o impuestos) a modificar nuestro comportamiento. Pero en otros países, y EEUU es un ejemplo típico, se suele preferir que tengan más peso los enfoques voluntarios.
En este caso, se trata de dejar que sean los consumidores, por sí mismos, los que decidan sobre el bien público. Para ayudar a reducir la deforestación de las selvas, pueden comprar productos de madera con el sello FSC; y para contribuir a frenar el cambio climático, pueden utilizar el transporte público en vez del coche privado o mejorar la eficiencia de sus casas o comprar electricidad de empresas productoras de energías renovables. Todo ello, sin que nadie les obligue a ello o les cobre más por hacer lo incorrecto.
Según un informe del International Fund for Animal Welfare, hay diferentes ventajas y desventajas de los enfoques voluntarios y obligatorios en el turismo de observación de cetáceos. Para estos defensores de las ballenas, si bien las normas para no molestar a los cetáceos en la práctica de esta actividad turística tienen un importante valor disuasivo, su efecto se ve debilitado si fallan los mecanismos de control. En el lado contrario, las pautas no vinculantes, códigos éticos o recomendaciones pueden llegar a no ser respetadas por ciertas sociedades si no existen penalizaciones.
Lo cierto es que hay gente que considera que las elecciones voluntarias constituyen la forma más adecuada de conseguir lo mejor para la sociedad: entienden que si los consumidores no quieren solucionar el problema del cambio climático o aumentar la cantidad de energías renovables por si mismos para qué va a venir el Estado a hacerlo. ¿Acaso no son los ciudadanos la propia sociedad? De alguna forma, la elección en la compra puede no ser muy diferente de decidir a quién se vota (a representantes políticos que a su vez pondrán normas sobre el bien público).
Este argumento tiene dos fallos: uno es el problema del polizón y otro la falta de información de los ciudadanos sobre las consecuencias de sus decisiones. De hecho, lo lógico sería esperar que el enfoque voluntario no sirviera para nada, pues es mejor viajar de gorra sin billete y dejar que sean los otros los que hagan algo. O ir en coche y que sean los demás los que vayan en autobús. Sin embargo, sí que funciona, por aquello llamado altruismo, el mismo proceso por el que se dona dinero a una organización de ayuda al desarrollo. A esto se le puede denominar también a veces redención de culpa y en ocasiones lleva incluso a comportamientos poco coherentes, como ocurre cuando alguien se siente menos culpable para emitir más CO2 por compensar sus emisiones (pagar para que en alguna parte del mundo se ponga en marcha un proyecto para reducir CO2).
La demostración de que el altruismo sí puede funcionar está en nuestra basura. Cada vez son más los ciudadanos que separan de forma voluntaria sus residuos de papel, vidrio o envases de plástico para que puedan ser reciclados (aunque siempre habrá polizones). Un avance significativo al que, por otra parte, ayuda mucho el que se coloquen más contenedores en las calles, se informe a los ciudadanos y se realicen campañas de concienciación. Ahora bien, este altruismo tiene sus limitaciones. Igual que no se puede erradicar el hambre o la pobreza en el mundo sólo con donaciones a las organizaciones de ayuda al desarrollo, tampoco se puede frenar el cambio climático con acciones voluntarias. Si bien hay decisiones que pueden tener una gran trascendencia repetidas millones de veces por los ciudadanos, como llevar cada residuo a su contenedor correspondiente o utilizar el transporte público, otras no supondrán en realidad un gran cambio para el medio ambiente.


jueves, 22 de febrero de 2018

Viraje 2

VIRAJE. Todo indica que Maduro, no sé aún si todo el oficialismo, pareciera estar planeando un viraje en el manejo de la economía, tal como analizamos en Verdades y Rumores (LEAhttp://verdadesyrumores.com/economia-maduro-prepara-un-viraje-post-22a/). Hasta ahora resaltan dos cosas. La primera la utilización del “Petro” con el fin de evadir las sanciones y buscar ingresos. No creo que vayan a sustituir el bolívar por la criptomoneda por varias razones, entre ellas porque los niveles de bancarización en Venezuela han aumentado, pero sigue rezagada la cultura para manejar las ventajas que ofrece la banca electrónica. Pero además en Venezuela hay un fuerte arraigo del manejo del dinero en efectivo, sobre todo en las zonas más apartadas de las ciudades. Cuando Maduro habla que la gasolina en la frontera se podrá pagar con “Petros” o trata de engañar o desconoce cómo se maneja el dinero en la zona limítrofe, donde todo, absolutamente todo se paga en efectivo. Por eso estimo que la excesiva euforia con el “Petro” es más un esfuerzo de propaganda, que una real posibilidad de resolver la crisis. La otra cosa que resalta es la posibilidad de una reconversión monetaria para atacar la hiperinflación quitándole tres ceros al bolívar, tal como advirtió el economista José Guerra. Este parlamentario infiere que están en eso, porque a pesar de escasez de piezas del nuevo cono monetario no se están imprimiendo más billetes de alta denominación. Si se aplica la reconversión sin una estrategia global de ajuste de la economía, eso será al final otro experimento fallido.

martes, 20 de febrero de 2018

Ya me decidí - Humberto Seijas Pittaluga

opinión

Humberto Seijas Pittaluga

Ya me decidí

20 febrero, 2018
Sí, ya tomé la determinación. Y les consta que me costó mucho definirme. Porque, civilista hasta la cacha, siempre he pensado que el voto es el arma del hombre civilizado.
Pero todo tiene un límite.
Ahora, mi posición es la de no ir a votar el 22-A. Porque esa jornada será una farsa —una más de la inmensa lista de simulaciones, dobleces e hipocresías que se patentizan cuando la Tibi aparece en el balcón—, pero no una cualquiera: esta es la madre de todas las piezas arteras que montan las “honorables damas” del Ministerio Electoral del régimen. Se saben en la mira de todos los países civilizados y tienen que lavarse la cara como sea, aunque el resto del cuerpo se mantenga “lordo tutto” (para echármelas de que he leído Dante). De manera que, si asistiésemos a esas “votaciones”, no estaríamos ejerciendo de ciudadanos sino actuando como una comparsa. No buscan perfeccionar el progreso de la nación sino tratar de obtener una legitimidad que ellos mismos empezaron a derruir desde el mero comienzo de su mando (que no gobierno).
Hay muchas razones que avalan la toma de mi decisión, pero —al igual que el curita de pueblo que le explicaba al obispo por qué no había tocado las campanas para avisar de la visita episcopal— daré una sola; la que es más importante: fue convocada por un cuerpo que, además de que no tiene la capacidad para hacerlo, sufre de un pecado original: no fue constituido de acuerdo a como exige la “mejor Constitución del mundo”. No se le consultó al soberano si creía conveniente reemplazar dicha Constitución; se lo puso ante un hecho cumplido: “ya yo decidí que hay que convocar una Constituyente y determiné quiénes son los candidatos (todos de mi partido); a ustedes solo les dejo elegir en qué puesto van”.
El producto de esa decisión írrita resultó en un conjunto de casi quinientos personajitos perrunos —ágrafos la mayoría de ellos, incapaces de redactar, no una Constitución, sino el menú de un comedero pueblerino— que no deliberan, sino que refrendan todo lo que les mandan cocinado desde Ciliaflores. Pero que han tenido el atrevimiento de declarar que sus poderes son absolutos, supraconstitucionales. Han tenido la avilantez de oficializar su golpe de Estado al decretar que “la Constitución de 1999 solo seguirá en vigencia, en todo aquello en lo que la Asamblea Constituyente no disponga lo contrario”. ¡Qué descaro! De un plumazo derogaron la Constitución para hacerle un traje a la medida del ilegítimo. Según explicaban recientemente dos eminencias del Derecho Constitucional —Allan Brewer y Rafael Badell— esa misma “norma” aparece en las actas de las Juntas de Gobierno de 1947 y 1958. Gobierno de facto, pues. Así, los autoploclamados “constituyentistas” pueden disponer lo que les dé su real gana, sin límites —y sin control alguno, ni siquiera del sometido Tribunal Supremo (omito lo “de Justicia”).
Es tan burdo el montaje para las “elecciones” venideras que los considerandos nada tienen que ver con la necesidad de adelantar la fecha de los comicios. Hablan de que unas potencias extranjeras le “han impuesto ilegítimas e ilícitas sanciones coercitivas y unilaterales” al país; y de que “la oposición venezolana se retiró de la mesa de diálogo”. Pero, ¿qué tiene eso que ver, aunque sea cierto, que no lo es, con que se haya procedido a adelantar la elección presidencial?
Suponiendo que Henri Arias Cárdenas Falcón y uno que otro payaso lancen sus candidaturas —y en la remotísima probabilidad de que las chicas malas del CNE admitan que perdió su amado candidato— ¿qué garantías tiene la nación de que lo dejen llegar al poder? Recordemos que la autoproclamada Constituyente se ha arrogado poder para todo, inclusive para desconocer los resultados y nombrar a dedo a uno que ellos escojan. Pueden, inclusive, designar al hermanito de la peculiar presidenta del CNE, al mismísimo Jorge “Audi” Rodríguez. Y este, ni corto ni perezoso, acudirá a la asamblea de los quinientos analfabestias para juramentarse ante ellos y tomar posesión del cargo.
La pregunta es: ¿qué debe hacer ahora la gran mayoría opuesta a este régimen? Fácil: no basta solo con no acudir a las urnas en la fecha nefanda; hay que activamente buscar las alternativas. Y en ese afán deben estar igualmente ocupados los líderes de alto coturno y quienes somos opositores de a pie. Incluyo a los políticos, inclusive a quienes han perdido merecidamente la estima de la población, porque nuestra acción no debe llevarnos hacia la antipolítica. Ya caímos en ese bache y lo que logramos fue encumbrar a este artilugio estrangulador de todos los espacios. Eso sí, los dirigentes partidistas deben abocarse a la tarea con desapego de aspiraciones personales. Su afán debe ser la reorganización de sus respectivas toldas, pues ese correaje es esencial para cuando logremos tener unas elecciones de verdad-verdad.
Y aprovechar para inscribirse o ponerse al día con el Registro Electoral. Porque una cosa es no votar y otra, muy distinta es estar preparados para cuando de verdad debamos ejercer nuestro derecho al sufragio.
Y, ante todo, mantener la exigencia de que no se les pongan condiciones extras a los venezolanos de la diáspora. Un paisano nuestro que haya tenido que emigrar no es menos venezolano que quienes nos quedamos. Que esté legal o ilegal en otro país no debe ser óbice. Si muestra su cédula (así esté vencida) o su pasaporte y diga que quiere estar inscrito en ese consulado, debe ser atendido y registrado. El funcionario que no lo haga sería de cómplice de las arpías del CNE. ¡Y punto!

¿Cuáles elecciones? - José Vicente Carrasquero

opinión

¿Cuáles elecciones?

20 febrero, 2018
El legado del comediante eterno está en pleno desarrollo. La miseria se ha apoderado del país y somete a los venezolanos a una situación de hambre y postración sin precedentes en nuestra historia contemporánea. Contrario a lo que piensan muchos venezolanos, lo que nos está pasando no es producto de un inteligente plan de sometimiento. Es simple y llanamente el resultado de otro capítulo de un país sujeto de las maldades del comunismo. Ya en su momento se establecerán las responsabilidades.
El comediante eterno llega al poder con los pies encharcados de la sangre de aquellos soldados que llevó inocentemente al sacrificio para satisfacer sus febriles sueños de emular a un gigante como Bolívar cuya imagen no hizo más que explotar en su propio peculio.
Se une a Chávez lo peorcito de la política venezolana. Algunos profesores universitarios convencidos de que el socialismo es la salida le facilitan apoderarse de nuestras riquezas y dilapidarlas de forma criminal. No hubo inteligencia en este accionar, solo ansias de poder y la estúpida creencia de que el petróleo podía financiar una sociedad policial como la cubana manteniendo un nivel de vida tolerable para los venezolanos.
La inexorable justicia divina se llevó al comediante que durante años trató al país como si fuese de su propiedad. Atrás quedaron los tiempos en los que decía que el pueblo era el soberano. Fueron al saco de la basura todas aquellas veces que se usó la celebre frase del Libertador que condenaba el uso de las armas contra la gente. Borracho de poder y dinero Chávez se rodeó de todo aquel mediocre que estaba dispuesto a aplaudir sus ridículas intervenciones públicas. Al momento del cierre de su ciclo vital, aparece sentado en medio de dos grises figuras que auguraban una tragedia horrible para los venezolanos: el poco instruido, analfabeta funcional Nicolás Maduro y la nulidad engreída Diosdado Cabello.
No veo hasta el momento más inteligencia que la perfidia de unos cubanos que ni siquiera pudieron mantener una Venezuela que les ayudará a amparar a la quebrada isla antillana. Por lo visto tengo una definición distinta de inteligencia de aquellos que sostienen que esto es producto de un plan perfecto.
Como era de esperarse, el país en manos de dos limitados mentales solo pudo ir por la ruta que estamos viviendo. Estos personajes han cometido todos los desafueros posibles para mantenerse en el poder. Desde asesinatos y compromisos con el terrorismo internacional hasta relaciones con el narcotráfico han construido un expediente que los obliga a rendir cuentas a la justicia tanto nacional como internacional.
¿Cree usted que estos individuos venderán tan barato su pellejo yendo a unas elecciones que perderían con toda seguridad? Evidentemente no. Lo que se ha convocado para el 22 de Abril no es una elección. Es una puesta en escena del mismo corte que la farsa comicial del 31 de Julio de 2017 a través de la cual el legado del comediante eterno confiscó el poder constituyente a los venezolanos.
¿Hay alguno oportunidad de salir victorioso en esa puesta en escena? Evidentemente no. Las señoras que dicen ser poseedoras del poder electoral cometieron un delito el 31 de Julio que se paga con cárcel. Eso quiere decir que estas camaradas se hicieron cómplices de los crímenes atroces de los siameses Nicolás-Diosdado. Con esa espada de Damocles sobre sus cabezas las usurpadoras del poder electoral tienen todos los incentivos necesarios para declarar que Maduro, el presidente más rechazado de nuestra historia, ganó las elecciones por 12 millones de votos y que otros 6 se quedaron en cola esperando para votar por este grande hombre de la miseria nacional.
¿Existe alguna posibilidad de repetir la proeza de 2015? No, definitivamente no. El proceso electoral no existe. La apertura en el exterior del registro electoral es parte de la farsa. La puesta en funcionamiento del consulado de Venezuela en Miami es otro fragmento de la parodia que el chavismo está montando como una tramoya para hacerle creer a los Zapateros del mundo que su victoria es producto de una equitativa lucha electoral.
En 2006 el chavismo, ante la posibilidad de que Rosales se retirara de unas elecciones groseramente desiguales, inscribió dos decenas de candidatos fantasmas que todos juntos no pudieron reunir votos para llenar un autobús. Para los chavistas las elecciones son mal necesario que justifican ante el mundo las atrocidades que comenten contra el pueblo.
Esta vez no tendrán ni siquiera esa previsión. Quienes se inscriban en esta tramoya electoral estarán cometiendo un crimen contra la democracia y contra el pueblo venezolano. Yo no se si calificarlo de inocencia o falta de conocimiento claro de lo que está pasando. Lo cierto es que no hay manera que la cúpula putrefacta que se ha hecho del poder lo entregue mansamente a través de un proceso democrático.
No se podrá decir que los venezolanos no agotamos los extremos de la lucha por el poder con métodos pacíficos. El mundo tiene que despertar. Los pequeños países del Caribe tienen que olvidarse de la Venezuela con capacidad de ayudarlos a sobrellevar los costos del petróleo. Los socios ideológicos tienen que reconocer que los siameses de Chávez no son de izquierda sino unos delincuentes con terror de ser presentados ante la justicia.
La repulsa internacional al gobierno de Maduro debe tener un eco interno de rechazo a la farsa electoral del 22 de abril. La dirigencia venezolana tiene la oportunidad de convocar un paro electoral que demande la renuncia de Maduro y la instauración de un gobierno de transición que limpie las instituciones de la escoria seguidora del comediante eterno y cree las condiciones para unas elecciones competitivas para las cuales, ojalá, se presente un programa de rescate nacional que de una vez por toda asuma que el petróleo no es suficiente para lograr el desarrollo de un país y apueste por una economía de libre mercado y rigurosidad fiscal.
Las elecciones del 22 de abril, no existen, son una farsa con el precedente del 31 de Julio de 2017. Ya lo hicieron una vez, y por su supervivencia delincuencial están obligados a repetirla.
@botellazo

jueves, 15 de febrero de 2018

Viraje????

VIRAJE. Algo trama el gobierno con la economía. Pareciera que se prepara para un viraje en la conducción económica después de las elecciones presidenciales. Hay mucha insistencia de algunos de sus voceros sobre la necesidad de reelegir a Maduro para tomar los correctivos. Se habla que posterior al 22A podrían anunciar un conjunto de medidas tomando como base el “Petro”. No lo anunciarán como un plan de ajuste macroeconómico, porque eso sería admitir el fracaso. Tampoco dirán que es un viraje, porque semánticamente parecería que se deslindan del legado de Chávez. Pero algo están preparando y necesitan para ello garantizar otro período presidencial de seis años ¿Será por eso que Maduro lanza el partido “Somos Venezuela”? Piensa mal y acertarás.